El libre comercio es la causa de la crisis agraria
Por: JORGE ROBLEDO-SENADOR
Los recientes paros han desatado todo un debate en torno a la influencia o no de los Tratados de Libre Comercio en el delicado momento que vive el agro colombiano.
Algunos niegan que el libre comercio sea la causa principal de la mayor protesta agraria de la historia de Colombia. Para ello mencionan solo lo ocurrido con el TLC con Estados Unidos y concluyen que “tan pocas” importaciones no pueden explicar los reclamos de campesinos, indígenas, jornaleros y empresarios.
Pero es sabido que un aumento en la oferta relativamente pequeño puede hundir el precio de un producto, si el mercado está abastecido y el comprador puede imponerse, como pasa con la leche y la papa. Y no es “poco” que las exportaciones agropecuarias de Estados Unidos a Colombia aumentaran en toneladas en 95 por ciento en el primer semestre de 2013, ventas que cada año serán mayores por el desmonte de la protección.
El libre comercio no empezó en Colombia con los TLC con Estados Unidos y la Unión Europea –200 mil millones de dólares en subsidios agrícolas anuales. Van más de diez tratados con otros países y esa política arrancó con la apertura a las importaciones de César Gaviria. Por ella desaparecieron cerca de un millón de hectáreas de cultivos transitorios (algodón, trigo, cebada, sorgo, soya, maíz, granos) que nunca se recuperaron. Si el resto del agro no colapsó fue porque se mantuvieron aranceles de protección en arroz, cárnicos, lácteos, oleaginosas, papa, azúcar y hortalizas, los mismos que vienen desapareciendo con los TLC suscritos y la Alianza del Pacífico, como lo muestra el otro millón de hectáreas de agricultura eliminada entre 2000 y 2012. Y la crisis del café también nace del libre comercio, que eliminó los acuerdos de cuotas en la OIC.
A la par con el abaratamiento de las importaciones, el libre comercio –o neoliberalismo o Consenso de Washington o FMI–, desmontó o empeoró los precios de sustentación, los créditos subsidiados, la investigación científica, la asistencia técnica y el control a los precios de los insumos, todo lo cual debilitó la competitividad del país y facilitó el objetivo de reemplazar trabajo nacional por extranjero. Y la revaluación del peso, que acaba de eliminar toda posibilidad de competir en el agro y en la industria, se origina en el libre comercio y en la decisión norteamericana de devaluar el dólar.
¿Cuánta ruina y pobreza causa que las importaciones agrarias pasaran de un millón de toneladas a diez millones? El futuro del agro, de la industria y del país depende de renegociar los TLC.
Jorge Enrique Robledo
Senador
Los negociadores de los TLC desconocieron la situación campo
Por: CECILIA LóPEZ-EXMINISTRA DE AGRICULTURA
Los recientes paros han desatado todo un debate en torno a la influencia o no de los Tratados de Libre Comercio en el delicado momento que vive el agro colombiano.
La relación entre los Tratados de Libre comercio y el paro agrario es un tema candente. Los defensores del libre comercio argumentan que el impacto de los TLC's aún no se siente y por ello esa acusación es injusta. A su vez, los campesinos y otros sectores no ortodoxos platean una relación de causalidad con el conflicto agrario. Diálogo de sordos.
Estos acuerdo comerciales, que parten de "exportar o morir," se consideran como óptimos mecanismos para ampliar nuestros mercado a los millones de consumidores de otras latitudes. Pero resulta que esos países cuyos mercados se abren para nuestros bienes y servicios, también producen y tienen las mismas expectativas al firmar los TLC's: ampliar sus mercados internos con nuestros consumidores.
Pero se despreció nuestra realidad que incluye una tasa de cambio generalmente sobrevaluada. El Gobierno Uribe negoció mal y el de Santos también porque la orden del primero fue negociar "rapidito" y la de Santos ha sido firmar y firmar sin pensar. Nuestros negociadores, muy buenos técnicos seguramente, desconocieron la situación a la que se enfrenta nuestro sector rural, especialmente los 11 millones de campesinos. Y no escucharon ninguna de las advertencias que se hicieron desde la academia y en el Congreso. Y los Partidos, como perritos falderos, ignoraron el debate y presionados por el Gobierno -o por los empresarios- llevaron a sus bancadas a votar a favor del TLC's con Estados Unidos, por ejemplo. Los gremios o se dejaron comprar con Agro Ingreso Seguro o se pusieron a favor del Gobierno para que los nombrara embajadores. Vergüenza les debería dar.
Se perdieron 6 años críticos entre los debates de los tratados y su entrada en vigencia. La famosa Agenda Interna que se anunció en el 2006 para preparar al país para estos nuevos frentes de competencia ha sido un gran engaño. Ni se hizo una política de desarrollo rural, ni se disminuyeron los costos de producción y menos los de transacción, carretas etc. Tampoco se identificaron en el campo ni a los perdedores ni a los ganadores obvios en todo tratado de Libre Comercio con el fin de desarrollar políticas específicas para proteger, estimular o desestimular sectores de acuerdo a su competitividad. En síntesis, no se preparó al país y particularmente al sector rural para competir. El argumento de los ortodoxos de que son los TLC's los que inducen los cambios en la producción puede ser cierto en algunos casos. ¿Pero a qué costo?
Las negociaciones con Estados Unidos y Europa fueron vergonzosas. Las razones políticas se manejaron al revés. Con los poderosos, "complacientes" porque "qué miedo" y con los pequeños como Centro América, también "complacientes" porque "pobrecitos.": ¿Seguimos en las mismas?
Es tan débil el campo colombiano que la sola iniciación de importaciones, como alegan algunos, sumadas al contrabando, arruinaron a los campesinos. La triste realidad y la percepción de mayor fracaso incentivaron el paro.
Cecilia López Montaño
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