Así es como el antropoceno amenaza con el colapso de los ecosistemas
El Antropoceno, la era de la influencia humana sobre el planeta, pone en riesgo la biodiversidad y los servicios ecosistémicos que sustentan la vida.
Álvaro Bayón
Biólogo y divulgador científico
Creado:03.03.2024 | 10:43
Una nueva propuesta terminológica para designar el tiempo en el que vivimos dentro de la escala geológica es el conocido como Antropoceno y el protagonista es el ser humano y el impacto de sus acciones. La aceleración de los cambios en los ecosistemas y en las especies que los habitan es un testimonio de nuestra era, marcada por transformaciones rápidas y, a menudo, irreversibles.
El concepto de Antropoceno, así como las propuestas ‘Tecnoceno’ o ‘Capitaloceno’, resume la verdadera magnitud del impacto de ciertas acciones humanas en la Tierra, e invita a una reflexión crítica sobre nuestra responsabilidad por la conservación y protección de la biodiversidad. En este contexto, el estudio y comprensión de estos cambios, además de una cuestión científica, es también un imperativo ético y social.
Refinería de Exxon Mobil en Louisiana, a pleno rendimiento — (CC) WClarke/Wikimedia
La huella humana del antropoceno
El cambio climático, producido por la emisión masiva de gases de efecto invernadero en el último siglo es, sin duda, el efecto antropogénico que más titulares ocupa; pero no es el único.
La deforestación y la conversión de tierras para agricultura y ganadería han fragmentado y reducido los espacios naturales, poniendo en peligro la supervivencia de especies y la diversidad genética. Un impacto humano que ha acelerado la pérdida de biodiversidad, con tasas de extinción que superan ampliamente los niveles considerados naturales.
Además, la contaminación de ríos, mares y atmósfera, ya sea mediante sustancias químicas peligrosas o por residuos sólidos no degradables, como los microplásticos, altera los ciclos de vida de las especies y disminuye la calidad de los ecosistemas acuáticos y terrestres.
Las especies exóticas invasoras se erigen como el mayor motor de pérdida de biodiversidad de la actualidad — (CC) Phadke09/Wikimedia
Sin olvidar el impacto de las especies exóticas invasoras. Poblaciones de seres vivos transportadas por la mano humana e introducidas en entornos distintos a su rango de distribución nativa, donde proliferan masivamente. Actualmente, el fenómeno de las invasiones biológicas está considerado como el mayor motor de pérdida de biodiversidad.
Estos cambios, impulsados por actividades humanas, no solo amenazan la riqueza natural del planeta, sino que también comprometen los servicios ecosistémicos, aquellos beneficios que la especie humana obtiene de los ecosistemas, y que resultan esenciales para su bienestar, su salud e incluso su mera existencia.
La vida silvestre en la cuerda floja
Tal y como reflejan desde hace décadas las publicaciones científicas, la acción humana es la responsable de los cambios drásticos en los ecosistemas terrestres y acuáticos. La deforestación, por ejemplo, claramente reduce la cobertura forestal, pero además, dada la influencia de los árboles en la formación de nubes y en la retención y gestión del agua en el suelo, con la pérdida de bosques se altera también el ciclo del agua. Los bosques amazónicos muestran tasas alarmantes de pérdida. Contrario a lo que se suele pensar, esto no influye de forma relevante en la cantidad de oxígeno disponible en la atmósfera, pero dado que estos bosques funcionan como enormes sumideros de carbono, su desaparición repercute directa y negativamente en la regulación climática global.
La deforestación es uno de los mayores problemas de nuestro tiempo — (CC) Martin Wegmann/Wikimedia
La acidificación y el aumento de temperatura en el agua de los océanos, consecuencia de las emisiones de CO2 y otros gases de efecto invernadero tanto o más peligrosos, comprometen la salud de los arrecifes de coral, vitales para la biodiversidad marina y la protección de las costas. Los experimentos indican que estos cambios disminuyen la diversidad de especies en los arrecifes y afectan a las comunidades de peces que dependen de ellos, alterando las redes tróficas marinas.
Los humedales, tan necesarios para la filtración de agua y refugio de numerosas especies, están siendo drenados y contaminados a un ritmo sin precedentes. Aparte del cambio climático, las causas apuntan también a la extracción masiva de agua de los acuíferos para regadío o para usos recreativos, o a la introducción de especies invasoras de árboles, como el eucalipto, que absorben grandes cantidades de agua del suelo. Los estudios muestran cómo la pérdida de estos ecosistemas afecta la capacidad de las aves migratorias para descansar y alimentarse, lo que podría reducir drásticamente sus poblaciones.
El eucalipto es una de las especies invasoras de árboles con mayor impacto ambiental — (CC) Forest and Kim Starr/Wikimedia
Las zonas del Ártico y el Antártico, afectadas por el calentamiento global, evidencian cambios en los patrones de hielo marino, lo que repercute en la fauna adaptada a estas condiciones extremas. A su vez, el aporte de grandes cantidades de agua dulce y fría, procedente de los glaciares, al océano puede alterar los sistemas de corrientes, con consecuencias climáticas irreversibles y desastrosas.
Hacia un futuro más sostenible
Muchos de estos impactos son ya irreversibles, pero los daños aún se pueden mitigar y evitar el colapso. Frente a la urgencia a la que se enfrentan los ecosistemas, es imprescindible adoptar un enfoque multidimensional que abarque desde el decrecimiento económico hasta la acción colectiva.
El decrecimiento es una estrategia que apunta a reducir nuestra huella ecológica mediante la disminución del consumo y la producción en exceso global, buscando el bienestar social y ambiental. No se trata de tener menos, sino de redistribuir lo que ya hay para necesitar menos en términos globales. Esta propuesta, liderada por el profesor Jason Hickel, emerge como una solución viable hacia una economía más sostenible y una sociedad más equitativa, que aborde directamente la desigualdad social.
No hay planeta B — (CC) Patrick Janicek/Wikimedia
La acción humana individual y colectiva juega un papel fundamental en la construcción de un futuro más sostenible. Cada acción cuenta, desde cambios en los hábitos de consumo hasta la participación activa en movimientos ambientales. La educación y la concienciación sobre la sostenibilidad deben ser pilares en la formación de una ciudadanía global responsable y comprometida con el planeta. Aunque, por supuesto, sin arrojar toda la responsabilidad al ciudadano. Ciertas grandes empresas son las principales causantes de estos problemas, y en ellas recae la mayor responsabilidad. Su implicación en este cambio es indispensable; su transformación hacia prácticas más sostenibles y éticas puede catalizar un impacto positivo en el medio ambiente.
Finalmente, es indispensable la implementación de políticas públicas que promuevan la sostenibilidad y el decrecimiento. Esto incluye la inversión en energías renovables, el desarrollo de infraestructuras más sostenibles, la promoción de una economía circular o la transformación de los modelos urbanísticos y de transporte. La colaboración internacional y el compromiso político serán claves para asegurar que estas soluciones tengan un alcance global y se traduzcan en acciones concretas que protejan y restauren nuestros ecosistemas para las generaciones futuras.
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Referencias:
Ellis, E. C. 2019. Evolution: Biodiversity in the Anthropocene. Current Biology, 29(17), R831-R833. DOI: 10.1016/j.cub.2019.07.073
Hickel, J. et al. 2022. Degrowth can work — here’s how science can help. Nature, 612(7940), 400-403. DOI: 10.1038/d41586-022-04412-x
Komatsu, H. et al. 2022. Is happiness possible in a degrowth society? Futures, 144, 103056. DOI: 10.1016/j.futures.2022.103056
Willcock, S. et al. 2023. Earlier collapse of Anthropocene ecosystems driven by multiple faster and noisier drivers. Nature Sustainability, 6(11), 1331-1342. DOI: 10.1038/s41893-023-01157-x
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Fuente: