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LA TRANSICIÓN EN COLOMBIA: UN MOMENTO EPOCAL

El momento epocal, empieza a configurarse con la paz como construcción política para superar los conflictos armados iniciados en los años sesenta


Podemos observar la época pasada y prever la futura, que esperamos sea larga y duradera. Sin embargo, el momento de hoy no es otro que un “momento epocal”, definido como el tramo donde se juntan dos épocas sucesivas de diferente contenido y significado, es decir, el tramo donde termina la época de la guerra y empieza la de la paz.

Carlos Arturo Velandia Jagua
Promotor de Paz

Las transiciones son procesos de cambio que tienen ocurrencia en la vida de las personas, las comunidades, las sociedades y desde luego en los países. Tienen ocurrencia para pasar de un modo de ser y estar cuando se trata de cambios en las personas, o de cambios estructurales para pasar de un modo de gobierno y forma de estado a otro; también las experimentan los países que han vivido guerras y para salir de ellas deberán hacer un largo tránsito de reformas y transformaciones, los cuales discurren, en las más de las veces, entre fuertes tensiones y contradicciones.

Las transiciones son adecuaciones y reformas que tendrán fuerte impacto en las estructuras, para poder pasar a nuevas, más modernas, más justas, más acordes con los tiempos, y más necesarias para superar hondas diferencias.

Las transiciones se expresan en los ámbitos de la política, la economía, las relaciones sociales y en las maneras en que se expresan las sociedades frente a sus expectativas de cambio, y están asociadas a cambios que superan lo formal o lo cosmético, van más a la profundidad y se asocian con los procesos de cambio de corte progresista. En ningún caso las transiciones se las asocia con procesos de retroceso o de retorno al pasado, a estos se los denomina regresiones o procesos de contrarreforma o contrarrevolucionarios.

En nuestro continente podemos observar en pleno desarrollo, importantes procesos de transición y regresiones en la mayoría de los países latinoamericanos, aún en los que han mantenido un statu-quo casi que inalterable como el de Colombia, donde vivimos desde los años noventa del siglo pasado un momento epocal.


Vivimos un momento epocal

La guerra en nuestro país ha sido el signo de los tiempos de las últimas generaciones que hemos nacido, crecido y vivido en medio de encrucijadas de violencias y del conflicto político-armado interno, generando toda una impronta en la vida de la inmensa mayoría de colombianos, que pesa en nuestra historia personal y familiar, así como en la del país. La historia de los países es la historia de sus pueblos.

Estamos en perspectiva de superar, tras la firma del Acuerdo Final de Paz del Teatro Colón, el 24 de noviembre de 2016, una larga guerra de cincuenta años. Esta situación está dando apertura a una nueva época, que de momento no alcanzamos a percibir sus alcances con nitidez, pero prevemos que será de implementación de los acuerdos, de trámite pacífico del conflicto social, de construcción de nuevas realidades políticas, de generación de procesos sociales territoriales, de empoderamiento de la voz del ciudadano y de construcción de convivencia sin el uso de las armas. Es decir, un proceso pausado y complejo de construcción de una nueva manera de vivir y de crear mejores relaciones entre ciudadanos, entre estos y las instituciones, y entre las instituciones y los territorios, inspirados en la equidad, la justicia social y el bienestar para todos.

En otras palabras, podemos observar la época pasada y prever la futura, que esperamos sea larga y duradera. Sin embargo, el momento de hoy no es otro que un “momento epocal”, definido como el tramo donde se juntan dos épocas sucesivas de diferente contenido y significado, es decir, el tramo donde termina la época de la guerra y empieza la de la paz. Es un intersticio en el tiempo histórico, en el que podemos advertir que la bomba del conflicto armado es cada vez más pequeña y con una mecha más larga, en tanto que la bomba del conflicto social es cada vez más grande y con una mecha más corta; dos bombas que hoy coexisten pero que muestran, cada cual, sus proyecciones y potencialidades futuras.

En suma, un momento epocal es el que nos permite ver el ensamble de acontecimientos que marcan la historia y modifican dramáticamente el futuro inmediato y de largo plazo. Es un momento de tránsito o de transición entre épocas claras, diferenciadas y reconocibles. La vieja época hizo y dio el protagonismo a los ejércitos, dio la palabra a los armados de los distintos bandos; la nueva época vendrá con otros protagonistas, como el ciudadano del común, dará la palabra a los movimientos sociales y políticos, a los partidos, a los parlamentos, pero también a los gremios, a las centrales de trabajadores, a las mujeres y los jóvenes, a las negritudes raizales e indígenas; y ya no serán las selvas las arenas de la confrontación, serán las calles, las plazas públicas y en los parlamentos en las que se dirimirán las tensiones sociales, las que le corresponde al Estado y al Gobierno tratar sin violencia y sin coartar libertades.

Los acuerdos de final de la guerra dejarán a la sociedad en el partidor, para que la ciudadanía pugne por las transformaciones y reformas, que la acerque a la justicia social, a la equidad, al bienestar y al bien ser. Ya no habrá pretextos ni excusas para no participar, como aquellas tan en boga en tiempos de la guerra: “No participo porque el Estado no me escucha”, “No participo porque la guerrilla ha cooptado mi discurso”, o “No participo porque eso a mí no me corresponde”. La nueva época será la de la ampliación y la profundización de la democracia, será la de la construcción colectiva y la de la democracia participativa. Una nueva época con características distintas a las descritas en la historia pasada y reciente, de las que queremos escapar.

Un momento epocal es como un corredor histórico, un zaguán que conecta dos épocas, una vieja conocida y una nueva por conocer, pero que se la desea; porque se espera que la carga de eventos negativos y acontecimientos que se juzgan como lesivos para las sociedades, queden atrás y no se repitan en lo sucesivo.


El momento epocal, empieza a configurarse con la paz como construcción política para superar los conflictos armados iniciados en los años sesenta; construcción que se inicia con el acontecimiento histórico de los acuerdos de paz pactados con las guerrillas revolucionarias en los años noventa, que dieron apertura a la Asamblea Nacional Constituyente y a un nuevo pacto social, la Nueva Constitución del año 1991.

Este acontecimiento permitió a la nación superar viejas normas ya desuetas incrustadas en el viejo cuerpo normativo, para adecuar el Estado y sus estructuras a las necesidades políticas y sociales de los tiempos de hoy. Obviamente no todos los problemas fueron resueltos, pero si los fundamentales, lo cual a su vez permitió avanzar en la cohesión social y en la profundización de la democracia.

La Nueva Constitución fue definida como un Tratado de Paz, signado por la nación colombiana, que hizo de la solución negociada del conflicto y del diálogo, como las vías más expeditas para el concierto, el avenimiento, el entendimiento y el acuerdo; en pro de superar nuestras más hondas diferencias incluidas las que se expresan de manera violenta.

Las paces de los años noventa del siglo pasado, crearon las bases para las paces de hoy, como la más reciente alcanzada con el ejército insurgente de las Farc – EP, el más portentoso y letal protagonista del largo conflicto armado interno colombiano, que hoy estamos en ciernes de superar mediante el diálogo y la negociación en el marco de la Paz Total.

Hoy cuando en Colombia la izquierda democrática ha logrado la más contundente victoria democrática, en todo su trasegar de luchas políticas y sociales, al alcanzar la presidencia de la República con un exguerrillero a la cabeza, con un programa progresista en el que se condensan aspiraciones, deudas impagadas y sueños reivindicadores para las clases y sectores sociales que configuran las mayorías que otrora Jorge Eliecer Gaitán llamara las mayorías nacionales, podemos decir que estamos ad portas de un nuevo país, de una nueva época en la que las hondas brechas que nos separan como nación se angosten y en las que las profundas diferencias se allanen.

La política de la Paz Total, propuesta por el actual gobierno del presidente Gustavo Petro, va a permitir cerrar el ciclo de las violencias asociadas a la política, mediante los diálogos políticos y negociaciones con las insurgencias del ELN y con las distintas organizaciones armadas denominadas disidentes y resurgentes del proceso de paz con las Farc – EP; así como con el diálogo judicial con las organizaciones denominadas y reconocidas como “multicrimen”, generando una nueva situación en el país de superación y de reducción de violencias, lo cual permitirá ampliar aún más la democracia, desarrollar más la inclusión, fortalecer la democracia participativa, resolver hondas fracturas sociales y de desarrollo en los territorios más distantes y de frontera de nuestro país; al tiempo que se trabajará por nuevos y más sólidos pactos sociales para asegurar los cambios y para no volver atrás.

Edición 821 – Semana del 22 al 28 de abril de 2023


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