El cambio climático es la mayor amenaza que se cierne sobre la humanidad y el mayor desafío a todos los gobiernos y a todos los seres humanos, más allá de doctrinas ideológicas, sistemas políticos y modelos económicos
Promover una cultura de concientización sobre la gravedad del desafío climático, y adoptar medidas concretas.
José Murat*
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Ninguna agenda de gobierno y ninguna tarea de la sociedad, a nivel internacional, debe preceder en importancia, en esta tercera década del siglo XXI, al necesario cuidado del medio ambiente y la reversión, o cuando menos la atemperación sustancial, del cambio climático en su vertiente de calentamiento global. No es materia de ideologías ni de filiaciones grupales, es una responsabilidad compartida.
El futuro nos alcanzó, las condiciones del planeta cambiaron abruptamente, y lo estamos presenciando en todas partes del orbe: por razones diversas, pero sobre todo como consecuencia de un capitalismo voraz que desatendió el entorno, con industrias que alimentaron el cambio climático a través de la Generación de Gases de Efecto Invernadero (GEI), especialmente las emisiones de CO2, se intensificaron los fenómenos naturales que han puesto en riesgo la viabilidad de la vida en la Tierra, y ya desde ahora con repercusiones graves en la seguridad alimentaria, la salud y el desarrollo sostenible de los seres humanos, especialmente en los países rezagados.
Según el último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (GIECC), el calentamiento de la Tierra está provocando mayores cambios en los modelos de precipitación, los océanos y los vientos, en todas las regiones del mundo y, en algunos casos, de manera irreversible.
Temperaturas cálidas extremas en países normalmente gélidos, o cuando menos templados como los que integran Europa; derretimiento de los polos a un ritmo acelerado y, en consecuencia, aumento del nivel del mar amenazando las zonas costeras; sequías prolongadas en lugares antes fértiles y productivos de distintos continentes; escasez de agua dulce y asequible para el consumo humano en grandes urbes, incluidas algunas de nuestro país, como Monterrey, y en menor grado varias más; incremento de los incendios forestales por el propio aumento de la temperatura, son sólo algunas de las manifestaciones más crudas y ostensibles del cambio climático.
Para expresarlo con referentes concretos y datos cuantitativos, y tener una idea más clara del tamaño del reto: la concentración de bióxido de carbono, el más abundante de los gases de efecto invernadero, el principal resorte del calentamiento global, alcanzó 413.2 partes por millón en 2020 y se sitúa en 149 por ciento de los niveles preindustriales.
El aumento del nivel del mar se aceleró desde 2013 y ha alcanzado un nuevo nivel máximo en 2021, a lo que se une el calentamiento y la acidificación constantes de los océanos, según un informe de la ONU.
Los incendios forestales se duplicaron en todo el mundo en los últimos 20 años, en particular en los bosques boreales, a causa del cambio climático, según un estudio publicado la semana pasada, elaborado conjuntamente por tres instituciones: Global Forest Watch (GFW), World Resources Institute (WRI) y la Universidad de Maryland.
En las últimas dos décadas, según esa investigación, los incendios han arrasado cada año alrededor de 3 millones de hectáreas, el equivalente a la superficie de Bélgica; 70 por ciento la superficie devorada por las llamas se concentra en los bosques más al norte, en regiones de Rusia, Canadá y Alaska, los mayores depósitos de carbono del planeta hasta ahora. Esta dinámica, concluye el estudio, puede provocar a mediano plazo que perdamos o degrademos estos importantes pulmones, los bosques, uno de los mejores medios de defensa contra el cambio climático.
Como consecuencia del calentamiento global, en la reciente ola de calor del mes pasado en Europa, las autoridades locales de España informaron que por lo menos 510 personas perdieron la vida por hechos atribuibles al aumento de temperatura, mientras en Francia y Reino Unido las temperaturas alcanzaron cifras récord, aunque no se dieron a conocer los saldos en pérdidas de vidas humanas. Sobre todo, en Gran Bretaña se vivió una emergencia general, pues se superaron por primera vez 40 grados centígrados, algo que no había sucedido nunca.
Ante esta situación de crisis al alza, todos los gobiernos, las organizaciones civiles y los ciudadanos en lo individual deben, en primer lugar, promover una cultura de concientización sobre la gravedad del desafío climático, y adoptar medidas concretas.
Es imperativo impulsar una nueva economía de sustentabilidad y empleos verdes, cuya premisa sea el uso racional de los energéticos de origen animal, el estímulo a la generación de energías limpias alternativas, la reducción del consumo de papel a partir de una nueva administración digital, medidas que converjan en una menor emisión de gases de efecto invernadero y calentamiento del aire, cuando menos una reducción de 55 por ciento de aquí a 2030, como plantea la Unión Europea, y limitar el calentamiento global a 1.5 grados Celsius, como sugiere el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático.
En suma, el cambio climático es la mayor amenaza que se cierne sobre la humanidad y el mayor desafío a todos los gobiernos y a todos los seres humanos, más allá de doctrinas ideológicas, sistemas políticos y modelos económicos. Trabajar ya, de manera conjunta y coordinada, es imperativo si queremos que haya una mañana para todos.
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* Presidente de la Fundación Colosio
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