La emergencia social: el peor golpe contra la salud y el bienestar de los colombianos
AGUSTÍN ANGARITA LEZAMA (*)
Por casualidad, el pasado 23 de diciembre, el mismo día en que hace 16 años se expidió la Ley 100, se formularon unas medidas que se constituyen en una ofensiva oficial para salvar el modelo que transformó la salud en Colombia.
La filosofía de la ley 100 es clara. La salud deja de ser un derecho y se transforma en un servicio. Como todo servicio, hay que pagarlo al que lo presta. Si usted quiere que le presten el servicio de embolada, de cine, de taxi, de restaurante, entre otras, tiene que pagarlo. Es decir, la salud se considera una mercancía. Un negocio.
La estructura de este negocio se montó sobre una premisa que le daba estabilidad financiera y posibilidades de jugosas ganancias: una sociedad de pleno empleo. El punto de equilibrio, como hablan los financistas, era un mínimo de 70 por ciento de población con empleo estable y por lo tanto, cotizando. El sector privado corrió presuroso a invertir en salud motivado por los grandes lucros que se avizoraban. Sin embargo, la ley de flexibilización laboral 789 de 2002, pensada también para beneficiar a los económicamente poderosos, le propinó una herida mortal a la ley 100.
El fracaso de le ley 100 se basa en que su postulado básico era que su principal fuente de financiación eran los aportes de los asalariados formales que estuvieran vinculados al régimen contributivo. Con la ley 789 se deterioró la calidad del empleo, se disparó la informalidad, aumentó el desempleo y la evasión no se detuvo. Hoy, según los datos oficiales, menos del 40 por ciento de los trabajadores (unos 17 millones) pertenecen al régimen contributivo, de estos sólo seis millones tienen empleo formal. El 54 por ciento pertenece al régimen subsidiado (son pagados con recursos públicos) y un seis por ciento a regímenes especiales. Pero se habla que existen más de 13 millones de colombianos sin acceso real a la salud. El sistema se desfinanció.
La crisis del sistema se veía venir. No fue algo inesperado. Desde 2006 lo había advertido la Defensoría del Pueblo, en el 2008 la Procuraduría y el año pasado la Contraloría. Crisis estructural que no se soluciona con medidas coyunturales que sólo buscan radicalizar el modelo mercantil, mejorar el flujo de caja, disminuyendo los gastos en salud por parte del Estado, aliviando su déficit fiscal y de paso, reforzando la confianza inversionista. Además, pretende garantizar el equilibrio financiero del sistema que en buen lenguaje quiere decir, asegurar los márgenes de ganancia y la prevalencia de la lógica del mercado.
En un estado social de derecho (ESD) lo fundamental es el bienestar de la gente, por lo tanto, la salud es un derecho. Pero si se desmonta el ESD, como lo viene haciendo este gobierno, la salud, la educación, la vivienda, el empleo, la recreación y todas las garantías sociales se transforman en mercancías para venderlas al mejor postor. En el ESD la salud se financia con impuestos directos y progresivos, entonces, la salud puede ser un derecho. Sin ESD, la salud se privatiza y se financia con impuestos indirectos y regresivos, como el IVA, y es una fuente privada de lucro y de ganancia.
Si la salud es un derecho, su acceso no se puede supeditar a la capacidad de pago del paciente. El Estado debe ser garante de ese derecho no el negociante de la salud. El gobierno, recurriendo a la mentira, trata de darle sustento científico a la transformación de la salud en una mercancía. Los que asesoraron estas reformas, son los profesionales que desde el sector privado se han enriquecido a costillas de los paseos de la muerte, de la enfermedad y del dolor. Están sirviendo a sus patrones.
En este enfrentamiento hay ganadores: las grandes EPSs, el capital extranjero, las multinacionales de medicamentos, de útiles de laboratorio, de aparatos médicos y odontológicos, y unos cuantos mediadores nacionales. Los perdedores, todos, o casi todos, para ser exactos. ¿Usted está dentro de los ganadores?
(*) Médico director del Observatorio de paz y derechos humanos de la Universidad del Tolima
Ilustraciones B.E.O. de leosatira.blospot.com