EU tiene el consentimiento del presidente Iván Duque para usar sin restricciones las siete bases militares de Colombia, lo que hace de ese país una retaguardia estratégica y de apoyo para eventuales fuerzas interventoras.
EU y el cerco militar a Venezuela
Carlos Fazio
Caracas. En el contexto de una prolongada guerra híbrida imperial de desgaste, el sábado 23 de febrero, calendarizado como el enésimo Día D de la asediada República Bolivariana de Venezuela, resultó otro estrepitoso fracaso de la terrorista ultraderecha internacional que responde a los dictados de la Casa Blanca.
Inserto en una campaña de intoxicación (des)informativa mediática, con grandes cuotas de manipulación sicológica y propagandística, el primer día de la batalla del puente Simón Bolívar, en la frontera con Colombia, fue ganado por la alianza cívico-militar que defiende la soberanía y al gobierno constitucional de Nicolás Maduro, mientras en Caracas y otras ciudades del país, los invisibles para la prensa hegemónica –el chavismo bravío− salió con alegría a las calles a defender el proceso revolucionario; el poder popular fue más fuerte que la Internet y las fakenews fabricadas en los laboratorios de propaganda de la CIA y el Pentágono.
Pero la coyuntura sigue siendo peligrosa. Washington desplegó un cerco marítimo premeditado en torno a Venezuela, a lo que se suma el desplazamiento de aviones de transporte militar desde instalaciones en Estados Unidos (EU) donde operan unidades de Fuerzas de Operaciones Especiales y de la Infantería de Marina que se utilizan para acciones encubiertas.
Según develó el experto británico Tom Rogan en el diario Washington Examiner, la Marina de EU desplegó en el océano Atlántico frente a las costas de Florida, un Grupo de Ataque con Portaviones (CSG), cuya flota está compuesta por el portaviones USS Abraham Lincoln (CVN-72), un crucero misilístico y cuatro destructores, además de la fragata española F-104 Méndez Núñez,invitada a participar en los ejercicios Comptuex, presuntamente destinados a poner a punto a la formación previo a un despliegue militar. Las embarcaciones ensayaron un cruce por estrechos, maniobra necesaria para ingresar al mar Caribe, del cual lo separan escasos días de navegación.
A bordo del USS Abraham Lincoln,portaviones nuclear de la clase Nimitz, opera el Escuadrón Aéreo Embarcado (CVW) 7, equipado con los aviones Lockheed F-35C Lightning II, el cazabombardero más avanzado del arsenal estadunidense. Pero según Rogan, EU podría disponer, además, del portaviones USS Theodore Roosevelt y el navío de desembarco anfibio USS Boxer, que se hallan en San Diego, California, a menos de una semana de navegación de la costa del Pacífico colombiano. El USS Boxerlleva a bordo la undécima Unidad Expedicionaria de marines, una de las siete con que cuenta el Pentágono. Esa unidad tiene unos 2 mil hombres, capacitados como tropas de despliegue rápido.
Con la excusa de la ayuda humanitaria, EU puso en funcionamiento un puente aéreo desde la base de Homestead, sede del Comando Sur en Florida, a la localidad colombiana de Cúcuta, a 2 mil 600 kilómetros. En las operaciones se han usado al menos tres aviones de transporte militar pesado de largo alcance C-17 Globemaster III, con capacidad para 180 toneladas y hasta 100 efectivos.
Otras eventuales cabezas de playa del Pentágono son las islas holandesas de Aruba y Curazao, a escasos kilómetros de Venezuela, por lo que el 19 de febrero Maduro ordenó el cierre marítimo y aéreo con ellas por tiempo indefinido, ante posibles incursiones no autorizadas. Además, entre el 6 y el 10 de febrero se realizaron vuelos de aviones de transporte militar de EU hacia el aeropuerto Rafael Miranda, de Puerto Rico; la Base Aérea de San Isidro, en Dominicana, y otras islas del Caribe estratégicamente ubicadas en torno a Venezuela.
El cerco a Venezuela incluye a Brasil, cuyo presidente, Jair Bolsonaro, se comprometió a usar la ciudad de Boa Vista, en el limítrofe estado de Roraima, como centro de acopio de la ayuda humanitaria. No parece casual que el 7 de febrero, el jefe del Comando Sur de EU, almirante Craig Faller, visitara un comando del Ejército en Brasilia y la Base de Itaguaí de la Marina de guerra brasileña, tras pasar por la colombiana Cúcuta. Colombia es el primer socio latinoamericano de la OTAN y un general del ejército brasileño se integró este mes al Comando Sur de EU.
A juzgar por las características de las tropas movilizadas por EU, y tomando como experiencia los casos sirio y libio, puede manejarse como hipótesis que se intente la ocupación de una porción del territorio venezolano, por minúscula que sea, para establecer un territorio liberadoque permita instalar un gobierno paralelo más allá de los medios y las redes de Internet, como ocurrió hasta ahora con el fantoche Guaidó.
Entre los puntos manejados figuran el estado Falcón, a 20 millas náuticas de Aruba; Anzoástegui, por tener puerto, aeropuerto y el complejo petroquímico donde se refina 40 por ciento del petróleo de la Faja del Orinoco, y Táchira, en la frontera con Colombia. La fabricación de Cúcuta como epicentro de ayuda humanitaria, intentó ser usada el sábado como playa de lanzamiento de la agresión militar, con apoyo de paramilitares, malandros y la Policía Nacional de Colombia, además de militares de EU y Colombia camuflados, pero fracasaron. Se especuló incluso que la gobernadora de la entidad, Laidy Gómez, de Acción Democrática, podría defeccionar y plegarse a Guaidó para instalar una zona liberada. Pero Táchira podría ser un foco de distracción para atacar flancos como Bolívar, Zulia o la misma Caracas.
EU tiene el consentimiento del presidente Iván Duque para usar sin restricciones las siete bases militares de Colombia, lo que hace de ese país una retaguardia estratégica y de apoyo para eventuales fuerzas interventoras.
En ese contexto y sea cual fuere el objetivo de la movilización militar ordenada por la Casa Blanca −desde los preparativos de una agresión directa a otras medidas de presión sicológica, pasando por el intento de establecer un enclave en algún punto estratégico del territorio venezolano con fines secesionistas−, resulta innegable que EU ha movido sus fichas en la región para cercar a Venezuela por todas las vías a su alcance.
Fuente: https://www.jornada.com.mx/2019/02/25/opinion/017a2pol
El Cerco Militar de Estados Unidos a Venezuela
Por Red Digital
por Luis Manuel Arce.
El mundo debe estar alerta y abrir bien los ojos ante la inminente conversión de Venezuela en un Irak, una Libia o una Siria por una agresión militar de Estados Unidos en contubernio con Colombia y la OEA.
El Comando Sur tiene ya cercada a la patria de Simón Bolívar y la Colombia del presidente Juan Manuel Santos está jugando el triste papel de mercenario principal de una aventura que puede incendiar todo el continente y quebrar los sueños de la Celac de que América Latina y el Caribe sea la única zona de paz.
No son expresiones alarmistas. Las evidencias son abrumadoras y sus protagonistas no ocultan nada. Kurt Tidd, jefe del Comando Sur de Estados Unidos, adelantó en Colombia los propósitos de acciones militares contra Venezuela y aseguró que Bogotá y Washington seguirán trabajando para vencer amenazas en seguridad, pero no las argumentó.
La cobertura para movimientos militares de envergadura que no se pueden ocultar es el de siempre: un presunto combate contra el narcotráfico con el cual el Pentágono oculta planes de ataque a Venezuela en ejecución con el despliegue de la operación Atlas, que moviliza a unos 10 mil hombres de las fuerzas militares y policial en Tumaco y zonas cercanas a la frontera.
El general Tidd concreta lo instruido por el secretario de Estado Rex Tillerson, enviado de Donald Trump para anunciar al continente un elefántico retorno a la Doctrina Monroe de “América para los Americanos” (los yanquis), que pretenden restablecer con la derrota de la Revolución bolivariana sin importar el horrible y terrible genocidio que conlleva.
Eso explica la insólita decisión de la Mesa de Unidad Diplomática de retractarse de los acuerdos de paz alcanzados en República Dominicana y retirarse de las negociaciones.
Todo es muy peligroso y en esa locura el presidente Santos, el denominado Grupo de Lima y la OEA con Luis Almagro al frente, están jugando un papel mercenario que la historia les está tomando en cuenta.
Todo eso significa que el gobierno de Donald Trump ya comenzó la preparación de la guerra, y solamente basta para corroborarlo entrar en el Catatumbo del Norte de Santander, fronterizo con Venezuela, específicamente en las poblaciones de Tibú y el Tarra, y ver la movilización de grupos armados mercenarios que serán usados como carne de cañón.
Movilizaciones semejantes ocurren en Villa del Rosario donde las autodenominadas bandas de autodefensas se han expandido por los barrios como engranajes de una previsible invasión a Venezuela facilitada por Bogotá, y en áreas de Cúcuta, donde operan paramilitares con incursiones esporádicas en Venezuela, principalmente en Llano Jorge y San Antonio del Táchira.
Si tal preparación no ha causado más ruido es porque ya desde principios de este siglo, con la ampliación de las bases militares norteamericanas iniciadas en 2009 hasta sobrepasar la docena en la actualidad, hay un despliegue militar permanente que se ha ido incrementando año tras año con la creación de nuevos enclaves en la frontera con Venezuela y en torno a los antiguos territorios controlados por las ex Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, claves para una previsible invasión al vecino país.
Un lugar destacado parece asignado a dos bases militares estadounidenses de acción rápida instaladas en las comunidades de Vichada y Leticia, en el departamento colombiano de Amazonas, limítrofe con Venezuela por el suroeste del país, que forman un arco con las de Palanquero y Tolemaida en el interior, Malambo en la Costa Atlántica, Apiay y Larandia en los Llanos Orientales y Saravena ubicada en la línea fronteriza sobre el río Arauca, y la ubicada en la Bahía Málaga en la Costa Pacífica.
En el cerco a Venezuela, además, se integran las tropas de asalto norteamericanas acantonadas en las bases de control y monitoreo Reina Sofía, de Aruba, y Hato Rey, de Curazao, cuyo centro de operaciones estaría en la base de Palmerola, en la Honduras de los golpistas, a las que se suman las numerosas que mantienen en Panamá donde el Comando Sur está alistando personal de la Fuerza Aérea de Estados Unidos.
El gobierno de Trump, además, está ampliando su estructura militar contra Venezuela con una red de una veintena de radares de largo alcance, como el que opera en Tres Esquinas (Caquetá, Colombia). A ello se une el hecho innegable de que las Fuerzas Armadas colombianas son las mayores de Suramérica, superiores incluso a las del Brasil, y que Santos fue el ministro de Defensa que participó directamente en los nuevos despliegues militares estadounidenses que aún prosiguen.
El cerco militar a Venezuela, que la Casa Blanca ni siquiera se toma el trabajo de encubrir por la prepotencia superlativa de este gobierno es, contraproducentemente, una expresión del fracaso de las políticas aplicadas hasta ahora para derrocar al chavismo y la revolución bolivariana que ha sobrevivido contra viento y marea, bajo la conducción del presidente Nicolás Maduro.
Washington, Donald Trump, el Pentágono, los jerarcas del petróleo en Estados Unidos, los empresarios de ese gobierno, parece que han llegado al punto extremo previsible de estimar que la única solución aceptable para ellos pasa por la destitución de Nicolás Maduro y un cambio de régimen mediante el genocidio, y no por vías pacíficas como el camino de las urnas y la consulta del pueblo como se gestaba en República Dominicana.
Fuente: Alainet http://reddigital.cl/2018/02/15/cerco-militar-venezuela/