Fecha: 28 de Noviembre de 2009.
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Llevamos a cabo una semana muy interesante, como lo habíamos planificado, dentro de la cual intercambiamos algunos aspectos de la obra de Darwin y el desarrollo de la tesis de la evolución en los diferentes aspectos de la naturaleza y de la vida. Dentro de estos conversatorios surge el tema de la relación entre la ciencia y la filosofía. Del estudio de la obra de Darwin, titulada “Sobre el origen de las especies por selección natural” o “La preservación de las razas favorecidas en la lucha por la existencia”, deducimos que el naturalista y científico no quiso referirse el origen de lo existente ni en el universo ni en la naturaleza. Su estudio se concreta a la evolución de las especies demostrando cómo unas provienen de otras en diversidad de formas dentro de procesos de selección natural. Pero el científico no se pregunta por el origen del mundo o del universo.
La pregunta por el origen del universo o del mundo tiene un fondo filosófico y forma parte de una concepción general del Ser. Darwin fue un personaje que en su niñez y juventud quiso ser ministro religioso; durante su vida fue un creyente como cualquier ciudadano. Esto explica que al final de su obra afirmase la existencia de El Creador: “…Hay grandiosidad en esta concepción de que la vida, sus diferentes fuerzas, ha sido alentada por el Creador en un corto número de formas o en una sola, y que, mientras este planeta ha ido girando según la constante ley de la gravitación, se han desarrollado y se están desarrollando, a partir de un principio tan sencillo, infinidad de formas las más bellas y maravillosas”- termina diciendo.
Sin embargo de lo anterior muchos escritores, muchos personajes del mundo del pensamiento, afirman que Darwin era ateo. Lo falso de la imputación obedece a intereses ideológicos de quienes afirman eso. En efecto, si se acepta la tesis de la evolución, fácilmente puede llegarse a la conclusión de la increabilidad del universo. Pero a esa conclusión solo pueden llegar los cerebros de mayor capacidad en el proceso del raciocinio. Esos cerebros, capaces de llegar el nivel del pensamiento filosófico materialista y al ateismo, son muy pocos en el mundo pero pueden incidir en buena parte de la población y eso es perjudicial para los intereses de las clases y sectores dominantes y su legitimación el clero de todas las religiones del mundo. El poder de la palabra asusta a esas clases y a su representantes ideológicos y políticos.
Para nosotros, la tesis del evolucionismo es solo parte de la concepción filosófica universal. Los científicos son investigadores y en consecuencia pueden ser consecuentes como tales; sin embargo en la concepción abstracta de la investigación son idealistas porque su educación ha sido idealista y, en consecuencia, religiosa. De ahí que la casi totalidad de ellos sean creyentes. Einstein, el genio de la física, afirmaba que “dios no había podido crear el universo de otra manera a como es” y respecto a la obra filosófica de Engels dijo “no tiene especial interés ni desde el punto de vista de la física contemporánea ni para la historia de la física”. El científico nos puede dar elementos importantes en el conocimiento de la realidad pero no puede remontarse a la conceptualización filosófica a la cual se llega a través de otros elementos del pensamiento.
Pero más aún, el evolucionismo nos lleva, a los materialistas filosóficamente materialistas, al campo de la sociedad y en ese campo a poder visualizar el futuro de la misma. La sociedad capitalista evoluciona hacia formas que la trascenderán. Esas formas se darán dentro de la estructura colectiva en la cual la propiedad privada individual del capitalismo dará paso a la propiedad colectiva de la estructura material de la sociedad futura. Y en ese sentido, ser consecuentes significa iniciar el proceso de la construcción de esa sociedad mediante estructuras que son el germen de ella. Es lo que nosotros estamos haciendo y viviendo. No hacerlo es sostener la doble moral de afirmar que hay evolución pero resistirnos a avanzar en su sentido, hablar de evolución pero vivir dentro de la estructura dominante conservadora. Sin embargo, para poder avanzar en el sentido de la evolución social es menester poseer elementos filosóficos, ideológicos y culturales de elevado nivel y esto solo es posible en cerebros altamente desarrollados.
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