El verano aumenta el riesgo de descompensación de las enfermedades cardiovasculares, lo que obliga a extremar las precauciones.
Pedro Gargantilla
Médico y divulgador científico
La llegada del calor no pasa desapercibido a nuestro organismo y, en especial, al corazón. Los estudios demuestran que durante los meses invernales existe un exceso de mortalidad por enfermedades cardiacas y que el tiempo caluroso se acompaña de un exceso de mortalidad por ictus y cardiopatías en pacientes que tienen dolencias cardiacas ya conocidas.
Para que nos hagamos una idea el incremento de temperatura de 15ºC a 24ºC se acompaña de un aumento del 25% y del 30% en el riesgo de muerte por enfermedad cardiovascular e ictus, respectivamente.
Esto se debe a que el cuerpo elimina el exceso de calor a través de la sudoración y del desvío del flujo sanguíneo, para que vaya más a la piel. En ambos procesos se requiere que el corazón trabaje más: tiene que bombear más fuerte y latir más rápido. Se ha estimado que en verano el corazón puede llegar a bombear de dos a cuatro veces más sangre por minuto que durante los meses invernales.
A todo esto habría que añadir que durante la temporada estival el incumplimiento terapéutico se eleva hasta en un veinte por ciento. El abandono del tratamiento no es banal, se puede traducir en una angina de pecho, en un infarto agudo de miocardio, en un ictus o en un episodio de insuficiencia cardiaca.
El calor, especialmente durante el verano, puede ser muy peligroso para personas mayores. Foto: Istock
Un carrusel hipertensivo
Los efectos del verano sobre el corazón a veces se comportan como una montaña rusa. Por una parte, rompemos la rutina de todo el año, los horarios son distintos, al igual que nuestros hábitos. Aumentamos las comidas con sal, ya que comemos más veces fuera de casa, acrecentamos el consumo de bebidas alcohólicas y, aquellos que son fumadores, tienen una tendencia a incrementar el consumo de tabaco. Todo ello se traduce en un aumento de las cifras de tensión arterial.
En el sentido inverso, durante el verano, como consecuencia del calor, se produce una vasodilatación arterial que provoca un descenso de la tensión arterial, en especial si la hidratación no es todo lo adecuada que debiera. En casos severos esta situación puede desencadenar, incluso, una pérdida de conciencia.
El efecto de la hipotensión arterial severa se observa en especial en aquellos pacientes que son hipertensos, que no se han hidratado correctamente y que, además, no han ajustado la dosis de los fármacos antihipertensivos.
Golpe de calor
Una de las situaciones más peligrosas que se pueden producir en verano es el golpe de calor, una situación de emergencia que es potencialmente mortal y que se produce cuando la temperatura de nuestro organismo supera los 40ºC.
El calor excesivo puede provocar confusión, irritabilidad, fatiga, náuseas y problemas cardiovasculares, en especial mareo y alteraciones del ritmo cardiaco. De producirse esta situación se debe buscar atención médica inmediata encaminada a prevenir cualquier lesión irreversible.
El calor excesivo puede provocar confusión, irritabilidad, fatiga, náuseas y problemas cardiovasculares
Para evitar sufrir un golpe de calor se recomienda no salir a la calle durante las horas centrales del día, hidratarse correctamente y evitar realizar ejercicio físico durante los días en los que se produzca un incremento de la temperatura.
Recomendaciones para evitar complicaciones
El objetivo de las medidas preventivas es evitar y mitigar los efectos negativos que el calor y las elevadas temperaturas pueden tener sobre el corazón y el aparato cardiovascular, en especial en los grupos más vulnerables, como son las personas mayores y los enfermos crónicos.
Durante los meses de verano es importante ajustar con el médico de cabecera y/o el cardiólogo la medicación antihipertensiva, en especial los diuréticos. Para ello habría que valorar, entre otras variables, el destino vacacional, si es un lugar de montaña a elevada altitud, si es un sitio especialmente caluroso…
Es importante llevar siempre consigo el informe médico en el que se especifique el diagnóstico y el tratamiento completo y actualizado, por si fuera necesario mostrarlo a algún profesional de la salud.
El calor excesivo puede provocar confusión, irritabilidad, fatiga, náuseas y problemas cardiovasculares. Foto: Istock
Hay que prever llevar la medicación que se va a necesitar durante las vacaciones, para que no falten comprimidos y haya que suspender parte del tratamiento. Al mismo tiempo hay que extremar las precauciones con el botiquín, evitando que los fármacos estén expuestos a una temperatura elevada que pueda disminuir su efectividad.
Así mismo, se debe evitar las horas de mayor calor, sin olvidarse de la protección solar; mantener una dieta saludable, en la que predominen frutas y verduras, y evitar la ingesta de alimentos salados, que incrementen las cifras de tensión arterial y favorezcan la retención de líquidos.
Hay que mantener una hidratación correcta, llevar ropa ligera, transpirable, y evitar la sudoración excesiva. En cuanto al alcohol, hay que subrayar que no se debe abusar de su consumo, ya que altera la fuerza contráctil de nuestro corazón, favoreciendo la retención a nivel pulmonar y favoreciendo la aparición de arritmias.
Es importante, así mismo, no abandonar la práctica del ejercicio físico, si bien es recomendable realizarlo durante las primeras horas de la mañana o las últimas de la tarde.
Por último, en aquellos casos en los que se realicen viajes transoceánicos se recomienza caminar durante el vuelo e hidratarse correctamente para evitar lo que se conoce como “enfermedad de la clase turista” y que no es otra cosa que una trombosis en las piernas.
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