Ilustración B.E.O. de uribestiario.com
LOS DESMANES URIBISTAS PROVOCAN EL REPUDIO POPULARViernes 12 de febrero de 2010
Los acontecimientos de las últimas semanas marcan cambios importantes en la situación política del país, ponen en serios aprietos al régimen uribista y le abren auspiciosas perspectivas a las fuerzas democráticas y de izquierda. Las espesas cortinas de humo que por cerca de ocho años han obnubilado a amplios sectores de la población comienzan a disiparse ante la contundencia de los hechos.
Ahora resulta que los tan cacareados éxitos de la “seguridad democrática” no son tales porque, según el informe de la Corporación Nuevo Arco Iris, el movimiento guerrillero está en proceso de reorganización y el triunfalista “fin del fin” que pregonan los altos mandos militares está muy lejos de ser realidad. Los magros resultados de la llamada lucha contra el narcotráfico y el terrorismo no compensan los miles de millones de dólares y de pesos gastados del Presupuesto Nacional, del Plan Colombia -cuyos recursos fueron recortados por Obama a pesar de la entrega de nuestras bases militares y del servilismo de Uribe-, y de otras fuentes.
La inseguridad y la delincuencia en las ciudades se han disparado extraordinariamente por cuenta del desempleo, la pobreza y la miseria, pero el Presidente de la República, con una torpeza que asombra, cree que esos problemas se resuelven convirtiendo en informantes de la fuerza pública a los estudiantes y los taxistas, como si no fueran más que suficientes con los 2.2 millones de cooperantes que, según cifras del Ministerio de Defensa, hay a lo largo y ancho del país.
El tan publicitado fin del paramilitarismo fue desmentido categóricamente por el informe de Human Rigths Watch, que confirma lo que han venido denunciando diversos sectores en el sentido de que las bandas paramilitares se multiplican por todo el país y cometen numerosos crímenes contra dirigentes sociales y populares, mientras el gobierno repite la cantinela de que se trata de bandas criminales al servicio del narcotráfico.
En lo que respecta a la “cohesión social”, los resultados no pueden ser más desastrosos. Tenemos la peor distribución de la riqueza y el más alto desempleo de América Latina. Hay 20.2 millones de personas en la pobreza y 8 millones en la miseria, al tiempo que los grandes capitalistas amasan fortunas desmedidas. El año anterior, por ejemplo, el capital financiero, a pesar de la crisis, obtuvo utilidades por 8.4 billones de pesos.
El gobierno es cada vez más descarado en el favorecimiento de los intereses de los ricos. Primero fueron las reformas laborales, a la seguridad social y tributarias, para aniquilar los derechos de los trabajadores y enriquecer a los capitalistas. Después vino el reparto de los dineros del Programa Agro Ingreso Seguro a poderosos terratenientes y empresarios, y ahora les tocó el turno a los negociantes de la salud, que salen extraordinariamente beneficiados de la Emergencia Social, a costa del recorte de los servicios a los usuarios y de la salud pública. En vez de “cohesión social”, lo que hay es un crecimiento alarmante de la brecha entre ricos y pobres.
Tantos desmanes uribistas contra el pueblo han terminado por provocar la justa ira de sectores cada vez más amplios, que se expresa en el repudio a la propuesta de convertir en sapos del régimen a los estudiantes, en las combativas movilizaciones contra la Emergencia Social, en el caudaloso respaldo a la ponencia del Magistrado Humberto Sierra Porto, que propone declarar inexequible al referendo reeleccionista, y en la caída sin precedentes de la popularidad del déspota que durante dos cuatrienios ha metido a nuestro país en la peor crisis de su historia. A pesar de la descomunal campaña mediática para tratar de contrarrestar la inconformidad popular, el mito de que Uribe es invencible cada día tiene menos sustento en la realidad, y están madurando las condiciones para darle un vuelco a la situación del país.
Las fuerzas democráticas y de izquierda tienen, entonces, la responsabilidad de desplegar todas sus energías y todos sus recursos para consolidar los avances logrados y hacer de las elecciones del 14 de marzo una jornada victoriosa de lucha contra el nefasto régimen uribista y por los cambios democráticos avanzados que necesita el pueblo colombiano.
Bogotá, D.C., 10 de febrero de 2010