Serían organismos que se sustentan mediante vías metabólicas y químicas similares a las empleadas por la vida presente en la profundidad de los océanos de la Tierra
El planeta Urano y sus lunas. / Créditos: NASA/Johns Hopkins APL/Mike Yakovlev.
Pablo Javier Piacente
02 OCT 2024
Algunas de las lunas de Urano podrían ser capaces de contener alguna forma de vida: los científicos creen que lo más emocionante es que estos satélites podrían contar con océanos subsuperficiales aún en la actualidad. Aunque se trata de una idea compleja en este momento, enviar una nave espacial a estas lejanas lunas podría revelar pistas sobre su habitabilidad y los mecanismos detrás de la formación y evolución de estos extraños mundos oceánicos.
Una misión espacial dirigida hacia los confines del Sistema Solar, en concreto orientada a Urano y sus lunas, lograría confirmar la existencia de océanos líquidos internos y composiciones químicas que podrían ser favorables para la vida en los satélites del gigante helado, según indican científicos de la NASA y un estudio publicado en la revista Astrobiology.
Previamente, expertos de las Academias Nacionales de Ciencias, Ingeniería y Medicina de Estados Unidos habían establecido al proyecto Uranus Orbiter and Probe (UOP) de la NASA como un eje prioritario para el período 2023-2032: el mismo prevé el lanzamiento de una sonda hacia Urano en 2031. Vale recordar que el enorme planeta se encuentra a más de 2.700 millones de kilómetros de la Tierra: sus condiciones y los misterios que encierran sus lunas han sido temas centrales de múltiples estudios astronómicos en los últimos años.
Extendiendo la frontera de los mundos oceánicos
La gran atracción que ejercen las lunas de Urano en la comunidad científica tiene que ver con la “extensión” de la frontera imaginaria que marcan las lunas Europa, de Júpiter, y Encelado, de Saturno, como mundos con posibles océanos internos y que podrían albergar alguna forma de vida microbiana. De confirmarse la presencia de condiciones similares en los satélites de Urano, estos mundos provistos de grandes mares subterráneos podrían entonces ser viables a abismales distancias del Sol.
En 2022, un estudio liderado por Julie Castillo-Rogez, científica planetaria de la NASA, profundizó sobre los datos existentes en torno a cinco de las lunas más grandes de Urano: Ariel, Umbriel, Titania, Oberon y Miranda, a partir de información obtenida por la sonda Voyager 2 mientras atravesaba esa zona del espacio en 1986.
Según estos datos y modelos informáticos que consideraban el radio y la densidad de las lunas, así como las posibles fuentes de calor, los especialistas descubrieron que cuatro de estos satélites, específicamente Ariel, Umbriel, Titania y Oberon, serían capaces de contener océanos líquidos internos, intercalados entre sus núcleos y su corteza helada.
"La perspectiva más emocionante en las lunas de Urano es que todavía podrían albergar océanos subsuperficiales en la actualidad. De confirmarse mediante una misión espacial, esto ayudaría a comprender mejor qué mecanismos colaboran para mantener calientes los interiores de estas lunas", indicó Castillo-Rogez a Space.com. Los científicos sostienen que estas características podrían facilitar alguna forma de vida, que sería semejante a la que puede encontrarse en el fondo de los océanos terrestres.
Energía química para la vida
Ahora, el nuevo estudio publicado hace unos meses por Jessica Weber y Erin Leonard, también científicos de la NASA, concluye que el estudio de estos mundos proporcionaría datos astrobiológicos críticos relacionados con su habitabilidad, así como con respecto a la formación y evolución de los mundos oceánicos en general. Debido a esto, recomiendan que la misión espacial a Urano debería seguir siendo considerada una prioridad para los próximos años.
Además de condiciones como las temperaturas internas o la salinidad, los especialistas sostienen que el acceso a la energía química es otro aspecto fundamental para determinar la habitabilidad de las lunas de Urano. Cualquier forma de vida en este contexto, con temperaturas que oscilan los 200 grados Celsius bajo cero, tendría que preservarse en el interior para evitar la radiación y estar cerca del agua.
Por lo tanto, estas misteriosas formas de vida requerirían una fuente constante de energía química, que reemplace a la solar. Se trata de una estrategia similar a la que siguen los organismos presentes en el fondo de los océanos de la Tierra, denominada quimiosíntesis. Este proceso les permite aprovechar la energía liberada por reacciones químicas inorgánicas, para producir nutrientes y sobrevivir.
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Referencia
The Astrobiological Potential of the Uranian Moon System. Jessica M. Weber and Erin J. Leonard. Astrobiology (2024). DOI:https://doi.org/10.1089/ast.2024.0045
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Fuente: