Elementos centrales de la situación colombiana en los inicios de 2025
Cada bando influye y arrastra alrededor de la mitad políticamente activa del país (el que apoya el gobierno del cambio, un poco más de esa mitad y, un poco menos de esta, el que permanece atado a la influencia de los partidarios del viejo país).
Editorial Edición #101
Febrero 27 de 2025
Se escala la ofensiva de la ultraderecha
A raíz de los últimos incidentes y decisiones del Gobierno Petro (la sesión pública del Consejo de ministros, la divulgada intentona de penetración de “Papá” Pitufo en la campaña presidencial de Gustavo Petro, y el revuelo por el nombramiento en el cargo de ministro de Defensa del brigadier general Pedro Sánchez), escaló todavía más la ofensiva política y mediática contra el gobierno del cambio. Lo corrobora el rechazo de la Corte Constitucional a la invitación a reunirse con el equipo de gobierno hecha por el presidente.
Las apuestas de la ultraderecha siguen siendo: fabricar una gran crisis que le permita un golpe de Estado “blando” o duro, y si eso no es posible, atizar y aguardar un clima de descontento y frustración popular por la probable imposibilidad del gobierno de cumplir a cabalidad los programas económicos y sociales, debido a la insuficiencia de recursos presupuestales —fraguada y materializada por la oposición derechista—, y así ganarle en el 2026 a un gobierno y a una izquierda, a los que pugna por colocar en entredicho en la opinión pública.
Un debate clave sobre la táctica
La diferencia aflorada en la Casa de Nariño, la designación de Benedetti como jefe del gabinete, convertida en manzana de la discordia, pareció por momentos proyectarse en grande. A contrapelo de la opinión de varios de los ministros y otros altos cargos del gobierno, el presidente sostuvo la tesis de que, si la democracia y el cambio se defienden con un gran aglutinamiento político y social “de todos los colores”, hay que prescindir de toda actitud sectaria y sin dividir el país entre “puros” e impuros. Ha trascendido que la mayoría de los sectores integrantes del Pacto Histórico han empezado a ponerse de acuerdo con el punto de vista planteado por el presidente Petro. Con el nombramiento de Benedetti como ministro del Interior, Alexander López como jefe de gabinete, y la llegada de Antonio Sanguino de los Verdes al ministerio de Trabajo, la crisis ministerial parece quedar atrás. Buena cosa.
Entonces, en la discusión de la sesión del Consejo de ministros en mención, ¿quién tiene la razón?
La importancia del asunto radica en que la cuestión no se limita a una reyerta por puestos, sino que implica la definición de la línea gruesa de la táctica del movimiento democrático popular del país: la cuestión cardinal de con quiénes sí debemos unirnos y con quiénes no para enfrentar la ultraderecha, el fascismo y el neoliberalismo.
Aparte de la injusta y nada objetiva etiqueta de sectarismo colgada por el presidente al conjunto de la izquierda en bloque, hemos planteado y lo reafirmamos, que la posición básica sostenida por Petro en esa sesión corresponde enteramente a la línea táctica necesaria para llevar adelante el proceso de cambio. Llámese Acuerdo o “sancocho nacional”, equivale a la política de frente único, para lograr la concentración de fuerzas indispensable para vencer.
Equilibrio en la correlación de fuerzas, pero se acerca el desenlace
La valoración de las posiciones debe hacerse a la luz del estado real de la correlación de fuerzas. Desde la medición inicial de fuerzas, las elecciones presidenciales de 2022, no ha habido alteración sustancial en dicha correlación. Han tenido lugar algunas modificaciones, que afectaron favorable o negativamente, en proporción no considerable, uno u otro de los dos bandos en pugna, sin experimentar cambios de fondo. Ese relativo equilibrio de fuerzas es inestable, con una clara tendencia a acelerar la polarización y con su agudización, al desenlace.
De un lado, la ultraderecha y la derecha oposicionista en su conjunto consiguieron desatar ofensivas mediáticas, anotarse algunos tantos en su favor o, como mínimo, sembrar la confusión y el desconcierto, retorciendo o falseando versiones sobre distintos episodios de mayor o menor resonancia, con decisiones de las mayorías tradicionales del Congreso, con fallos de las Altas Cortes o decisiones de organismos de control.
De otro, el presidente, su gobierno, la izquierda y el progresismo, han concretado notables avances y asestado fuertes impactos a los adversarios del cambio, con realizaciones como la reforma pensional, la mejora de los índices básicos de la economía, los aumentos del salario mínimo, la entrega de tierras y la formalización de predios a campesinos, la salida de más de 2,5 millones de personas de la pobreza simple y de la pobreza extrema, los beneficios de los programas sociales como los subsidios a las madres cabeza de familia, la reconstrucción en marcha de la red ferroviaria nacional, entre otros muchos logros, y las impactantes denuncias sobre ejecutorias y fechorías conocidas u ocultas de los gobiernos uribistas y neoliberales, como de beneficiarios de las privatizaciones de empresas y servicios del Estado. La gente de toda la geografía nacional recibe con entusiasmo y alborozo los actos públicos en los cuales el presidente Petro se dirige al pueblo, como recientemente, en Chicoral. Pero, sobre todo, con las movilizaciones masivas en todo el país cuya convocatoria, esfuerzo organizativo y de orientación principal ha recaído en hombros de las centrales obreras, la CUT y Fecode, con organizaciones sociales campesinas, juveniles, de mujeres, ambientalistas, afros e indígenas, y LGTBIQ+.
¿Ampliar el blanco o las alianzas?
Cada bando influye y arrastra alrededor de la mitad políticamente activa del país (el que apoya el gobierno del cambio, un poco más de esa mitad y, un poco menos de esta, el que permanece atado a la influencia de los partidarios del viejo país).
Mientras una porción considerable del pueblo sigue bajo el influjo de la ultraderecha, en tanto que debe continuarse el trabajo de esclarecimiento para terminar de despejar el ya bastante desvanecido hechizo uribista y otras variedades derechistas, el bloque de la izquierda y el progresismo ha de procurar atraer sectores del centro y pactar acuerdos programáticos positivos con segmentos de la derecha civilista. Si el tramo presente no se caracteriza por un resuelto y definido ascenso de masas, la necesidad de alianzas con sectores del centro político y del establecimiento no fascistoides, aparece más clara y necesaria. Es hora de emprender a fondo la tarea.
UNITARIOS y el Pacto Histórico, como expresiones constituidas que son ambos del progresismo y la izquierda, pueden y deben unir esfuerzos y actuar de consuno, aliados en la formación del gran frente amplio que urge para asegurar la continuidad y profundización del proceso de cambio.
Bogotá, 22 de febrero de 2025
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