Más terrorífico es que hoy nuestro sistema de salud no esté preparado para asumir la defensa de la vida por no tener los recursos económicos, físicos y logísticos para brindar una óptima atención a todo aquel que la requiera.
Ni con la pandemia la salud se antepone a la guerra
Los paupérrimos subsidios entregados por el gobierno apenas mitigan el hambre, pero esta como verdugo cruel vuelve y aparece a la vuelta de la esquina...prepararse para seguir exigiendo cambios en las políticas sociales y económicas del país, ese el imperativo categórico. Debemos respaldar la lucha por nuestros derechos
Si bien el gobierno ha destinado algunos recursos para el sector salud, la cifra sigue siendo ínfima, sobre todo si compara con la relacionada con el tema bélico
Farid de Jesus Sanchez Gomez
Foto: Pexels
Como un gran logro califican diversos sectores de la sociedad la aprobación de 100.000 millones de pesos destinados para el sector salud, actor protagónico en el estado de emergencia sanitaria que atraviesa el país debido al COVID-19.
El jugoso rublo económico que estaba previamente destinado a la consecución de material bélico será utilizado para la noble causa de salvar vidas. La iniciativa general desde un comienzo consistía en exigir el traslado de un billón de pesos del sector defensa para el tan golpeado y deteriorado sistema de salud colombiano. Es importante mencionar que el presupuesto para defensa aprobado en el PGN es de 14,4 billones de pesos, así que exigir un billón de pesos es apenas una módica suma para subsanar el vilipendiado sistema de salud.
El gobierno, obedeciendo más a la irracionalidad, a la insensatez y al poderoso sector de la industria armamentística, anunciaba por medio de sus espadachines que la solicitud de destinar rublos de la guerra a la salud, realizada por 27 congresistas de la oposición liderados por el senador Iván Cepeda, era una descabellada y terrorífica idea. Más terrorífico es que hoy nuestro sistema de salud no esté preparado para asumir la defensa de la vida por no tener los recursos económicos, físicos y logísticos para brindar una óptima atención a todo aquel que la requiera.
La bancada de oposición, fiel a la defensa de la vida y de los intereses de los sectores más vulnerables, manifiesta que los recursos destinados para renovar la flota aérea del país se podrían suspender y que podrían servir en este momento para la adquisición de elementos y dispositivos para los médicos y enfermeras del país, población que no tiene las garantías necesarias para ejercer su trabajo. Esto es apenas una de las tantas deudas históricas que tiene la mal llamada dirigencia con la Colombia profunda.
Sin embargo, aún falta mucho en materia de políticas sociales. Los paupérrimos subsidios entregados por el gobierno apenas mitigan el hambre, pero esta como verdugo cruel vuelve y aparece a la vuelta de la esquina para atormentar la vida de los que resisten con el vaivén de un trapo rojo en las fachadas de sus casas.
La vida después de la cuarentena no será igual, la inmensa mayoría de colombianos seguirá desfilando ante la espantosa y cruel desigualdad, más evidente en estos tiempos de confinamiento. Mejor no lo puede describir el cronista barranquillero, Alberto Salcedo Ramos: “Por ahí leí que dizque la cuarentena es elitista y desigual. Hágame el favor. Lo elitista y desigual es la estructura del país. La cuarentena solo pone eso en evidencia”.
Hay que prepararse para seguir exigiendo cambios en las políticas sociales y económicas del país, ese el imperativo categórico. Debemos respaldar la lucha por nuestros derechos que hace la bancada de la oposición, ardua labor en el mar de la ineptitud. No es fácil arrebatar de la feroz boca del monstruo militarista, alimentado de muerte, sangre y destrucción, recursos para alimentar la prolongación de la esperanza y la vida.
Ante las dificultades, estrechar lazos y promulgar la dignidad nos hará fuertes.
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