La barrida general
La barrida generalCaricatura eltiempo.com
Triqui, triqui, Halloween, militares para mí... y si no me dan..., les condeno a su país, le debió decir al presidente Uribe la alta comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Navy Pillay.
Que de todos modos nos iban a "pillay", en que en Colombia hay horrenda y condenable violación del Derecho Internacional Humanitario. Y, al parecer, por eso el Presidente tuvo que hacer una purga general en el Ejército. Ya se dice que el más famoso y temido alto oficial por estos días es el general 'Remezón'. Rodaron las cabezas de 27 militares; entre ellos, tres generales de dos soles y varias noches de desvelo, 17 oficiales y 7 suboficiales, que marchan, pero a sus casas, condenados públicamente.
No se sabe qué destitución es justa o cuál no. Los altos mandos son acusados de falta de control sobre los pelotones. Es decir, porque no tuvieron en la mira a los que estarían apretando el gatillo. Los militares tienen derecho a su legítima defensa, pero se había demorado el Presidente en tomar medidas. Las últimas revelaciones son escalofriantes y vergonzantes. Todo apunta -bueno, no digamos apunta, que de pronto se nos dispara-. Todo indica que hay ejecuciones extrajudiciales a la lata para lograr falsos positivos, especialmente a partir del 2007.
Unos elogian a Uribe. Dicen que al fin hubo un punto de quiebre.
Punto de quiebre aplicaban los que estaban quebrando gente. La gota de sangre que rebosó la copa fue el caso de Soacha, en las goteras de Bogotá, donde los militares, según se informa, en contubernio con delincuentes, mediante señuelos se llevaron a 11 muchachos -un equipo de fútbol completo- y en Norte de Santander los mandaron a la última división: la que queda entre la tierra y el cielo. Todo para lograr un falso positivo: ser exaltados, condecorados, ascendidos. Qué horror, qué política más peligrosa de la Seguridad Democrática -o inseguridad democrática- de pagar por todo. Como si el deber, la misión, el honor y el amor patrio ya no fueran suficientes alicientes.
Y no solo fue en Soacha, sino en 26 de los 32 departamentos. La Coordinación Colombia-Europa-Estados Unidos habla de que entre enero del 2007 y junio del 2008, al menos 535 murieron extrajudicialmente a manos de miembros de la Fuerza Pública. De estos, solo de 117 casos hay seguimiento jurídico. Pero hoy la Fiscalía investiga a 760 militares y policías, entre ellos 4 coroneles por supuestas ejecuciones extrajudiciales. Tal será, que las lenguas bravas dicen que hay militares que trabajan horas extra judiciales.
Y no se pueden olvidar casos que están en manos de la justicia, como Cajamarca (Tolima), donde cayeron, mañana hará cinco años, cinco campesinos; o Guaitarilla (Nariño), donde murieron 7 policías y 4 civiles a manos del Ejército. Y otros casos por ahí.
Uribe actuó, sea por presión, por convicción o por reelección. Lo malo es que tardó una eternidad.
Él, que parece saber hasta el precio de las agujas, y en las Fuerzas Militares no se mueve una paja sin que lo sepa. ¿O será paja? ¿No sabía lo que estaba pasando a sus espaldas? ¿Estamos descubriendo a un Uribe al que le hacen semejantes goles? Este elefante es enorme. Lo malo es que "fusiló" a los generales a través de los medios. ¿Qué tal que estos, con más de 30 años en el Ejército, resulten inocentes?
El Presidente habrá entendido que quienes denunciaban no eran guerrilleros de civil. Y que se siguen pudriendo las manzanas.
Todo esto mina la imagen de un Ejército, glorioso Ejército aún, exitoso y sacrificado, que de todas maneras ha dado valiosas resultados. Y es un falso positivo para la reelección y la para Seguridad Democrática. Que haya justicia, es lo que se debe pedir. Que se sigan denunciando y que las madres de Soacha y de todas partes no descansen de reclamar a sus hijos. Lo peor que nos puede pasar, y lo mejor para las Farc, es que se ponga en entredicho al Ejército.
luioch@eltiempo.com.co . Luis Noé Ochoa