Continúa el deterioro de la producción
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Por: Eduardo Sarmiento
El Espectador
Los anuncios oficiales para contrarrestar el choque externo de la economía mundial no se han cumplido. Contrario a las previsiones oficiales, la economía completó tres trimestres de deterioro progresivo de la actividad productiva.
La crisis externa y el TLC no demoraron en manifestarse en las cuentas externas; las exportaciones han descendido durante tres meses seguidos, las importaciones de materias primas no muestran mayor variación y las importaciones de alimentos están disparadas. La producción industrial cayó 1,9% en agosto y el estancamiento se extiende al comercio y los servicios. La producción de cemento desciende, las licencias de construcción caen, la inversión en obras civiles crece por cambios metodológicos. Lo más grave es que la modesta recuperación del empleo se frenó. Todo el aumento de la ocupación se genera en la informalidad y el desempleo volvió a subir en las ciudades.
Frente a este panorama se plantea el interrogante sobre la capacidad de la política macroeconómica para enfrentar los ciclos de la producción. La primera limitación se encuentra en la naturaleza de burbuja de la economía. La entrada masiva de inversión extranjera se manifiesta en déficit en cuenta corriente y revaluación que dan lugar a una expansión del crédito muy superior al crecimiento del PIB, que no es sostenible. El sistema se mantiene en un estado permanente de incertidumbre. Así, en el momento del deterioro de la actividad productiva se generan expectativas que enrarecen los índices de solvencia y precipitan las instituciones a cortar el crédito. Es precisamente lo que ha sucedido en lo corrido del año. La cartera bancaria, que venia creciendo al 22%, pasó a hacerlo a la mitad, y los agregados monetarios evolucionan por debajo de la tendencia histórica.
La política fiscal está frenada por la ejecución. Los recursos provenientes de las regalías se mantienen congelados en el Banco de la República. Los excesivos sobrecostos y demoras que caracterizaron los proyectos de infraestructura constituyen un palo en la rueda para su expansión.
El aspecto más desconcertante es la intervención cambiaria. El Banco elevó en 30% las compras de divisas sin ningún efecto tangible. El tipo de cambio se mantiene cerca de $1.800.
La explicación es la misma de siempre. Los especuladores no creen que el Emisor eleve el tipo de cambio y adquiera todas las divisas para sostenerlo. Cuando la emisión monetaria llega a un monto que tienen muy bien calculado, proceden a suspender o moderar la intervención. En consecuencia, la acción de los agentes privados consiste en seguir las compras oficiales de divisas hasta alcanzar un punto en que proceden a realizar las ganancias y tumbar la cotización. Lo que debe hacer el Banco de la República es reconocer el fracaso de la modalidad de cambio flotante y anunciar la adquisición de todas las divisas a un precio sugerido independientemente de la emisión.
Los hechos demuestran de nuevo que el Banco de la República dispone de amplia discrecionalidad para detener brotes inflacionarios, pero carece de capacidad para enfrentar los choques recesivos. En la actualidad, las autoridades monetarias no disponen del manejo del crédito, el déficit fiscal y el tipo de cambio para contrarrestar el decaimiento de la producción y el empleo.
La predicción es la misma de principio de año. El desempeño del tercer trimestre será inferior al del segundo. El crecimiento del producto continuará la tendencia decreciente y terminará en cerca de 3,5% en el cuarto trimestre.