La discriminación laboral de las mujeres
Ester Kandel
ARGENPRESS.info
Un millón y medio de mujeres acusan a Wal–Mart de discriminación.
La mayor empresa del mundo fue beneficiada por el fallo del Tribunal Supremo estadounidense, al hacer lugar a una apelación de la decisión del juez federal de San Francisco Martin Jenkis quien presentó la denuncia colectiva presentadas por las em-pleadas afectadas en el año 2001.
¿Cuál era el reclamo?
La discriminación se expresaba tanto en la remuneración como en sus posibili-dades de ascenso por razón de género. La inició, Betty Dukes, recepcionista en una tienda de la empresa en Pittsburg, California, donde constató que su remuneración era menor por ser mujer y negra. A este reclamo se sumaron otras mujeres hasta convertir-se en una demanda a toda la compañía. Las trabajadoras denunciaron que la cadena de supermercado favorece a los hombres en los ascensos y los salarios.
Con esta decisión la justicia norteamericana se opone a la acción colectiva de las trabajadoras y se ahorra millones de dólares.
La judicialización de los derechos de las mujeres en el ámbito laboral es fre-cuente en muchos países del mundo. La reiteración de los hechos nos llevó a preguntar-nos en el año 2008 :
Cuando las mujeres solicitamos y/o exigimos al Estado:
• reconocimiento a decidir sobre nuestro propio cuerpo;
• igualdad de oportunidades entre varones y mujeres en el ámbito laboral.
¿A qué Estado nos estamos dirigiendo?
Una vasta experiencia de luchas del movimiento de mujeres y de la intensifica-ción en estos últimos años, para enfrentar fenómenos como la violencia doméstica, la trata, derechos sexuales y reproductivos, aborto, acoso sexual e igualdad de oportunida-des en el ámbito laboral, hacen visible que muchos de estos hechos han sido considera-dos naturales. Habiéndose logrado que distintos organismos del gobierno tomaran algu-nas iniciativas para abordar la gama de problemas enunciados, creemos necesario inter-rogar ese conjunto de prácticas e introducir una reflexión acerca de la relación de nues-tras propuestas, los logros, las dificultades y las perspectivas. Por lo tanto resulta perti-nente un debate sobre el carácter del Estado en el sistema capitalista, diferenciando el gobierno, como sistema administrativo aparentemente neutro con su base material y su andamiaje jurídico.
A través de los medios nos llegan distintas voces: algunas piensan que el pro-blema es la transparencia, los estilos de gestión, donde faltan decisiones meditadas (1). Otras critican los rimbombantes anuncios gubernamentales que no se sostienen en las prácticas y los compromisos políticos que se caen ante la falta de decisión para sostener-los (2); o se sorprenden por las declaraciones del presidente uruguayo cuando funda-menta su veto a la Ley aprobada en el Congreso sobre derechos sexuales y reproducti-vos que admite el aborto (3), así como (4) por la designación del arzobispo de La Plata, Héctor Aguer, como presidente de la Comisión de Educación del Episcopado. La iglesia tiene a su fiel representante para seguir oponiéndose a la educación sexual y a toda ini-ciativa que pueda favorecer a la libertad de elección de la mujer sobre su propio cuerpo. Tampoco es novedad su interrelación con los funcionarios políticos. Sobre los antago-nismos entre los sectores progresistas y los más retrógrados, trataremos de ahondar no sólo con declaraciones, sino buceando en los métodos y vías en que éstos últimos deten-tan el poder, aunque llamen a un diálogo social.
Desde otra perspectiva Atilio Borón (5) analiza el tema del poder y del estado en la so-ciedad capitalista “dividida estructuralmente entre una clase apropiadora y explotadora y un amplio y cada vez más heterogéneo conglomerado de oprimidos – y algunos que ni siquiera pueden ser explotados” (…)
¿Cómo se ejerce el poder?
Las clases dominantes instituyen por diversas vías y métodos, un orden social que con-sagra los privilegios de las minorías propietarias y que a través de una compleja cadena de mediaciones deposita en manos de los capitalistas el control de la economía, la polí-tica, la cultura y de prácticamente todos los sectores de la vida social. Y es precisamente esa posibilidad de instituir un orden a través de un complejo sistema de mediaciones lo que garantiza que el dominio de los capitalistas (con sus aliados y sus representantes políticos e ideológicos) pueda, bajo ciertas circunstancias, asumir un ropaje exterior ‘democrático’
¿Cuál es el papel de las mediaciones?
Las mediaciones ocultan la falsa imagen de un consenso muy amplio en torno al orden social vigente y su desigual distribución de recursos, mismo que según sus beneficia-rios, se ratifica en el irrestricto respeto que supuestamente garantiza para el disfrute de las libertades individuales
¿Qué papel cumple la represión?
El orden en el sistema capitalista se sostiene mediante la represión, a través del “castigo y escarmiento pero también ejemplo aleccionador”.
Este orden tuvo y tiene efectos en la conducta desde la más tierna infancia dentro y fue-ra de las instituciones (educacionales, familiares y laborales) Hemos internalizado, in-dependiente de nuestra voluntad, de este modelo, forma parte de la cultura. Su cuestio-namiento siempre despierta sospecha y en períodos dictatoriales se agudizó con repre-sión directa sobre el propio cuerpo, tratando de inhibir el pensamiento. En el sistema educativo; al autoritarismo habitual se agregó una consigna: EL SILENCIO ES SA-LUD.
Asimismo en las relaciones laborales, se puede pensar dentro de ciertos límites. En las negociaciones colectivas, se acuerda los términos en que se vende la fuerza de trabajo. Las medidas de fuerza, toma de establecimientos, corte de calles, se suelen reprimir, pues la propiedad privada es inviolable y “la libertad de uno termina donde empieza la libertad de otro.”
Pero qué es el Estado? Desde este marco conceptual, A. Borón analiza tres dimensiones analíticamente separables.
En primer lugar, el estado capitalista es un estado de clase y, en cuanto tal, “representa” la con-densación de las relaciones de dominio y supeditación que existen en un determinado momento del desarrollo social. Esa y no otra es “representatividad” de la vida estatal: no representa la voluntad de todos los/las ciudadanos como pretende el saber convencional de las ciencias socia-les sino el provisorio equilibrio a que se llega en la lucha de clases. Equilibrio que no borra la existencia de una clase dominante, más o menos diversificada o unificada según los casos y su enfrentamiento con las clases dominadas. Y como estado capitalista su lógica de funcionamien-to lo lleva a garantizar incesantemente la reproducción de las relaciones capitalistas de produc-ción.(…)
El estado es también un aparato administrativo, político, legal, pero esta superestructura descan-sa sobre un conjunto de relaciones de fuerzas entre las clases fundamentales, sus aliados y sus representantes políticos (…) Cabe recordar que el estado, en tanto conjunto de aparatos adminis-trativos, burocráticos, legales e institucionales tiene, como su fundamento final y decisivo el
monopolio de la violencia.
En tercer lugar el estado también aparece como un escenario “neutro” dónde se dirimen los grandes enfrentamientos sociales. Apariencia que oculta su esencia clasista para mejor garanti-zar el predominio de la clase dominante.
Nos encontramos con distintas explicaciones del fracaso de la resolución de algunos problemas por la vía legislativa: el reconocimiento del poder que tienen los intereses de los empresarios y la complicidad de una parte importante de los legisladores, una carac-terización psicológica de la conducta de los integrantes del Senado y la juventud de la democracia. Todos argumentos insuficientes, aquellos más convincente son los argu-mentos que reconocen que nuestras riquezas, el petróleo, gas y minerales están en ma-nos de empresas multinacionales, titulando la nota: Que lo parió…25 años de demo-cracia no lograron cambiar el modelo Martínez de Hoz. (18)
Lo realmente grave, es que ni siquiera se pueden aplicar políticas, aunque tengan objeti-vos limitados como los programas para evitar la mortalidad materna e infantil. De este problema da cuenta Ana Suppa (19) (ex Coordinadora del Programa Nacional de Salud Sexual y Procreación Responsable del Ministerio de Salud de la Nación) a quien le pi-dieron la renuncia “justo cuando hay que dar a conocer las cifras anuales en relación a mortalidad materna e infantil (…) desde nuestra concepción, hay una cuestión funda-mental: achicar el nivel de pobreza y de desigualdad social, para que las y los ciu-dadanos puedan acceder a la información y los servicios que brinda este programa (PNSS y PR).”
Si la explicación de éstas es la derecha tenemos que reconocer que predominan en la mayoría de actos de este gobierno. Retomando a A. Borón, señala que el concepto de salud no existe en América Latina, “la salud es una cuestión de suerte” y más acertada es la explicación que el poder es una condensación de las relaciones sociales”.
Notas:
1) Romero, Luis Alberto. Primero pensar, luego gestionar, Clarín, 25 de noviembre de 2008.
2) Barcaglioni Gabriela (ARTEMISA) 19 de noviembre de 2008.
3) Rima- Cosa de no creer. Los argumentos de Vásquez para vetar el aborto – COM-COSUR AL DIA, Nº 1621.
4) Puiggrós Adriana. Lamentables coincidencias. Página 12, 18 de noviembre de 2008.
5) Borón, Atilio. Reflexiones sobre el poder, el estado y la revolución. Editado por Cen-tro de Investigación y Desarrollo de la Cultura Cubana Juan Marinello, La Habana, 2006.
14) Clarín, miércoles 26 de noviembre de 2008.
15) Banco Mundial.
16) Análisis del Estado del Arte sobre Gestión de Proyectos. (Internet).
17) Sandá Roxana. Una violencia invisible. Página 12, 22 de noviembre de 2008.
18) FETERA – CTA, 21 de noviembre de 2008.
19) Espíndola Marcela. (ARTEMISA) ARGENPRESS. info, 27 de noviembre de 2008.
http://www.argenpress.info/2011/06/la-discriminacion-laboral-de-las.html