DOSSIER:
1. Cierran el cerco político
2. El desafío de los esclavos
3. Sin crimen ni pruebas ni hábeas corpus
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Piruetas pseudolegales para negarle sus derechos a Lula
1. Cierran el cerco político
Con un voto contradictorio y polémico –y no es la primera vez que lo hace–, Rosa Weber, magistrada del Supremo Tribunal Federal, liquidó, en la práctica, las posibilidades del ex presidente Lula da Silva de librarse de la cárcel.
Por Eric Nepomuceno
Tras casi seis horas de sesión Rosa Weber emitió el voto que dejó a Lula a un paso de la prisión. Imagen: EFE
Desde Río de Janeiro
La tensión que persiste en Brasil avanzó ayer de manera concreta. El más esperado de los once votos de la corte suprema, pronunciado por la magistrada Rosa Weber, liquidó, en la práctica, las posibilidades del ex presidente Lula da Silva de librarse de la cárcel.
Al contrariar, como admitió, sus convicciones personales y acompañar una decisión anterior adoptada por la mayoría de los jueces del Supremo Tribunal Federal, Weber negó a Lula un hábeas corpus preventivo.
No es la primera vez que la magistrada emite votos contradictorios y polémicos. Hace años, durante el juicio al ex ministro y hombre fuerte del PT, José Dirceu, Weber afirmó que a pesar de no tener prueba concreta de la culpa del acusado, lo condenaría “porque así me lo permite la literatura jurídica”. O sea, por convicción, aunque sin pruebas.
Las expectativas de la defensa de Lula estaban en la magistrada porque hace dos años, cuando el Supremo Tribunal Federal, contrariando a la misma Constitución de la cual se dice guardián, decidió que un condenado cuya sentencia sea confirmada en segunda instancia podría ser preso, el suyo había sido el más contundente de los votos por la minoría.
Cuando empezó la sesión, poco después de las dos de la tarde, se sabía que había cinco votos contrarios a Lula y cinco favorables. Las atenciones se concentraban en Weber precisamente a raíz de su oposición a permitir la prisión antes de que el condenado hubiese recurrido a todas las instancias, incluyendo la de la corte suprema.
Pero cuando faltaban veinticinco minutos para las ocho, y la sesión ya llevaba casi seis horas, Weber emitió el voto que dejó Lula a un paso de la prisión. Lo más sorprendente (si es que la excelentísima señora todavía sorprende a alguien) es que en su voto ella admitió que, cuando llegue al pleno de la corte un pedido generalizado contrario a la prisión antes de que se agoten todos los recursos, “podré rever mi posición”. O sea, votó en contra solo porque se trataba del ex presidente.
A propósito, llamó la atención de varios juristas y abogados la firme negativa de otra magistrada, Carmen Lucia, presidente de la corte, de llevar al pleno dos pedidos que tratan justamente de la prisión luego de la segunda instancia, y que pedían resolver la cuestión de fondo y no un caso determinado. O sea, Carmen Lucia concentró la atención del país, ya no para debatir un tema polémico, sino para poner el foco en la figura del candidato que aparece como favorito absoluto a ganar las elecciones de octubre y quien fuera el más popular presidente de las últimas seis décadas y media en Brasil. En la sesión de ayer esa decisión despertó contundentes críticas de algunos de sus pares, pero ella permaneció impasible.
Las alternativas de la defensa del ex presidente para mantenerlo lejos de una celda son exiguas, ínfimas. Podrán, a lo sumo, postergar por algún tiempo –días, quizá semanas, pero pocas– su encarcelamiento.
Lo de ayer concluye un cuadro que empezó a ser trazado en la misma noche que Dilma Rousseff, en octubre de 2014, derrotó a su adversario Aécio Neves, del mismo PSDB del ex presidente Fernando Henrique Cardoso. En ese momento empezó un plan que incluyó una serie de maniobras en el Congreso para impedir que la presidenta, de conocida inhabilidad para las lides de la política cotidiana e infame, gobernase. El paso siguiente fue destituirla, frente a la omisión cómplice del mismo Supremo Tribunal Federal reunido ayer. Instalada en la presidencia una pandilla encabezada por Michel Temer, faltaba el paso final: liquidar a Lula e impedir que retornara a la presidencia.
Bueno, ese paso final se dio ayer.
Lo que nadie sabe es lo que vendrá. Al fin y al cabo, los golpistas no tienen candidato viable. El empresariado y los dueños del capital lo saben. La posibilidad de que un troglodita energúmeno y de extrema derecha, el capitán retirado y diputado Jair Bolsonaro, salga vencedor en las urnas es concreta, como concreta es la posibilidad de que la suma de votos en blancos, nulos y abstenciones supere el caudal electoral de los candidatos.
Ayer Brasil empezó a dejar de ser un país a la deriva para transformarse en país náufrago.
Lula es el Espartaco de Brasil
2. El desafío de los esclavos
Martín Granovsky
Imagen: EFE/Marcelo Chello
Decía el hashtag que circulaba anoche en Twitter, mientras la Corte Suprema de Brasil se aprestaba a dar luz verde para la prisión de Luiz Inácio Lula da Silva: #LulaValeALuta. Literalmente, Lula, vale la lucha. Era un ejercicio de la voluntad que buscaba sintonizar con el de Lula. A los 72 años, el ex presidente se mueve con la energía de un chico. Incluso hace fierros para soportar caravanas, actos y, como mínimo, un discurso de 45 minutos por día. Lula tiene la determinación de Espartaco, el esclavo que en el 73 antes de Cristo lideró en Roma una rebelión de los esclavos.
Sin voluntad ninguna política es posible. Tampoco sin esperanza. Pero ni la decisión ni el sentimiento pueden omitir el análisis realista de los hechos: la simple chance de que Lula pueda ir a prisión es en sí misma una catástrofe para Brasil y para toda América Latina. Hay diez motivos para pensar así:
- La sentencia de la Corte por seis a cinco convalida la verosimilitud del fallo sin pruebas del juez Sergio Moro, confirmado en segunda instancia por un tribunal de Porto Alegre.
- La Corte bendijo la Justicia utilizada como arma persecutoria contra el líder popular más grande del continente. Carmem Lúcia, la presidenta de la Corte, la que desempató el cinco a cinco, es una figura mimada por el establishment. Si alguien quisiera comprobar la trama del golpe bastaría con examinar sus interlocutores frecuentes: directivos del la Red Globo (monopolio en la tevé abierta), el banco Itaú, Gol, constructora MRV, Electrobras, Mittal Aceros. Es decir los grandes medios, las grandes empresas y los grandes bancos, que dirigieron el golpe parlamentario de 2016 contra Dilma Rousseff utilizando como herramientas a funcionarios de la Procuración, de la Policía Federal y del Poder Judicial.
- Lula no es cualquier líder. Es el que condujo a 36 millones de pobres hacia el consumo, la educación y la autoestima en solo ocho años, desde el primer día de 2003 hasta el último día de 2010. Son 36 millones dentro de los 230 millones que viven en uno de los mayores países del mundo.
- Lula no es solo una leyenda. Todas las encuestas lo dan como ganador en primera y segunda vuelta para las presidenciales del 7 de octubre.
- Lula no tiene relevo. Ningún dirigente del Partido de los Trabajadores pinta con fuerza como candidato. Si la Justicia Electoral le cierra definitivamente el camino, cosa que puede ocurrir el 15 de agosto, el PT debe confiar en que el dedo de Lula bendiga a un postulante y lo levante. Pero nunca será Lula.
- El PT es un organismo colectivo pero con la prisión de Lula perdería la fórmula mágica para octubre: este Luther King que en 2002 contó su sueño de tres comidas por día para todos los brasileños y ahora narra, todos los días, el sueño de recuperar los derechos sociales que se están perdiendo con el gobierno de facto de Michel Temer.
- Lula es el símbolo del gatillo fácil de la Justicia. Cualquiera puede ir preso sin motivos. Hasta el tipo más popular de una nación.
- Para extirpar lo que significa Lula --los sindicatos, los movimientos sociales, el Estado fuerte, la banca pública, Petrobrás-- las élites están recurriendo a la violencia directa. Los nueve tiros del killer que mató a la concejal de Río Marielle Franco no quisieron representar un accidente. Buscaron dejar en claro que era un asesinato profesional.
- Sería un error poner al Ejército como la vanguardia de las élites. La vanguardia es esa constelación de bancos, grandes medios y funcionarios judiciales. Pero los militares avanzan como factor de poder interno, cumpliendo el encargo de transformar en escenarios de guerra los conflictos sociales. Clima de época: la policía bonaerense de Lanús, que practica razzias en comedores y colectivos, es pariente directa de las policías asesinas de Río y San Pablo.
- Con el fallo de la Corte terminó la primera etapa del golpe, iniciada con el derrocamiento de Dilma. Esta segunda etapa busca estabilizar un modelo de injusticia persistente en el tiempo. Y para eso es necesario extirpar lo que un senador brasileño llamó “la raza maldita”, o sea el PT y sus obreros con ínfulas de gobierno.
En Brasil los esclavócratas reciclaron una ideología de dominación basada en la esclavitud, que el país pudo dejar recién en 1888. Tarde, muy tarde. Tal vez porque esa inercia pueda ser vencida solo en décadas, y no en años, es que los brasileños de hoy simpatizan con Lula pero no se comprometen en la calle por él ni por ellos. Por si algún día llegaran a hacerlo es que los esclavistas brasileños ya no dan más vueltas. Vieron que su único camino era jaquear a Espartaco y neutralizarlo.
En los últimos años, desde que dejó la presidencia, Lula lee biografías. Es el género que más le gusta. ¿Habrá leído el “Espartaco” del norteamericano Howard Fast? El novelista terminó su libro en 1951 pero lo había empezado a diseñar mentalmente mientras estaba en la cárcel. Lo apresaron porque no había querido delatar a los miembros de la solidaridad con los republicanos españoles. No consiguió editor y la publicó por su cuenta, con dinero prestado, hasta que vendió millones de ejemplares. Es interesante la obra. En un momento el escritor se detiene a contar cómo son las fuerzas de Espartaco. Las describe así: “Un ejército que debe alcanzar la victoria, ya que no hay puentes por los que pueda retroceder ni tierra en que pueda encontrar refugio o descanso”. Una fuerza sin vuelta atrás. Lula parece consciente de que ése es su destino y, como no es un mesiánico, ahora quiere persuadir al pueblo brasileño de que, si vuelve atrás, le costará una enormidad recuperar una vida digna. Otros 500 años, tal vez.
El desafío de Brasil es tan inmenso como su tragedia.
Sin crimen ni pruebas ni hábeas corpus
Emir Sader
Imagen: AFP
En los últimos días la derecha brasileña había entrado en un estado de desesperación. Después de imponer en la agenda política la posibilidad de la prisión de Lula, descontando una decisión que creían segura del Supremo Tribunal Federal de Brasil, sus sueños habían empezado a debilitarse. Un conteo preliminar de los votos del tribunal parecía favorecer a Lula, sugiriendo un quiebra del consenso de Curitiba que se había impuesto hasta ese momento. Un consenso jurídicamente absurdo, de condena sin crimen ni pruebas, configurando claramente una persecución política, basada en el lawfare –el uso unilateral de leyes para la perseguir a adversarios políticos–. Nadie tiene dudas de que el juez Sergio Moro es un adversario político feroz de Lula, que le ha negado todo tipo de recursos, que lo trata de forma racista y discriminatorio, que frecuenta, de forma amigable, a fiestas con dirigentes de los partidos de derecha, ninguno de los cuales ha sido tan siquiera acusado por el juez y sus colegas.
El clima era de gran expectativa. Una Revista semanal de la derecha advertía que si Lula recibía el hábeas corpus se terminaba el caso Lava Jato, confesando que ese operativo anticorrupción dependía de la violación de la Constitución que dice expresamente que la prisión de un acusado solo se daría una vez concluidos todos los recursos. Pasa que el mismo STF, involucrado en el clima de arbitrariedades que la Lava Jato había impuesto al país, había decidido, en varios casos, por la prisión antes que se agotaran todos los recursos. Pero, rompiendo con esa práctica, había anticipado que, en el caso de Lula, volvería a hacer valer el precepto constitucional, concediendo el hábeas corpus.
En los días previos a la sesión de ayer los medios habían usado todos sus recursos para intentar crear un clima de presión sobre el STF, desde el anuncio de movilizaciones de docenas de personas como si fueran miles, hasta publicar editoriales exigiendo la prisión de Lula. Quedó claro que solo por la vía judicial pueden impedir que Lula vuelva a ser presidente de Brasil.
Como elemento nuevo, oficiales de las FF.AA. pasaron a manifestarse abiertamente en favor de la prisión de Lula. Hasta el mismísimo comandante en jefe del Ejercito se sumó al coro, diciendo que la institución no aceptaría que la Justicia sea tolerante con la corrupción. Sus dicho representan la repolitización de las FF.AA., que se han otorgado una amnistía, al final de la dictadura, que representa precisamente la tolerancia total con todos los crímenes que los militares han cometido en los as de 20 anos de dictadura. “Intolerancia con la corrupción” debería significar la anulación esa amnistía y el pasar a juzgar a todos los crímenes de la dictadura. Pero ahora es solo una frase que se sumar a la persecución política de Lula y nada más.
Las reacciones negativas han venido de varios lados, incluso de la red Globo. En una editorial, ese medio criticó al comandante en jefe de la Fuerza Aérea y de otros sectores formadores de la opinión pública por aceptar la impunidad respecto a políticos de derecha, como Michel Temer y Aecio Neves, entre otros, mientras que, súbitamente, muestran preocupación por el caso de Lula.
El clima ha vuelto a ser tenso en Brasil y en todo el país, fomentado por los medios, en particular por la red Globo, que actuó como si se estuviera en las vísperas del golpe de 1964, cerrando su principal noticiero con la amenaza del golpista del comandante en jefe del Ejército - antes de decir lo contrario al día siguiente.
En ese clima el STF falló en contra de Lula. Caben todavía recursos y, aun siendo rechazados, como se espera, queda la decisión política en manos de Sergio Moro, de definir si decreta la prisión de Lula. Lo cual produciría una inmensa conmoción, por ser el único líder político nacional en Brasil, por tener 40 por ciento de apoyo en las encuestas, como lo han confirmado sus Caravanas por todo el país.
Una fantástica farsa jurídica alrededor de un departamento que nunca fue de Lula, que acaba de ir a subasta, con lo recaudado para la empresa que es la real propietaria del inmueble. con eso se generó un proceso absurdo, sin pruebas, con una condena en base a las “convicciones” de quienes lo tratan como enemigo político.
Si Lula fuese preso se entraría en un período todavía más turbulento de la vida política brasileña. De ahí a que, a lo mejor, no se atrevan, pero mantengan lo que más le importa a la derecha brasileña: tratar de impedir que Lula sea candidato a la presidencia del país.
Fuentes:
https://www.pagina12.com.ar/106042-cierran-el-cerco-politico / https://www.pagina12.com.ar/106108-el-desafio-de-los-esclavos / https://www.pagina12.com.ar/106041-sin-crimen-ni-pruebas-ni-habeas-corpus