El 17 de noviembre, mientras bombas israelíes llovían sobre Gaza, el presidente Miguel DíazCanel se reunió con los más de 200 estudiantes palestinos que hoy estudian medicina en Cuba.
Tanalís Padilla*
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Los jóvenes compartieron la angustia que viven en momentos en que sus familias y su pueblo padecen el brutal asedio israelí. “Es una contienda sobre la humanidad misma”, expresó uno. Otra joven contó que “en Gaza las madres llevan a sus hijos dos veces: una en sus vientres, y luego en sus mortajas”. Al hacerle entrega al presidente de la kufiya, símbolo de la lucha palestina, otro estudiante declaró: “nosotros compartimos la misma lucha y tenemos el mismo enemigo”. Las palabras de Díaz-Canel fueron igual de emotivas: “Nosotros los vamos a cuidar y vamos a hacer todo lo posible para que ustedes se gradúen como médicos, como especialistas, porque son el futuro de Palestina, y haremos todo lo posible por acompañarlos en el tránsito exitoso de sus carreras”.
Desde 2005, cuando el primer estudiante palestino ingresó a la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM), Cuba ha graduado a 104 médicos palestinos. Otros 224 –78 provenientes de la franja de Gaza– estudian medicina tanto en la ELAM como en otras universidades cubanas. Como ha sido para los cientos de miles de jóvenes de países pobres becados por el gobierno cubano, la ELAM ha permitido a estudiantes palestinos realizar su sueño de ser médicos.
La solidaridad de Cuba con la causa palestina se ha expresado de ésta y otras maneras. En 1959, apenas a seis meses de haber triunfado la revolución, Ernesto Che Guevara visitó la franja de Gaza. En Rafá, uno de los cientos de miles de refugiados se le acercó y le pidió que contara a los estadunidenses la injusticia de lo que había sido testigo. El Che lo abrazó y le dijo: “Lo denunciaremos ante toda la humanidad”. En los años siguientes Cuba daría múltiples becas a estudiantes palestinos, otorgaría ciudadanía a palestinos y organizaría conferencias en apoyo a Palestina. En 1979, en un discurso ante la ONU, Fidel Castro denunció el asedio sionista contra Palestina: “Despojados de sus tierras, expulsados de su propia patria, dispersados por el mundo, perseguidos y asesinados, los heroicos palestinos constituyen un ejemplo impresionante de abnegación y patriotismo y son el símbolo vivo del crimen más grande de nuestra época”.
Los palestinos no han sido las únicas víctimas del armamento y las técnicas de contrainsurgencia israelíes. Como detalla Bishara Bahbah en su libro Israel y América Latina: la conexión militar, durante las décadas de 1970 y 1980 las dictaduras militares en Latinoamérica se convirtieron en grandes clientes del equipo y el know-how israelí. Desde los helicópteros, tanques, rifles Galil, ametralladoras Uzi, que Anastasio Somoza usó contra los sandinistas; a los Mystere bombarderos B-2, los aviones Arava STOL (Aterrizaje y Despegue Corto) y napalm a la junta militar salvadoreña; a infraestructura militar, sistemas de inteligencia y asesoría en tácticas de interrogatorio al gobierno guatemalteco cuando éste libraba una guerra de tierra arrasada contra los mayas (que Naciones Unidas después caracterizaría como genocidio); al extenso apoyo militar a la dictadura argentina aún con su notoria persecución de judíos, quienes en las cárceles eran obligados a arrodillarse ante fotos de Hitler; Israel destinó entre 50 a 60 por ciento de su exportación de armamento a América Latina.
En la votación anual que desde 1992 se lleva a cabo en la Asamblea General de Naciones Unidas pidiendo fin al bloqueo contra Cuba sólo dos naciones se han mostrado consistentemente por mantenerlo, Estados Unidos e Israel. “Hay un hilo de acero que une la retórica genocida del comandante israelí con los arquitectos del bloqueo de Estados Unidos contra Cuba”, escribió la periodista cubana Rosa Miriam Elizalde, sobre el comentario del ministro de Defensa de Israel que en Gaza estaban combatiendo animales humanos (La Jornada, 12/10/23).
En el encuentro con Díaz-Canel un estudiante de medicina palestino caracterizó la conexión de la siguiente manera: “Creo que algo parecido entre Cuba y Palestina es la dificultad de la vida cotidiana. Allí tenemos un bloqueo total: control económico y territorial. Y aquí también hay un bloqueo económico. Eso hace que la situación económica, podemos decir, sea similar. La diferencia es la seguridad, aquí nadie te puede tirar una bomba cuando vas caminando a comprar pan o vas a una fiesta, una actividad o lo que sea, aquí se vive muy seguro, pero allá no sabes cuándo vas a morir. No sabes cuándo te pueden tirar una bomba, no sabes cuándo vas a dormir si vas a despertar con vida”.
A los pueblos palestino y cubano también los une la voluntad de resistir. Resisten ante potencias que tienen una desmedida desproporción de fuerza. Por eso es tan importante la solidaridad y el internacionalismo cubano que da un espacio de esperanza a los jóvenes palestinos que se forman allí como médicos. “Tenemos plena confianza de que Palestina más temprano que tarde va a ser libre”, declaró Díaz-Canel a los estudiantes de medicina. “Ustedes vibran con esa energía de compromiso con el pueblo palestino.”
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*Profesora-investigadora del Instituto Tecnológico de Massachusetts .Autora del libro Lecciones inesperadas de la revolución. Una historia de las normales rurales (La Cigarra, 2023)
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