Biología
Los “osos de agua” parecen insignificantes y diminutos gusanos, pero son capaces de sobrevivir a impactos de bala, a la radiación más nociva, a las temperaturas glaciales y al vacío del espacio
Imagen de un “oso de agua” obtenida bajo microscopio confocal. / Crédito: Communications Biology (2024). DOI: 10.1038/s42003-024-06643-2
Pablo Javier Piacente
15 AGO 2024
Los tardígrados, también conocidos como “osos de agua”, han logrado sobrevivir a numerosas extinciones masivas de especies, gracias a su capacidad para entrar en un estado de “animación suspendida”, impermeable a las condiciones externas. Ahora, un nuevo estudio de dos ejemplares fosilizados en un pequeño trozo de ámbar, que data del Cretácico, ha permitido a los científicos definir mejor cuándo y cómo adquirieron los “superpoderes” que los hacen únicos.
Un nuevo análisis de dos fósiles de tardígrados incrustados en el mismo trozo de ámbar, proveniente del Cretácico y del tamaño de una lenteja, arroja luz sobre el árbol genealógico de estas diminutas criaturas. Los hallazgos, concretados por un equipo científico de la Universidad de Harvard, en Estados Unidos, y publicados recientemente en la revista Communications Biology, sugieren que los “osos de agua” optimizaron sus capacidades de supervivencia hace 180 millones de años.
Casi indestructibles
De acuerdo a un artículo publicado en Science, los invertebrados microscópicos desarrollaron al máximo desde ese momento su principal “superpoder”: ingresar en una fase de letargo o animación suspendida cuando las condiciones así lo requieren. Esta capacidad se denomina criptobiosis y los vuelve casi “inmortales”: les permite soportar condiciones extremas, que llevarían al colapso a cualquier otro ser vivo que exista en la Tierra.
Por ejemplo, pueden sobrevivir a la radiación mortal, a las temperaturas árticas, al vacío del espacio e incluso a los impactos de bala. Gracias a esta capacidad, pueden encontrarse prácticamente en cualquier lugar donde haya agua: en el océano, en los cursos de agua dulce, en las plantas y en el suelo. Hasta el momento, el escaso registro fósil dificultaba un estudio preciso de las raíces evolutivas de estas sorprendentes criaturas microscópicas.
Según un artículo publicado en Phys.org, los científicos estadounidenses analizaron un trozo de ámbar de hace 72 a 83 millones de años, una época en la cual los dinosaurios todavía vagaban por nuestro planeta. Abandonada en un museo, la muestra no se había estudiado hasta hoy con detenimiento debido a su escaso tamaño y a limitaciones tecnológicas.
No hay proceso de extinción de especies que los detenga
En el nuevo estudio, los investigadores utilizaron microscopía de fluorescencia confocal para estudiar los dos fósiles de tardígrados fosilizados en el ámbar, obteniendo imágenes de alta resolución que les permitieron avanzar en su caracterización. Luego de comparar los fósiles con otros especímenes fosilizados y con especies modernas, los científicos descubrieron que al menos dos grupos de tardígrados han desarrollado criptobiosis: optimizaron esta capacidad desde hace aproximadamente 180 millones de años, pero comenzaron a desarrollarla hace alrededor de 430 millones de años.
Estos “poderes” pueden haber ayudado a los tardígrados a sobrevivir a varias oleadas de extinción masiva que azotaron la Tierra: hacia el futuro, los investigadores intentarán continuar analizando el ámbar en busca de más especímenes, lo que podría derivar en una mejor comprensión sobre por qué los tardígrados redujeron gradualmente su tamaño con el paso del tiempo.
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Referencia
Cretaceous amber inclusions illuminate the evolutionary origin of tardigrades. Marc A. Mapalo et al. Communications Biology (2024). DOI:https://doi.org/10.1038/s42003-024-06643-2
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Fuente: