Rompimiento de relaciones y Acciones Contundentes contra Venezuela le exigen al presidente Petro el senador Efraín Cepeda y otros líderes opositores en Colombia.
Efraín Cepeda y Gustavo Petro. Foto: (Colprensa-Senado) / (Colprensa - Cristian Bayona).
Esta es la respuesta del Presidente Petro:
Es una terca idea la de condenar al hambre a 14 millones de colombianos que viven en la frontera y desatar un inmenso éxodo de migrantes hacia América del sur y norte.
No señores, las "acciones contundentes" no las debe tomar un Gobierno contra otro; la política interna de un país la determina su propio pueblo.
Nostálgicos de las guerras y la sangre, sepan que el presidente de Colombia hace lo que la constitución ordena: la paz.
Las "acciones contundentes" de un Gobierno contra otro es lo que hemos visto en Irak, en Siria, en Libia, en Gaza, en el Líbano, en Yemén, en Ucrania, y ahora, como amenaza, contra Panamá, Dinamarca, Canadá.
Es el fin del derecho internacional y de la justicia y el comienzo de la barbarie humana.
Esas acciones no dejan sino heridas en los pueblos que duran por generaciones. He visto bloqueos económicos que buscando su esclavitud condenan a pueblos enteros al hambre buscando su esclavitud y ponerlos de rodillas; he visto que han dejado millones de muertos, incluidos centenares de miles de niños, mujeres y ancianos. Ha llevado a Gobiernos colombianos a cometer crímenes internacionales, a bombardear territorios extranjeros, a traer instrumentos de espionaje ilegales, a asesinar fuera de nuestro territorio, a apoyar golpes de Estado en los países vecinos y en el propio.
No hay elecciones libres bajo bloqueos económicos extranjeros. Un bloqueo es la máxima aniquilación del voto que deja de ser por completo libre. Es la máxima interferencia contra la libertad antes que las cadenas fisicas suenen. Fue un enorme error que países poderosos del mundo presionaran elecciones bajo bloqueo económico en América Latina.
Los problemas en América Latina los debe resolver América Latina, nuestra relación con el mundo debe ser en pie de hermandad y en pie de dignidad e igualdad.
No me exijan que ayude a bloquear a un pueblo hermano con el hambre, que será nuestra propia hambre, no me exijan que permita que el suelo colombiano se use para matar al pueblo hermano, que será nuestra propia muerte. Jamás en un demócrata y en un progresista pueden encontrar la mas mínima disposición a ser el Caín de la historia, el Caín de América.
Los que permitieron asesinar 6.402 jóvenes en Colombia fusilados con balas oficiales, como a los arcadios y a los aurelianos, los que extendieron ese asesinato a los barrios populares de Bogotá en una noche triste de septiembre, herederos de aquellos que quisieron matar a Bolívar en otra noche triste de septiembre, los que condenaron las comunas populares al terror, los que dejaron que millones de campesinos fueran desplazados de sus tierras, no tienen autoridad moral para hablar de democracia.
Parece que algunos adictos a la muerte, quisieran que la sangre que vemos fluir en nuestro pueblo desde los cien años de soledad, siguiera derramada por litros en el presente siglo y en los siglos que vienen. Colombia no está condenada a la muerte sino a la vida.
Mi papel no es condenar a Colombia y América del sur y el Caribe a la sangre, sino a la Vida.
El pueblo de Venezuela libertario, soberano, ha luchado, con nosotros al lado, por libertad no por cadenas. Ese pueblo debe decidir libre, completamente libre de quienes codician petróleos, o la servidumbre de los pueblos.
El esfuerzo de Colombia, si es invitada por el pueblo venezolano, es ayudar a que el pueblo de Bolívar pueda expresarse libre y soberanamente.
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Fuente:
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