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MEDIDAS ASISTENCIALES NO COMBATEN LA DESNUTRICIÓN INFANTIL, TALLA BAJA EN NIÑOS REVELA CRÍTICA DESNUTRICIÓN



La desnutrición crónica en la primera infancia rural era del 17 % y en la urbana del 11,6 % en 2010.

Ernesto Durán Strauch, profesor asociado, coordinador Observatorio sobre Infancia 
Universidad Nacional de Colombia 

Aunque entre 1990 y 2010 este problema se redujo casi en un 50 %, al pasar del 26,1 % al 13,2 %, la estadística sigue siendo alta para un país con un ingreso per cápita cercano a los 24 millones de pesos. Esta situación evidencia la deuda histórica del país con la niñez, especialmente la indígena y la rural.

“Un niño que muere de hambre es un niño asesinado”, Jean Zigler, ex relator de la onu por el Derecho a la Alimentación

Entre enero y abril del presente año, cada día y medio, murió un niño por des-nutrición en Colombia. Según el Boletín Epidemiológico Nacional, de las 77 muer-tes ocurridas en el primer cuatrimestre del año, 18 sucedieron en La Guajira, el resto en 21 departamentos, e incluso en Bogo-tá fueron reportados dos fallecimientos (ver tabla). Si se comparan estos da-tos con el mismo periodo de 2015, con 63 casos, hubo un incremento del 12 % de los casos entre un año y otro.

El 58,4 % de los casos fueron menores de un año, el 88,3 % pertenecían al estrato eco-nómico uno, 22,1 % no estaban afiliados a la Seguridad Social y el 84,4 % de sus madres tenían bajo o ningún nivel educativo. Además, el 54,5 % eran niños indígenas, quienes tienen 24 veces más riesgo de morir por desnutrición que un niño o niña de la población general.

Por eso, las duras imágenes que han cir-culado en los medios de comunicación en estos meses han servido para despertar la consciencia del país sobre este grave pro-blema; no solo porque muestran la gravedad del hambre de los niños y sus familias, sino porque evidencian las pésimas condiciones en que viven y que son al final las que explican el porqué de estas muertes.

Si bien se ha dado a entender que el pro-blema es reciente y debido a factores cir-cunstanciales, como la sequía o el cierre de la frontera entre Colombia y Venezuela, las estadísticas muestran que hay una deuda histórica con la niñez, mayor en los territorios donde habitan las comunidades indígenas y los campesinos más pobres.

La Encuesta Nacional de Demografía y Salud (ends) 2010 mostró a La Guajira como el departamento con mayor desnutrición crónica severa en la primera infancia (niños con alteración significativa en su crecimiento) con un preocupante 9 %, seguido por Vaupés



Casos notificados de muertes asociadas a desnutrición en menores de cinco años por lugar de residencia a 30 de abril de 2016



(8 %) y Cauca (7,5 %), todos muy por arriba del promedio nacional que era del 2,7 %. Esto equivale a más de 60.000 niños, quienes están en riesgo de morir a consecuencia de desnutrición severa.

Asimismo, la Encuesta Nacional de Situación Nutricional en Colombia (ensin, 2010), último estudio nacional sobre la situa-ción nutricional, mostraba que para ese año Colombia tenía un 13,2 % de desnutrición crónica en menores de 5 años. Es decir, más de medio millón de niños pre-sentaban carencias nutricionales importantes que habían limitado su crecimiento.

Si bien el fenómeno en 20 años (entre 1990 y 2010) disminuyó casi el 50 %, al pasar del 26,1 % al 13,2 %, estos datos aún son muy altos para un país con un ingreso per cápita cercano a los 8.000 dólares (alre-dedor de 24 millones de pesos).

Emergencia humanitaria

La desnutrición es un claro reflejo de las inequidades existentes en el país. Por ejemplo, en 2010 la desnutrición crónica en la primera infancia rural era del 17 % y en la urbana del 11,6 %. Esta misma era del 31,3 % para los hijos de madres sin educación y del 7,8 % para hijos de madres con educación superior.

La desnutrición infantil no solo causa la muerte, también múltiples consecuencias, como lesiones cerebrales, retardo en el desarrollo psicomotor, disminu-ción en el desempeño intelectual y en la capacidad de trabajo físico en la edad adulta, así como mayor frecuencia de enfermedades en el ciclo vital. Todo lo anterior redu-ce la capacidad de los individuos de generar ingresos y aportar al desarrollo del país, lo que a su vez genera el riesgo de que sus hijos sean también desnutridos.

Los costos asociados a esta pro-blemática son altos no solo para los individuos, sino para toda la sociedad. Se calcula que la desnu-trición le cuesta al mundo entre el 2 % y el 3 % del pib, según la fao.

Dentro de los objetivos del desarrollo sostenible, el mundo se ha propuesto poner fin al hambre para el año 2030. Naciones con el nivel de desarrollo actual de Colombia han podido erradicarla, pero el país no puede esperar 14 años para lograrlo, necesita políticas sociales y económicas que cambien esta situación antes de 2020. 

Aunque desde mediados del siglo XX el país ha desarrollado políticas para combatir la desnu-trición infantil, han sido de corte asistencial y, por tanto, resultan insuficientes para atacar las cau-sas estructurales, como pobre-za, desempleo, desigualdad en el acceso de servicios públicos, etc. Si bien estas medidas, sumadas a la mejoría en el nivel de ingresos de las familias, han contribuido a la disminución del problema, tanto en su magnitud, como en su severidad, persiste en niveles muy preocupantes que ya rozan la emergencia humanitaria. 

La visibilidad que ha tenido el tema en los medios de comuni-cación ha hecho que se priorice en la agenda pública. Sin embar-go, las respuestas siguen siendo coyunturales, orientadas más a disminuir las muertes que a la pre-vención, detección e intervención temprana del problema, sin tocar las causas de fondo. Para ello, se ha optado por una atención foca-lizada de tipo clínico terapéutico centrada en los casos más severos de desnutrición aguda, a los cuales se les suministra una suplemen-tación durante un periodo. 

Los niños tienen derecho a recibir una nutrición adecuada desde su gestación y es obligación de todos garantizar este derecho, como lo evidencian los datos pre-sentados está lejos de ser una rea-lidad. Las medidas paliativas no son suficientes, la construcción de un país en paz pasa por la garantía efectiva del derecho a la seguridad alimentaria y nutricional para cada uno de los niños y niñas del país (los nacidos y los que nacerán en los próximo años), sin ninguna discriminación. 
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palabras clave: desnutrición, política, inequidad social. Consúl-telas en www.unperiodico.unal. edu.co

Baja talla en niños revela crítica desnutrición en Caldas 

Irina Juliao Rossi, Unimedios Manizales 

El retraso del crecimiento como consecuencia de este fenómeno es más notorio entre los menores de cinco años que habitan en Maniza-les y el área metropolitana. Además, una inadecuada alimentación, el poco acceso a servicios de salud y saneamiento básico al agua y el desempleo de los progenitores son algunas de las causas. 

La problemática por desnutrición en el país no afecta solamente a las regiones más apartadas. Aunque hace algunos meses la muerte de 14.000 

foto: Andrés Almeida/Unimedios 

El 46,9 % de los menores de cinco años de la Subregión Centro Sur de Caldas registran medidas por debajo de los patrones de la oms. niños wayúu menores de cinco años por desnutrición en La Guajira encendieron las alarmas sobre esta situación, en otros departamentos como Caldas, en 2010, fueron registradas 147 muertes de infantes.

El indicador más preocupante, el cual evidencia la gravedad del problema, es el crecimiento de los niños. Según la Organización Mundial de la Salud (oms) los menores entre uno y cinco años de edad son considerados saludables si pesan entre 10 y 18 kilogramos. Además, la talla ideal oscila entre 76 y 106 centímetros.

Una investigación conjunta, adelantada por la Universidad de Caldas, la Universidad Nacional de Colombia (un) y la Gobernación de Caldas comprobó que estos parámetros no se cumplen en 4.817 niños de los 33.244 hogares registrados en el Sistema de Identificación y Clasificación de Potenciales Bene-ficiarios para Programas Sociales (Sisbén).

La proporción más alta de incumplimiento en el estándar de referencia se encuentra en la Subregión Centro Sur (integrada por Manizales, Neira, Palestina, Villamaría y Chinchiná) con el 46,9 % de menores de cinco años que registran medidas muy por debajo de los patrones de la oms, seguido por el Magdalena Caldense (Samaná, La Dorada, Victoria y Norcasia) con un 18,2 %; mientras en el Norte (Aguadas, Pácora, Aranzazu y Salamina) solo es el 10 %.

Los investigadores José Hernán Parra, del Depar-tamento de Matemática y Estadística de la Univer-sidad Nacional de Colombia (un) Sede Manizales, y María Victoria Benjumea, líder del Grupo Materno Perinatal de la Universidad de Caldas, detallan que la manifestación del retraso en el crecimiento de los niños se evidencia con alteraciones del desarrollo neurológico, deterioro cognitivo permanente, un sistema inmunitario debilitado y susceptibilidad –cuando alcanzan la edad adulta– a enfermedades cardíacas, algunos tipo de cáncer y diabetes.

De igual manera, subraya la doctora Benju-mea, “la desnutrición crónica (pérdida de las reservas orgánicas acumuladas por la ingesta, manifestada por la carencia calórica–proteica) y el destete antes de los seis meses de vida provocan infecciones frecuentes y tempranas como diarreas y bronquitis”.

Durante su visita a Colombia, Anthony Lak, direc-tor ejecutivo de Unicef, afirmó que uno de cada diez niños sufre desnutrición crónica en Colombia. Este dato no es considerado “anormal" en el conjunto de América Latina y es menor que en África o Asia. Sin embargo, subrayó, el retraso en el crecimiento trae consecuencias irreversibles para el resto de sus vidas.

Precisamente, cifras de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricul-tura (fao) constatan que con 161 millones de niños menores de cinco años que sufren desnutrición crónica, el coste en lo económico es entre el 2 % y el 3 % del pib mundial, debido a su impacto en el de-sarrollo humano, la productividad y el crecimiento de las economías de los países afectados.

SobrevivIR con 6.000 pesos diarios

El estudio, apoyado en la base de datos del Sis-bén, se complementó con información y variables de los estudios ejecutados durante 2014 entre la un Sede Manizales, la Dirección Territorial de Salud sobre Estado Nutricional de la población caldense y el Estudio de Línea de base para la reducción de la pobreza en el departamento de Caldas, elaborado por el Programa Mundial de Alimentos en 2010.

“A partir de esa información fueron recodificadas las variables demográficas, socioeconómicas, acceso a salud, vivienda, pobreza, educación, mercado laboral, entre otras, para determinar el análisis antropomé-trico, es decir, la talla para la edad de los menores de cinco años, a través de un software que utiliza la oms para estipular los patrones de crecimiento”, explica el profesor Parra.

De esta manera, se concluyó que los hogares con mayor probabilidad de tener menores de cin-co años con retraso del crecimiento son aquellos que presentan ingresos inferiores a 200.000 pesos mensuales, es decir, sobreviven con unos 6.000 pesos diarios. Esta situación, afirma el docente de la un Sede Manizales, surge en lugares caracterizados por hacinamiento. Asimismo, la carga del hogar, madres cabeza de familia y por lo menos algún integrante de esta, permanece en situación de des-empleo desde hace seis meses y más (desempleo de larga duración).

Por otro lado, los hogares críticos donde residen los menores no tenían cobertura de salud, servicios básicos como agua proveniente del acueducto, ni alcantarillado, así como neveras para almacenar y proteger sus alimentos.

“Hay hogares críticos o de clase dos, que viven en la cabecera de Villamaría, Chinchiná y Palestina con acceso al acueducto, pero con integrantes sin cobertura de salud”, sostiene el docente.

Por eso, los expertos coinciden en señalar que el problema de la desnutrición hay que examinarlo más allá desde el campo de la salud, porque también está relacionado con la pobreza, un factor que im-plica otros aspectos que, a su vez, afecta la calidad de vida de las personas.

“Esta situación no debe abordarse solamente con estrategias como el kit de alimentos, al me-nos en Caldas, pues no son medidas efectivas para contrarrestarla. Hace falta apostar por mejorar las condiciones de vida de la población vulnerable, desde garantizarles eficientes servicios públicos hasta ocupación laboral a los adultos que cuidan a los niños”, precisa el profesor Parra.

Las cifras de desnutrición crónica aumentan pro-gresivamente en Caldas (del 13,5 % al 14,15 %) y supe-ran las del país (a saber, Caldas: 14,15 % y Colombia: 13,2 %). Según los investigadores, urge el desarrollo de un plan efectivo de prevención; para ello, los resultados del estudio adelantado sirven como indicador de las condiciones de calidad de vida de la población vinculada al Sisbén en este departamento.

palabras clave: desnutrición, pobreza, mortalidad infantil. Consúltelas en www.unperiodico.unal.edu.co
http://www.unperiodico.unal.edu.co/uploads/media/UNPeriodico200-1.pdf

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