Explora la definición de neurodiversidad y cómo ha transformado la comprensión de condiciones mentales a lo largo del tiempo
Celeste Goldin Colodni
13 enero 2025
La neurodiversidad es un concepto que reconoce y celebra la variabilidad natural de los cerebros humanos
Tenemos menos de doscientos años conociendo formal y clínicamente varias condiciones que han sido asociadas a lo mental y, por supuesto, el estudio continuo nos ha permitido tener un entendimiento cada vez más completo y actualizado sobre estas.
El autismo fue descrito por primera vez a manos de Grunia Efímovna Sújareva, en 1925. Existieron algunas menciones a características relacionadas con el TDAH a finales del 1700 pero empezó a describirse formalmente en 1902 por Sir George Still. La dislexia se identificó por primera vez en 1877 por Adolf Kussmaul. La discapacidad intelectual se formalizó en 1905 con la escala de Binet-Simon, junto con las altas capacidades intelectuales.
El síndrome de Tourette se describió por primera vez en 1885 por Georges Gilles de la Tourette. La bipolaridad se entendió como un ente clínico en 1854 a manos de Jean-Pierre Falret. La esquizofrenia fue referida en varios momentos de la historia pero formalizada por Eugen Bleuler en 1908. Algo parecido sucedió con el Trastorno Obsesivo Compulsivo: fue reconocido durante siglos pero descrito formalmente en 1838 por Jean-Étienne Dominique Esquirol. Esto por mencionar solo algunas.
Antiguamente, la información sobre condiciones mentales se empezó a describir en el CIE (Clasificación Internacional de Enfermedades), el cual se publicó por primera vez en 1893 y se ha ido actualizando periódicamente. Después, en 1952 se publicó el primer Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM por sus siglas en inglés), que reunió por primera vez todo lo descrito sobre condiciones mentales en un mismo lugar, y este también se ha seguido actualizando.
La visión que se tenía antes de estas condiciones, o al menos la mayoría de ellas, era profundamente patologizada. Muchas se manejaban con reclusión de por vida en institutos psiquiátricos e incluso con terapia de electroshock. Afortunadamente, hoy sabemos más.
Si bien el DSM, que es el manual oficial que aún se utiliza para el diagnóstico de todas las condiciones mencionadas, y otras tantas, aún tiene una visión muy negativa y deficitaria al respecto. Sin embargo, gracias a las redes sociales y al internet, estas últimas décadas ha empezado a suceder algo muy interesante: además de que todo esto sea descrito por profesionales o cuidadores, la democratización del conocimiento ha permitido que las mismas personas que tienen estas condiciones hayan levantado la voz al respecto y hayan comenzado a hablar sobre cómo se experimentan en primera persona y no solamente acerca de cómo se ven desde afuera.
Esto ha permitido actualizar muchos conceptos, entender mejor los procesos y facilitar la actualización de los diagnósticos clínicos para los profesionales. También ha ayudado a que más personas puedan acceder a un diagnóstico y a acabar con muchas ideas patologizantes al respecto.
Con esto en mente, hay que dirigirnos al año 1998, cuando apareció el término neurodiversidad, que ha sido adjudicado a Judy Singer, una socióloga y activista que, además, es autista. El concepto se puede explicar a través de la idea de biodiversidad, que refiere a un sistema en el cual hay muchos elementos distintos que componen un universo rico y variado que se complementa entre toda la diversidad y, dentro de la cual, no hay ningún ser que sea correcto o incorrecto, mejor o peor, sino que todos conviven en un mundo en el que todos tienen sus funciones para mantener el ecosistema. La neurodiversidad vendría a ser algo equivalente pero enfocada a la infinita variedad de cerebros humanos.
Con esta visión mucho más igualitaria y menos patologizante, empezó a verse la diversidad de cerebros como una ocurrencia normal e incluso necesaria dentro del mundo que habitamos, y con muchos estudios, y también más información, se estableció que existe un tipo de cerebro más común, que dentro del paradigma de la neurodiversidad fue nombrado como el cerebro neurotípico, y se determinó que todos los cerebros que se salían de esa norma se consideran cerebros neurodivergentes.
Para decirlo de otra forma: la neurodiversidad abarca todos los cerebros, entonces todos somos neurodiversos, pero además, dentro de esa diversidad, se puede ser neurotípico o neurodivergente, nunca ambos. Y cabe destacar que gracias a este concepto se abrió una gran rama de activistas neurodivergentes que luchan por la actualización de los criterios diagnósticos, por la despatologización médica y por cambiar la visión negativa, deficitaria y lastimosa que se tenía de estas condiciones a una más positiva y menos asistencialista, que ayude a las personas a empoderarse y a insertarse en la sociedad de forma efectiva y con más adaptaciones.
Celeste Goldin Colodni. Tengo más de 18 años de experiencia en el mundo editorial, soy una persona en la que confluyen muchas culturas. Licenciada en Letras y en Comunicación Social, he trabajado como escritora, coordinadora editorial y publicista. También soy emprendedora, fundadora de Neurodivershop, una tienda dedicada a productos para neurodivergentes. Mi vida y carrera han sido una exploración constante de diversas culturas, intereses y desafíos, siempre desde una perspectiva diferente.
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