Uribe en el purgatorio
Ilustración: Randy Mora
El miércoles 26 de noviembre ha sido uno de los peores días de la presidencia de Álvaro Uribe. En la mañana, a las 7 y 30, hizo una dolorida declaración en defensa de sus hijos, que han sido mencionados dentro del escándalo de DMG. Hacia la tarde, en la Comisión Primera de la Cámara se hundió la propuesta de someter a referendo la reforma constitucional que permitiría su candidatura en 2010.
Las últimas semanas han sido una pesadilla para Uribe. El escándalo de DMG ha crecido y mostrado un indudable poder corrosivo contra la imagen del Presidente. Por una vez, su estilo de enfrentar los problemas, poner la cara, ponerse de lado de la gente y culpar a otros, no le ha dado resultado. A pesar de las sorprendentes revelaciones que han ido apareciendo sobre los vínculos de David Murcia Guzmán con el narcotráfico, su amenaza de "poner al pueblo en contra del mandatario" de alguna manera se ha cumplido. Muchos pequeños ahorradores que han perdido su dinero le están pasando la cuenta de cobro al Gobierno.
Todo indica que la llamada DMG-Política ha afectado al Presidente. Un mandatario que sobrevivió a la para-política, a la 'Yidispolítica', al escándalo de los falsos positivos y al desgaste de seis años de gobierno, quedó contra las cuerdas por los efectos de la caída de DMG y la ira de miles de personas de clase media que perdieron sus ahorros.
¿Qué diferencia al problema de DMG de las crisis anteriores que el gobierno Uribe había superado con éxito? El Presidente había acostumbrado a los colombianos a verlo más en el papel de mediador de los problemas ciudadanos que de responsable de liderar las políticas para solucionarlos. Así, frente a un reclamo, Uribe regañaba hoy a un ministro, mañana a un general, después a un director de instituto. Él siempre aparecía como el que buscaba soluciones pero nunca asumía responsabilidades. Y en el caso de DMG no tuvo a quién regañar: el despido del superintendente bancario no fue suficiente, y hasta recibió críticas por haber sacado como chivo expiatorio a un buen funcionario.
Otro instrumento que esta vez el presidente Uribe no ha tenido a la mano es el famoso espejo retrovisor. Echarles la culpa de todo a sus desprestigiados antecesores, en especial a Andrés Pastrana y a Ernesto Samper. Ahora le ha tocado poner la cara porque las 'pirámides', DMG y el retraso en la reacción, han sido cosechados durante su periodo. Un editorial de El Nuevo Siglo lo puso en estas palabras: "Es una de las primeras ocasiones en las que el Gobierno no ha puesto el espejo retrovisor. Y como no hay a quién echarle la culpa, pues ha quedado en evidencia".
A Uribe también lo ha golpeado que la población afectada por el desplome de DMG -clase media- es parte del núcleo principal de sus seguidores. El Presidente con frecuencia ataca a los partidos, al Congreso, a los medios, para acercarse al ciudadano común. Y en esta ocasión el bolsillo de ese colombiano de a pie fue el que resultó maltratado. Nada tiene más efectos políticos que el deterioro en las condiciones económicas de la gente.
El factor DMG logró, finalmente, lo que la oposición no había podido en el Congreso: dejar por fuera de la votación del referendo, que busca habilitar a Uribe para una segunda reelección, a dos de sus más devotos aliados, los representantes conservadores de Nariño y Putumayo, respectivamente, Myriam Alicia Paredes y Orlando Guerra. Los dos congresistas, que han 'pelechado' de favores oficiales por pertenecer a la coalición de gobierno, en esta ocasión, y ante el temor de perder sus electores, anunciaron que no votarían el referendo porque no les pueden dar la espalda a sus departamentos, que han sido los más golpeados por la crisis social y económica tras la intervención de las empresas de Murcia Guzmán.
Uribe, en fin, está desencajado. De cuenta de DMG perdió a una cercana consejera presidencial, Cecilia Álvarez. Su soledad en el Palacio de Nariño se acentúa. Y su extraordinaria capacidad de manejo de su imagen y de los medios se ha desvanecido. La crisis de las 'pirámides' lleva en cartelera más de dos semanas. El Presidente no ha podido cambiar de discurso ni de tema. Tiene que salir casi a diario a dar explicaciones y las últimas tuvieron que ver, nada menos, con su familia. El papel de sus hijos, Tomás y Jerónimo, en el escándalo, ya fue objeto de una dura columna de Salud Hernández-Mora en El Tiempo, y del programa Hora 20 de Caracol Radio.
Han sido, en fin, las peores semanas de la era uribista. Sin las perspectivas de una posible reelección en 2010, enterradas por el Congreso este miércoles, al presidente Uribe le tocará enfrentar la situación, y los meses por venir -con desaceleración económica- sin ropaje de candidato y con el sol a la espalda.