Por primera vez ven cómo los microplásticos obstruyen el flujo en el cerebro
“El impacto potencial de los microplásticos en trastornos neurológicos como la depresión y la salud cardiovascular en humanos es preocupante”, señalan los autores del estudio.
Un científico examina una muestra con microplásticos. La Razon
Juan Scaliter
Creada: 24.01.2025
Los microplásticos son partículas de plástico de menos de 5 milímetros que se pueden encontrar en todas partes, desde las profundidades del océano hasta el hielo antártico. Están en el aire que respiramos, el agua que bebemos y los alimentos que comemos. Incluso pueden ingresar directamente a nuestro torrente sanguíneo a través de dispositivos médicos de plástico.
Los estudios muestran que los microplásticos y los nanoplásticos más pequeños han llegado al cerebro, el hígado y los riñones de los humanos, pero los científicos recién están comenzando a comprender qué les sucede a estos intrusos plásticos y su efecto en la salud humana. Un estudio del año pasado, por ejemplo, descubrió que las personas con micro y nanoplásticos en los depósitos grasos de su arteria principal tenían más probabilidades de sufrir un ataque cardíaco, un derrame cerebral o la muerte
Ahora, por primera vez, un equipo de científicos ha seguido en tiempo real el movimiento de microplásticos por el cuerpo de ratones. Las diminutas partículas de plástico son engullidas por las células inmunes, viajan a través del torrente sanguíneo y finalmente se alojan en los vasos sanguíneos del cerebro. No está claro si estas obstrucciones se producen en las personas, dicen los investigadores, pero sí parecieron afectar el movimiento de los ratones.
En el estudio, publicado en Science Advances, Haipeng Huang, investigador biomédico de la Universidad de Pekín en Beijing, quería entender mejor cómo los microplásticos afectan al cerebro. Para ello utilizaron una técnica de imágenes de fluorescencia llamada microscopía de dos fotones en miniatura que permite observar lo que sucede en el cerebro de ratones.
La técnica de imágenes puede rastrear los microplásticos a medida que se mueven a través del torrente sanguíneo. El equipo de Huang dio a los ratones agua mezclada con esferas fluorescentes de poliestireno, un producto popular utilizado para hacer electrodomésticos, envases e incluso juguetes.
Aproximadamente tres horas después, aparecieron células fluorescentes. La teoría es que células inmunes conocidas como neutrófilos y fagocitos habían ingerido las brillantes partículas de plástico. Algunas de estas células probablemente quedaron atrapadas en las estrechas curvas de los diminutos vasos sanguíneos en una zona del cerebro llamada corteza. A veces se acumulan más células llenas de plástico, “como un accidente de coche en los vasos sanguíneos”, dice Huang. Algunas obstrucciones finalmente desaparecieron, pero otras permanecieron durante el período de observación de cuatro semanas.
Cuando el equipo de Huang inyectó las esferas de plástico a los ratones por vía intravenosa, observaron las células brillantes en cuestión de minutos. Las partículas más pequeñas dieron como resultado menos obstrucciones. El análisis sugiere que las células inmunes detectan estos microplásticos y los engullen en el torrente sanguíneo. Esto, a su vez, obstruye los vasos sanguíneos, lo que afecta el flujo sanguíneo, perjudica la función cerebral y afecta la función cognitiva en los ratones. El cuerpo tampoco puede eliminar esto durante al menos una semana.
Además, los microplásticos también podrían afectar al movimiento en los ratones. Los animales también mostraron anomalías en la regulación neuroconductual, parecidas a estados depresivos. También se observó pérdida de peso en ratones, lo que podría explicarse potencialmente por un movimiento alterado, que causa cambios en el comportamiento alimentario.
Los microplásticos afectan al cerebro a través de dos vías. La primera es que estas partículas controlan indirectamente la función cerebral a través de órganos periféricos. En segundo lugar, podrían estar cruzando la barrera hematoencefálica, que actúa como un filtro, impidiendo que las toxinas y los patógenos en la sangre ingresen al cerebro.
El estudio advierte que es demasiado pronto para extrapolar los hallazgos en ratones a los humanos. Los humanos y los ratones tienen diferentes sistemas inmunológicos, cardiovasculares y cerebrovasculares (flujo sanguíneo al cerebro) circulatorios.
Además, el volumen de sangre circulante en humanos es aproximadamente 1.200 veces mayor que el de los ratones y existen diferencias en los diámetros de los vasos sanguíneos, lo que reduciría en gran medida el grado de obstrucción en humanos, señaló el estudio. Mientras que el diámetro interno de las arterias coronarias en el corazón humano es de aproximadamente 4 mm, es inferior a 100 micrómetros en ratones, es decir, cuarenta veces menor.
“En consecuencia, existe incertidumbre sobre si los microplásticos inducirán o influirán en la obstrucción de los vasos sanguíneos humanos”, afirma el estudio.
Aun así, los autores destacan que el impacto potencial de los microplásticos en trastornos neurológicos como la depresión y la salud cardiovascular en humanos es preocupante y piden una mayor inversión en este ámbito de investigación para comprender plenamente los riesgos para la salud que plantean los microplásticos en la sangre humana.
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