LA JORNADA / OCIEL ALÍ LÓPEZ /
Con el reinicio, esperado de las negociaciones en México entre el Gobierno venezolano y la opositora de ultraderecha Plataforma Unitaria (PU), manejada por Washington, se abre paso normalización económica y política en el país caribeño.
Tras los buenos oficios del gobierno mexicano del presidente Andrés Manuel López Obrador las primeras reuniones entre los dos sectores políticos venezolanos en pugna dieron un exitoso resultado en el sentido de concretar un nuevo acuerdo que permitirá dar continuidad al diálogo y, sobre todo, aliviar en lo inmediato las necesidades más apremiantes de la inmensa mayoría de la población venezolana que se ha visto duramente golpeada por la criminal intervención a través de sanciones económicas, comerciales y financieras impuestas por Washington.
El principal punto de este entendimiento estriba en el desbloqueo de los fondos del Estado venezolano retenidos ilegalmente en el sistema financiero internacional a partir de que el neofascista expresidente Donald Trump decretó una serie de medidas unilaterales de aplicación extraterritorial, destinadas a destruir la economía de Venezuela y precipitar la caída de su gobierno, a semejanza de lo hecho con el prolongado e infructuoso asedio contra Cuba.
Como es sabido, la culminación de la estrategia golpista diseñada en la Casa Blanca se dio el 23 de enero de 2019, cuando el entonces diputado Juan Guaidó se autoproclamó presidente de Venezuela y, con el respaldo de Washington y sus aliados, comenzó a usurpar en organismos multilaterales los espacios del gobierno elegido democráticamente, así como a apropiarse de los fondos depositados por su país en el extranjero. La complicidad internacional con Estados Unidos y su títere Guaidó ha tenido episodios tan vergonzosos como el fallo judicial a favor de entregar las reservas de oro venezolanas resguardadas en Gran Bretaña a este personaje inefable.
El acuerdo alcanzado este sábado 26 de noviembre en la capital mexicana abre la esperanza de que se ponga fin definitivamente a esta saga de piratería con beneplácito y complicidad imperial, se avance en la impostergable recuperación económica de Venezuela y se dé un cauce democrático a las diferencias entre el chavismo y la ultraderecha de la nación caribeña.
La decisión de la Casa Blanca de aliviar las sanciones impuestas desde 2017 y autorizar algunas operaciones de empresas estadunidenses en el Estado petrolero es un paso positivo en este sentido. Sin embargo, en ningún momento debe perderse de vista que las medidas de presión financiera contra la nación venezolana son en todo punto ilegales y deben levantarse de manera incondicional por contravenir, entre otras disposiciones del derecho internacional, el artículo 19 de la Carta de la Organización de los Estados Americanos (OEA): “ningún Estado o grupo de estados tiene derecho de intervenir, directa o indirectamente, y sea cual fuere el motivo, en los asuntos internos o externos de cualquier otro. El principio anterior excluye no únicamente la fuerza armada, sino también cualquier otra forma de injerencia o de tendencia atentatoria de la personalidad del Estado, de los elementos políticos, económicos y culturales que lo constituyen”.
Las nuevas variables del juego político
Para que se haya reiniciado el diálogo entre el gobierno de Caracas y el sector de la ultraderecha venezolana orientada y financiada por Washington se han tenido que dar nuevas variables en el tablero del juego político que dejan prever que en esta ocasión hay más probabilidades de cerrar un acuerdo y acelerar la regularización del comercio petrolero venezolano, así como las relaciones diplomáticas del país, azotado por las diatribas internas y el bloqueo internacional.
Estas son las nuevas razones que han posibilitado este primer acuerdo:
Crisis mundial en la comercialización de materias energéticas
La principal modificación existente en torno a las condiciones para un diálogo en Venezuela es el tema geopolítico y los problemas que se han generado este año en la comercialización de petróleo y gas en el mundo.
El petróleo venezolano, que cuenta con las mayores reservas del globo, ya deja de ser prescindible para Occidente y comienza a perfilarse como una potencial fuente confiable y duradera de abastecimiento energético.
El presidente francés, Emmanuel Macron, se ha convertido en una especie de bisagra sobre el tema Venezuela. En 2019, no solo reconoció al cantinflesco Juan Guaidó como presidente, sino que le recibió en el Elíseo. Ahora dio la mano al presidente venezolano, Nicolás Maduro, en la COP27 y logró sentar a las partes el 10 de noviembre en París, lo que puede considerarse un precedente a la cita de reanudación de negociaciones en México.
Con el alejamiento de Arabia Saudita de Occidente, en materia de política petrolera, Venezuela está en capacidad de erigirse como un eslabón clave en la maltrecha cadena de suministros energéticos.
Por todo esto, si la presión internacional antes se basaba en derrocar al presidente Maduro hoy se concentra en procurar acuerdos para estabilizar la producción petrolera venezolana.
Las elecciones de medio término en EE.UU.
Si bien durante el año en curso la crisis energética ha requerido de la inclusión de Venezuela en el mercado petrolero, el pistoletazo final lo produce la elección de medio término en EE.UU. y también su resultado.
Parecía lógico que hasta tanto no se cumpliera dicho evento, la gestión del presidente Joe Biden sería muy cautelosa con el tema Venezuela debido a un previsible costo político, entendiendo que el desconocimiento a Maduro llegó a ser de consenso entre los dos plutocráticos partidos políticos estadounidenses.
Una vez acaecidas las elecciones, Washington tendrá mucha más libertad para actuar en este tema. El triunfo inesperado en el Senado del Partido Demócrata le permite al Gobierno aumentar su capacidad de maniobra.
Además, si vemos el resultado de Florida, en el que se impuso con un amplio margen el republicano Ron DeSantis, se podría interpretar que este ha dejado de ser un estado definitorio y en pugna como lo fue en comicios anteriores en los que un pequeño margen de ventaja local podría permitir llevarse la silla presidencial.
Biden ya no tiene que hacer concesiones al electorado latino de Florida y tendrá mayores posibilidades de atender las presiones de empresas petroleras como Chevron, que estima rentable reiniciar la producción en Venezuela.
Ahora, Florida pasa a constituirse en un estado donde los republicanos tienen una solidez irrebatible, y por ende, deja de ser un espacio en disputa para los demócratas. Recordando que uno de los motivos de la fuerte iniciativa de Washington contra Venezuela tiene que ver con la conquista del voto latino de Florida.
El “mantra” sale de la agenda
La oposición venezolana, después de tantos golpes, desaciertos y derrotas, ha madurado su agenda y ha sacado de ella todo vestigio que recuerde aquel famoso mantra que colocaba al “cese de la usurpación” y al “gobierno de transición” como sus demandas improrrogables.
Es decir, la oposición partía de la idea que el diálogo implicaba una capitulación del Gobierno venezolano, pero hoy las cosas parecen ser diametralmente opuestas.
La oposición parece tener mayor conciencia que, primero, ya no tiene la fuerza que le generaban sus aliados internacionales. Básicamente, una vez apartado Donald Trump de la Casa Blanca, ha quedado sin padrinos de peso.
Entonces, ahora los líderes de la derecha venezolana tienen demandas mucho más pragmáticas. Han cambiado una agenda maximalista por una minimalista que incluye condiciones básicas para poder operar de manera electoral sin tantas desventajas, sobre todo después que su política abstencionista les ha dejado sin peso político institucional y desde que muchos de sus dirigentes han sido inhabilitados y sus partidos intervenidos por poderes públicos.
Todo esto hace mucho más factible su disposición para llegar a acuerdos mínimos en comparación a sus exigencias originales.
Problemas de liquidez en el Gobierno
En esta ocasión el diálogo podría avanzar también porque, independientemente que haya habido cierta mejoría económica en Venezuela, la producción petrolera es aún muy baja, la industria estatal de crudo (PDVSA) no pudo cumplir sus propios objetivos en cuanto a su aumento y el Estado aún sufre una importante debilidad en materia financiera que le impide ofrecer sueldos medianamente dignos (siguen siendo los más bajos de toda la región) y cumplir su papel de garante de derechos.
Por ende, el Gobierno debe buscar financiamiento fresco y a la vez una inversión internacional que le apalanque su producción petrolera. Todo eso le ofrece la mesa de diálogo.
Fin del bloqueo sobre la mesa
Si bien Washington había dado algunas muestras tímidas de querer enmendar sus políticas contra Venezuela (había excluido de la lista de sancionados a algún funcionario de alto rango, trocado prisioneros con el Gobierno venezolano y permitido la comercialización de petróleo –aún con muchas limitaciones– a algunas empresas europeas como Eni y Repsol), el inicio de las negociaciones es especialmente esperado por la luz verde que podría otorgarle el Departamento de Tesoro a la empresa Chevron para que retome con fuerzas sus operaciones en Venezuela, lo que significaría el comienzo del desmontaje de la arquitectura de sanciones que pesan sobre el país.
Un ofrecimiento de esta magnitud por parte del Gobierno de EE.UU. resulta apetitoso para el Gobierno venezolano, que necesita una poderosa señal para entrar de lleno en la normalización económica y en el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con el mundo occidental.
La llegada de Petro a la Presidencia colombiana
El Gobierno colombiano de tinte neofascista, quien fuera el más belicoso actor contra su par venezolano, ha cambiado de signo político. Apenas posesionado, el presidente Gustavo Petro ha producido un viraje radical en las relaciones, convirtiéndose en un pivote para el reconocimiento internacional de su homólogo Nicolás Maduro.
Petro, en los pocos meses de su mandato, ha dado un vuelco a las relaciones diplomáticas: ha devuelto la empresa Monómeros al Estado venezolano, ha visitado Caracas, y junto a los presidentes Macron de Francia y Alberto Fernández de Argentina, logró sentar a las partes en París.
Se acercan las presidenciales
Ya las elecciones presidenciales, pautadas constitucionalmente para 2024, no parecen tan lejanas. Especialmente cuando el Gobierno de Maduro ha dejado abierta la posibilidad de un adelanto comicial.
Entonces, por un lado el Gobierno requiere dinero fresco y proyecciones positivas para poder adentrarse en una campaña electoral produciendo expectativas de mejoría real, lo que se le dificulta con la actual falta de liquidez.
Por el otro, la oposición lo que está demandando ya no son ideas quiméricas e ilusorias, sino condiciones mínimas para participar en la contienda electoral.
Al parecer, ahora ambos bandos requieren un acuerdo y el país, cansado de la diatriba y la crisis, les pide a sus políticos la responsabilidad suficiente para que lo logren prontamente.
Por todo ello, hay mayores condiciones para la negociación y resulta con mayor probabilidad que este encuentro en México avance satisfactoriamente y Venezuela recobre su estabilidad política y social.
La Jornada, México / Actualidad RT