El panorama del nuevo año no dista mucho del que termina
Por: Eduardo Sarmiento
El Gobierno se empecinó en asegurar que Colombia estaba blindada contra la crisis económica mundial. El país no ha logrado superar la vulnerabilidad que dejó el cierre de los mercados internacionales.
El año 2009 pasará a la historia como uno de los de peor desempeño económico y de mayor desacierto de las autoridades. El Gobierno y el Banco de la República clamaron a viva voz que la economía estaba blindada contra la crisis mundial. En un principio predijeron que el producto crecería 2,5% y llevan tres trimestres negando la recesión.
Desde el comienzo del año anticipé que la realidad sería muy distinta. La desaceleración que venía del año anterior acentuó la caída del consumo y la inversión y se materializó en el desplome del crédito, y el cierre de los mercados internacionales provocó el desplome de las exportaciones. Los dos elementos determinaron una contracción del PIB de 5%, que distaba de ser compensada por el déficit fiscal, que apenas ascendió a 2,5 del PIB. En efecto, el producto nacional completó cuatro trimestres seguidos de caída con respecto a los mismos períodos del año anterior, y como era fácil de predecir, no creció en el año completo.
La recesión ha tenido serias manifestaciones en el sector laboral. La caída de la actividad productiva ocasionó un recorte del empleo y los ingresos laborales que indujo la entrada masiva de jóvenes al mercado laboral con salarios de hambre. Se configuró un círculo vicioso en el cual la baja demanda abarata los costos laborales y éstos acentúan la insuficiencia de la demanda.
La economía colombiana queda a la zaga de los indicadores sociales de América Latina. La información divulgada hace unos meses no señala mayores avances. La pobreza estaba en 46% y el coeficiente Gini de la distribución del ingreso en 0,59, uno de las más altos del mundo, y ambos índices empeorarán por la recesión y el desempleo.
El país no ha logrado superar la vulnerabilidad resultante del cierre de los mercados internacionales, en la actualidad agravada por el conflicto con Venezuela y Ecuador. Las exportaciones no tradicionales y la industria exhiben grandes caídas y no tienen visos de corregirse por su propia cuenta.
Por su parte, la política monetaria de inflación objetivo se ha convertido en una fuente de inestabilidad e incertidumbre. El alza de la tasa de interés reventó la burbuja e inició la recesión; ahora, la baja de la tasa de interés coincide con el desplome del crédito que impide la actividad productiva y dispara los precios de los activos inflando la burbuja.
Los hechos se encargaron de demostrar la inviabilidad del modelo exportador concentrado en pocos productos y países y carburado por la especulación. La economía colombiana está abocada a exceso de ahorro y restricciones de la balanza de pagos que dificultan la aplicación de las políticas fiscales y monetarias convencionales. La reactivación sostenida está condicionada a la intervención en el tipo de cambio y la adopción de políticas selectivas para ampliar el mercado interno, que enfrentan resistencias en los círculos oficiales.
Estas condiciones se verán agravadas en la nueva fase de la crisis mundial. La aplicación generalizada de estímulos fiscales detuvo el proceso de recesión, pero no resolvió la insuficiencia estructural. La economía mundial está expuesta a un déficit en cuenta corriente en Estados Unidos mayor que el superávit del resto del mundo, lo que ocasiona devaluación del dólar, inflación mundial y presiones sobre la tasa de interés.
El panorama para 2010 no es muy diferente. El conflicto político con Venezuela y Ecuador y la lenta recuperación mundial no permiten esperar un cambio considerable en el mercado externo, a tiempo que el sector laboral, el sector financiero y las políticas fiscal y monetaria no auguran un fortalecimiento del mercado interno. La contracción de las exportaciones y el crédito se mantendrá, aunque en dimensiones menores que en el año anterior, y la contribución del gasto público a la expansión se moderará. Así las cosas, la industria, la agricultura, el consumo y la inversión continuarán deprimidos. El PIB crecerá 1,8% y el desempleo superará el 13% en varios meses.
Eduardo Sarmiento