Un grupo de científicos denuncia la indiferencia global ante la sexta extinción masiva de especies
Pablo Rivas
Bisontes europeos en una finca privada en Segovia. Álvaro Minguito
A pesar de que los ritmos de desaparición de especies se están acelerando, un estudio alerta de que la estructura de la Lista Roja de Especies Amenazadas, así como algunas tendencias opinativas, podrían estar quitando hierro a un problema alarmante y global.
Como ocurre con la crisis climática, la avalancha de datos sobre la pérdida de biodiversidad global es innegable. Desde la extinción masiva del Cretácico, un evento que acabó con tres cuartas partes de las especies animales y vegetales de la Tierra hace 66 millones de años, no se ha producido un ritmo de extinción de especies tan acuciado y alarmante como el que lleva ocurriendo desde la presencia del Homo sapiens sobre el planeta, especialmente desde la revolución industrial. La mano del ser humano comienza a acercarse al poder destructor del mismísimo meteorito que acabó con los dinosaurios, aunque no todo el mundo lo vea.
Tal como sucede en otras materias, el negacionismo también está aquí presente. Y por supuesto la indiferencia. Un nuevo estudio publicado en la revista Biological Reviews, elaborado por tres científicos adscritos al Centro de Investigación en Biociencias del Pacífico (Universidad de Hawai, EE UU) y al Instituto de de Evolución Sistemática de la Biodiversidad (Universidad de la Sorbona, París), ha analizado las últimas informaciones científicas en lo que respecta a la pérdida de biodiversidad del planeta y el grado de aceptación de lo que ya se considera como la sexta extinción masiva de especies.
“Aunque una considerable evidencia indica que existe una crisis de biodiversidad con extinciones crecientes y poblaciones que caen en picado, algunos no aceptan que esto equivale a una sexta extinción masiva”, denuncian en el paper, titulado La sexta extinción masiva: ¿hecho, ficción o especulación?
El grupo de investigadores señala que la forma de elaboración de la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), un instrumento clave para conocer el estado de la fauna y la flora global, es a menudo utilizada para restar importancia al problema y no considerarlo un evento de extinción masiva, “argumentando que la tasa de pérdida de especies no difiere significativamente de la tasa natural”, así como que las tasas de pérdida de especies han sido exageradas.
Asimismo, denuncian que hay voces que niegan este proceso, una tendencia que consideran que, debido a que los humanos son parte del mundo natural, las extinciones causadas por humanos son un fenómeno natural, una parte de la trayectoria evolutiva de la vida en la Tierra. “Algunos incluso abrazan” este enfoque, señalan, “con el deseo de manipularlo para el beneficio humano”, una tesis con la que los investigadores se muestran en absoluto en desacuerdo, recordando que los humanos somos la única especie capaz de manipular la Tierra a gran escala y conseguir que ocurra una crisis de semejantes proporciones.
Lista limitada
La Lista Roja de Especies Amenazadas estaría, para este grupo de científicos, muy sesgada en lo que se refiere a las especies que la forman: en ella se evalúa el estado de conservación de casi todas las especies de aves y mamíferos, pero tan solo una pequeña fracción de los invertebrados.
“La incorporación de estimaciones del número real de extinciones de invertebrados lleva a la conclusión de que la tasa supera con creces la tasa natural y que, de hecho, podemos estar presenciando el comienzo de la sexta extinción masiva”, señalan los investigadores en el artículo publicado en Biological Reviews. De hecho, remarcan que el uso de los datos de la Lista Roja conduce inevitablemente a la subestimación de las tasas de extinción, a excepción de las aves, los mamíferos y, probablemente, los anfibios.
“Es posible que la sexta extinción masiva aún no haya ocurrido, pero ya se han producido tasas elevadas de extinción y una gran disminución de la población y el rango, y como sea que se califique, la biodiversidad está cambiando a un ritmo mayor de lo que lo haría en ausencia de influencias antropogénicas”, concluyen.
En concreto, la Lista Roja incluye 120.372 especies de plantas y animales, pero eso supone solo el 5,6% del total de en torno a 2,14 millones existentes, según la propia IUCN acepta. El listado estaría, entonces, “fuertemente sesgado hacia los vertebrados no marinos, especialmente mamíferos y pájaros”, apunta el informe.
Mayoría invertebrada
Así, “muchos de los argumentos tanto a favor como en contra de la realidad de la sexta extinción masiva se han basado en análisis de vertebrados, principalmente mamíferos y aves, y en cierta medida anfibios, que han sufrido disminuciones y extinciones significativas”, señalan. “Los arrecifes de coral a veces se incorporan a dichos análisis, al igual que las plantas, pero los invertebrados rara vez se consideran”, continúan los autores del estudio.
Esto llevaría, según sus conclusiones, a que se haga la suposición implícita, o incluso explícita, de que las evaluaciones de las tasas de extinción de mamíferos y aves reflejan las tasas de extinción de toda la biodiversidad, cuando los invertebrados suponen el 97% del total de especies animales conocidas.
Incluso si se toma solo en consideración el grupo de los vertebrados, los datos son alarmantes. El último informe Planeta Vivo, realizado por el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), concluye que entre 1970 y 2016 las poblaciones de especies de vertebrados han disminuido una media del 68%. Dicho informe, que recoge múltiples indicadores, como el Índice Planeta Vivo elaborado por la Sociedad Zoológica de Londres, analiza el estado de 21.000 poblaciones monitorizadas de mamíferos, aves, peces, reptiles y anfibios.
Con 19 ediciones detrás y una abrumadora cantidad de datos, desde WWF señalan como conclusión que “la actividad humana insostenible está empujando los sistemas naturales del planeta que sustentan la vida en la Tierra al límite”.
“Como biólogos sistemáticos, fomentamos el fomento de la apreciación humana innata de la biodiversidad, pero reafirmamos el mensaje de que la biodiversidad que hace que nuestro mundo sea tan fascinante, hermoso y funcional se está desvaneciendo desapercibida a un ritmo sin precedentes”, concluye por su parte el grupo de investigadores sobre la aceptación social y científica de la sexta extinción masiva.
“Ante una crisis creciente, los científicos deben adoptar prácticas de arqueología preventiva y recolectar y documentar tantas especies como sea posible antes de que desaparezcan”, advierten, remarcando que “negar la crisis, simplemente aceptarla y no hacer nada, o incluso aceptarla en beneficio ostensible de la humanidad, no son opciones apropiadas y allanan el camino para que la Tierra continúe en su triste trayectoria hacia una sexta extinción masiva”.
Por Pablo Rivas
20 ene 2022
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