Murió Jairo Aníbal Niño
Fue ayudante de camión, actor de teatro, aprendiz de mago y marinero. En su época de estudiante universitario integró el grupo de pintores La Mancha. Tras su paso por la pintura fundó y dirigió grupos de teatro.
Algunos de sus textos han sido traducidos al inglés, francés alemán, portugués, finlandés, eslovaco, y chino. Como conferencista y director de talleres desarrolló su trabajo a lo largo y ancho de Colombia y se presentó en diversos espacios de México, Venezuela, España, Costa Rica, Francia, Uruguay y Argentina. Fue catedrático de varias universidades y director de la Biblioteca Nacional de Colombia.
LA ALEGRÍA DE QUERER
Aquella vez escuché el mejor cuento de amor que conozco. Hoy he ido a buscarlo en Internet porque lo necesitaba para un artículo que estaba escribiendo y me he encontrado con el libro La alegría de querer en formato pdf. No sabría decir si es un libro de poemas o de cuentos, pero sí sé que respira poesía, ternura y profundidad a raudales. Al leerlos a uno se le pone el alma triste o alegre, según sea el tono del cuento. Aquí dejo unos pocos para que los disfrutéis. El primero de ellos es ése al que me refería antes como el mejor cuento de amor que conozco:
Supe que te amaba
-más allá de toda duda-
el día en que estabas
colocando un clavo en
la pared
y te golpeaste con el
m a r t i l l o
y a mí me empezó a sangrar
el dedo pulgar.
Y a mí qué me importa que
ya no me quieras.
¿Es que acaso no oíste
cuando hace seis meses,
dos días, cuatro horas,
quince minutos y tres
segundos,
te dije: —Hágame el favor
y me tiene mi cariño y
mi bufanda
que dentro de un rato vengo
por ellos.
Claro que no estoy negando
que hace seis meses,
dos días y cuatro horas, me
devolviste la bufanda.
Ayer por primera vez
supe lo que era la
a r i t m é t i c a
cuando, sin que nadie se
diera cuenta,
me besaste en los labios.
Ayer por primera vez
supe que 1 más 1 son 1.
—¿Me haces un favor?
—¿Qué clase de favor?
—¿Quieres tenerme mis
avioncitos durante todo
el recreo?
—¿Durante todo el recreo?
—Sí, es que tú eres mi
c i e l o .
Ayer por la tarde,
como te lo había prometido,
jugué el mejor partido de
fútbol de mi vida.
En el primer tiempo
hice un gol a los quince
m i n u t o s .
A los treinta y siete hice
o t r o .
En el segundo tiempo,
a los siete minutos,
José Vi l l e g a s ,
el que cuando canta dice
que le nacen mariposas en el
pensamiento,
fusiló a nuestro arquero
con un taponazo sobre el
ángulo izquierdo.
A los diez y nueve minutos y
quince segundos,
David, el que quiere ser
aviador,
empató el partido
con un lindo gol de cabeza.
A los cuarenta y cuatro
m i n u t o s ,
al estilo Castañito,
hice el gol más lindo del
mundo.
Mi equipo ganó por el
marcador de dos a tres,
pero yo sentí que había
perdido
porque tú no viniste.
Me derrotaron los goles que
me hizo tu ausencia.
En secreto
recogí el vaso en que habías
bebido
y lo llevé a mi casa.
Por las tardes, cuando llego
del colegio,
lo coloco bajo el grifo
y veo flotar un beso
en el agua.
¿Por qué no viniste?
Me hiciste comprar
dos boletas
para ver esa película de
gangsters
y te estuve esperando todo el
tiempo en la puerta
del teatro.
¿Por qué no viniste?
Dos chocolatinas con
avellanas
se quedaron sin hacer nada
en mi bolsillo,
mientras la película me
llegaba echa sonidos,
ulular de sirenas,
estruendo de pistolas,
graznido de
animal mecánico
y una voz que de pronto dice
d a r l i n g .
¿Por qué no viniste?
Me hiciste comprar
i n ú t i l m e n t e
una barra de Halls Mentol-
Lyptos
para perfumarme el aliento
y estrené en balde la camisa
con el dibujo de un dragón
que tenía reservada para
el día
en que el Deportivo
Independiente Medellín
ganara el campeonato
nacional de fútbol.
¿Por qué no viniste?
Me quedé en la puerta del
teatro hasta el final
de la película
y luego regresé a mi casa
por las calles más oscuras
y solitarias
como si fuera un gato ciego
obligado por su condición a
comprar un bastón blanco
puesto en venta por una
pandilla de ratones
y que para conseguirlo
entregó a cambio dos boletas
i n ú t i l e s ,
una barra de Halls Mentol-
Lyptos ligeramente usada,
dos chocolatinas derretidas
y unas inmensas ganas de
l l o r a r.
Después de superar
treinta y dos miedos y medio
por fin tuve el valor de
acercarme a ti
y decirte:
—Buenos días.
Y luego de un silencio que
duró medio miedo,
pude agregar:
—¿Verdad que está lloviendo
mucho últimamente?
Después de superar
treinta y tres miedos
por fin tuve el valor de
acercarme a ti
y junto al buenos días
ofrecerte una bolsa de
palomitas de maíz.
Espero que te hayas dado
cuenta
de que por lo menos una de
las palomitas era
mensajera.
¿1x1?
—Uno.
¿1x2?
—Todo.
¿Todo?
—Sí; si los dos se
tienen cariño.