¿Pero qué no lo es?
Por Tom Engelhardt
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Es el hombre del momento (y cada uno puede elegir el momento), gane, pierda o empate. Quiero decir, ¿quién puede negarlo? Ciertamente no el público que asistió a su debate con Kamala Harris y que, como nos recordó recientemente, se “volvió completamente loca” con lo que tenía que decir. (Y no podría importar menos que el evento no tuviera público en vivo). En cierto sentido, no se equivoca. Después de todo, sigue siendo muy posible que, en un par de semanas, pueda volver a ser elegido —¡sí!— presidente de los Estados Unidos.
De hecho, todavía no está claro si los votantes estadounidenses rechazarán a Donald Trump, pero lo que está cada vez más claro –no cabe duda alguna al respecto– es que él mismo está en decadencia de una manera típicamente salvaje y loca. Y, sin embargo, es posible que sea elegido para dirigir (aunque esa palabra ya no parezca la adecuada) este país. ¿Y qué nos dice eso exactamente sobre este mundo totalmente estadounidense en el que vivimos?
Me temo que es demasiado. Y sobre todo, que cada vez es más bien cualquier cosa menos estadounidense.
¿Puede creer que hace apenas 30 años, después del colapso de la Unión Soviética, este país, el mismo que Donald Trump podría volver a presidir, era considerado (al menos en Washington) la “ única superpotencia ” del planeta Tierra? Y en cierto sentido, de hecho lo era. Después de todo, las grandes potencias imperialistas europeas ya eran historia antigua, los rusos estaban en un estado de devastación posterior a la Guerra Fría y la China comunista aún no había comenzado realmente su ascenso. Pero, como todas las grandes potencias imperialistas, ahora debería estar mucho más claro que, a raíz de una serie aparentemente interminable de guerras perdidas en el extranjero, su “momento” global hace tiempo que terminó. Su capacidad para comandar o dirigir el mundo ahora parece en gran medida una cosa del pasado. Ya no cabe duda de que Estados Unidos (cada vez más des)estadounidense es una potencia imperial en decadencia.
¿Hacer que Estados Unidos vuelva a ser grotesco?
No me malinterpreten. Este país sigue siendo demasiado poderoso en lo que se refiere a sus fuerzas militares y nucleares. Basta con echar un vistazo al último presupuesto del Pentágono o a los más de 40.000 efectivos militares estadounidenses, acorazados , portaaviones , aviones de combate a reacción y quién sabe qué más se han desplegado en un Oriente Medio que Israel está haciendo volar por los aires. Pero si quieren una medida de hasta qué punto ha caído la única superpotencia, tengan en cuenta que, hace no mucho tiempo, un líder israelí como Benjamin Netanyahu nunca se habría atrevido a prestar tan poca atención a los deseos de Washington en lo que respecta a sus acciones en Oriente Medio. En otro tiempo, una figura como Netanyahu no habría podido ignorar los deseos de los altos funcionarios del mismo país que todavía arma a los suyos de una manera asombrosa , mientras hace lo que le da la gana para destrozar su región.
Considérelo una prueba visible de que este país ya no es la única superpotencia del mundo (y no sólo por el ascenso de China). Sí, el presupuesto del Pentágono sigue siendo un asunto asombroso (y sigue aumentando ), pero algo ha cambiado sin duda. Considérese cualquier cosa menos simbólico (aunque también lo es) que Joe Biden, de 81 años, sea con diferencia el presidente de mayor edad de la historia estadounidense (Ronald Reagan dejó el cargo a los 77 años). Peor aún, si Donald Trump gana la reelección en noviembre y dura hasta el final de su mandato, establecería un nuevo récord y dejaría a Biden en el polvo del envejecimiento de la historia.
Aunque a los observadores ya ni siquiera se les ocurre utilizar una frase como “superpotencia solitaria” cuando se trata de Estados Unidos, todavía parece que, en un sentido más profundo, la realidad de la decadencia imperial de este país aún no ha sido asimilada del todo, ni siquiera por aquellos que ya no lo ven como la gran potencia operativa del planeta Tierra. En verdad, no es sólo que haya perdido gran parte de su grandeza e influencia en el extranjero sino que, aunque esto rara vez se menciona en un contexto como este, se está desmoronando visiblemente aquí mismo en nuestro país y eso, por supuesto, debería ser una parte importante de cualquier definición de decadencia imperial. En realidad, una decadencia de este tipo de una gran potencia mundial siempre resultará cualquier cosa menos un asunto lejano y extranjero.
Aunque no se suele pensar en ello ni escribir sobre ello de esa manera, está sucediendo aquí y ahora, en estos Estados Unidos de América cada vez más desunidos, de una manera muy personal y cercana. A estas alturas, se puede ver evidencia de ello casi en cualquier momento en que se encienden las noticias. En cierto sentido, no podría ser más gráfico o literal. Después de todo, el expresidente Donald Trump, que se presenta de nuevo a la presidencia, está, simbólicamente hablando, en decadencia ante nuestros propios ojos, mientras despotrica y tropieza verbalmente de una manera claramente declinista , aunque sea ante los vítores de un número sorprendente de sus seguidores y fanáticos de MAGA. (Por cierto, a la luz de la historia reciente, ¿no es quizás hora de redefinir MAGA como Make America Grotesque Again?)
Y sí, en estos años de decadencia imperial, Donald Trump ha recibido (sea positiva o negativamente) una atención casi sin precedentes aquí en casa. A veces, de hecho, parece como si él (y solo él) fuera la noticia. Pero esto es lo verdaderamente extraño: él, el movimiento MAGA y las elecciones de 2024 rara vez son vistos como lo que (al menos en parte) realmente son. Él, ese fenómeno MAGA y los 20 millones (¡sí, 20 millones!) de rifles automáticos de estilo militar AR-15 (el rifle más vendido en Estados Unidos ) ahora en manos privadas (principalmente en manos de personas blancas, hombres, de entre 40 y 65 años, que lo han acompañado en esta versión de Estados Unidos) en realidad representan la señal más verdadera de decadencia imperial imaginable en el lugar que a sus líderes todavía les gusta pensar como el más grande del planeta Tierra.
Sí, Donald Trump es la prueba viviente de que este país se está desmoronando lentamente. Quiero decir, ¿cuándo en nuestra historia se ha podido contar con el hecho de que, si un candidato a la presidencia pierde las próximas elecciones, él (y sí, claramente es un él ) sin duda afirmará que se las han robado y que en realidad ganó? Y sus seguidores, un número significativo de ellos armados hasta los dientes, estarán de acuerdo con él y harán quién sabe qué (pero nada bueno). Y por supuesto, si en cambio ganara, cuatro años después se puede contar con una cosa: en cierto sentido, es probable que este país sea políticamente irreconocible. Si no me creen, basta con echar un vistazo al Proyecto 2025 de la Heritage Foundation para tener una idea de la dirección que todo un grupo de sus ex funcionarios y otros tipos trumpistas creen que debería tomar. En otras palabras, Estados Unidos no sólo está pasando a la historia como potencia global, sino que potencialmente, de alguna manera, también está comenzando a desintegrarse internamente, incluso posiblemente como democracia. Y si esa no es la definición funcional y literal de “declive”, ¿qué es?
Permítanme decir que, si pudiera traer a mis padres de vuelta de entre los muertos (hace mucho tiempo) y contarles la fantástica historia de Donald Trump y cómo llegó a ser presidente o, en realidad, cómo la Corte Suprema, encabezada por seis jueces de derecha (incluidos tres nombrados por Trump), esencialmente inmunizó una gama significativa de sus actos ilegales en el cargo al otorgarle "inmunidad presunta" para ellos, les garantizo que no habrían creído que tal cosa fuera posible. Tampoco habrían creído que un "hombre de negocios", sin el más mínimo trasfondo político, que sobrevivió a múltiples (y quiero decir múltiples ) quiebras y fue mejor conocido por presentar un programa de televisión de realidad (o tal vez irrealidad), The Apprentice , durante 14 temporadas que ponía a prueba las supuestas habilidades comerciales de sus concursantes, pudiera convertirse en presidente de los Estados Unidos.
En otras palabras, la victoria de Trump en 2016 debería haber sido vista inmediatamente como la definición funcional de la decadencia imperial estadounidense: una señal crucial del debilitamiento y el potencial colapso de la posición de este país en el mundo, que se traduce en política interna. Y una victoria electoral en noviembre podría, al final, significar la bancarrota tanto figurativa como literal del sistema estadounidense, mientras que su derrota, en una nación ahora armada hasta los dientes, podría darle al caos un nuevo nombre en la patria imperial.
En otras palabras, ya sea que Donald Trump gane o pierda las elecciones de 2024, este país está en serios problemas y, dentro de cuatro años, su situación podría ser casi inimaginable. Podría estar gobernado por un loco degenerado de 82 años o, incluso con Kamala Harris en la Casa Blanca, un país en un estado mental cada vez más dividido y cada vez más violento. No será, como orgullosamente se proclamó en otro tiempo lejano, “el líder del mundo libre”, ni es probable que sea una superpotencia global completamente funcional (aunque sigue siendo difícil imaginar qué caos o violencia devastadora podría traer su “caída” al mundo, incluidos futuros conflictos con China).
Tranquilo, nena, ¿tranquilo?
Y no olvidemos que, en cierto sentido, ese puede ser el menor de nuestros problemas. Después de todo, como hemos experimentado demasiado recientemente con los huracanes Helene y Milton , cualquiera que sea la devastación que pueda aguardar social y políticamente a este país, otro tipo de devastación se está convirtiendo rápidamente en una parte distinta (y distintiva) de la vida cotidiana, aquí y en el mundo en general. Ya sea que estemos hablando de tormentas cada vez más poderosas o de incendios e inundaciones cada vez más devastadores , estamos en un planeta que se encamina hacia problemas de gran magnitud.
El hecho es que ahora todos vivimos en una Tierra diferente, una que claramente va a experimentar fenómenos meteorológicos devastadores de todo tipo imaginable. En otras palabras, el cambio climático es verdaderamente nuestra nueva realidad y está claro que la devastación apenas ha comenzado.
A medida que más y más países de este planeta se vuelven cada vez menos habitables y un número cada vez mayor de nosotros comienza a vagar en busca de lugares para habitar (sí, Donald, ¡el cambio climático está creando un mundo de “inmigrantes ilegales” antes inconcebible!), imaginemos a la otrora mayor potencia del planeta Tierra con un presidente que todavía insiste en que el calentamiento global es un “engaño”. Imaginemos a un presidente en este mismo planeta ahora mismo que planea, por sobre todas las cosas, “ perforar, cariño, perforar ” desde su primer día de regreso en la Casa Blanca, y eso en la nación que ya es el productor récord mundial de petróleo y gas natural .
Esa debería ser, por supuesto, la definición de crear un país disfuncional en un planeta cada vez más disfuncional, uno donde los viejos sueños imperiales de tantas “grandes potencias” tendrán cada vez menos significado.
Sí, Oriente Medio está sumido en un caos cada vez mayor, ya que el gobierno de Biden sigue apoyando a Netanyahu, al tiempo que arrastra a más sectores de la región a un conflicto desastroso, sin molestarse en consultar con los principales funcionarios de Washington. Pero hay algo que podemos estar seguros: el caos que vemos ahora está volviendo a casa, a su manera inquietante, y si Donald Trump acaba de nuevo en la Casa Blanca, créanme, necesitaremos un término completamente distinto al de “superpotencia solitaria” para describir a este país.
¿Podría funcionar el “gran poder estúpido” del planeta?
Y, ojo, a pesar del ascenso de China, sigue siendo una pregunta abierta si puede haber otra superpotencia solitaria de cualquier tipo o incluso una potencia verdaderamente grande en un planeta que literalmente se está yendo al infierno en una cesta (en llamas), uno cuyas temperaturas de la superficie terrestre y de los océanos ya han alcanzado niveles récord y que están por venir cosas mucho peores.
Casi se podría pensar que el cambio climático se había apoderado del poder global menguante de los Estados Unidos y había decidido actuar en consecuencia. De alguna manera, ahora parecemos estar en un planeta postimperial en el que, si tan solo fuera así, la mejor estrategia sería: tranquilo, nena, tranquilo.
Derechos de autor 2024 Tom Engelhardt
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Tom Engelhardt creó y dirige el sitio web TomDispatch.com . También es cofundador del American Empire Project y autor de una historia muy elogiada del triunfalismo estadounidense en la Guerra Fría, The End of Victory Culture . Miembro del Type Media Center , su sexto libro es A Nation Unmade by War .
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