En el supuesto que se diga que se admite que la anarquía creciente del capitalismo no lo encamina hacia su propia destrucción, entonces el sistema socialista dejaría de ser objetivamente necesario
Por: Alberto Vargas*
May 12, 2024
La derecha rechaza la «teoría del hundimiento» del capitalismo, e insiste en promover la «teoría de adaptación del capitalismo».
Por tanto, buscan erigir un muro «infranqueable», que los martillazos de la revolución están derribando. Sabemos que el socialismo no surge de la nada, es consecuencia de las cada vez más agudas contradicciones del capitalismo salvaje y los antagonismos de clases, del callejón sin salida del capitalismo; lo que ha facilitado el convencimiento, por parte de los humildes, del hecho histórico factible y objetivo de superar tales contradicciones y antagonismos de clases, a través de una genuina y auténtica revolución social, política, cultural y económica.
Si se niega lo primero se rechaza lo segundo. El socialismo es una necesidad histórica que trajo consigo el capitalismo salvaje, un socialismo que es el único sistema capaz de enderezar el curso de los acontecimientos, que hoy surge como un «Plan B» para salvar a la humanidad de su inminente autodestrucción generado por el afán de lucro y las ansias de poder del capitalismo salvaje.
Así como el feudalismo fue sucedido por el capitalismo, justamente por el carácter transitorio de aquél, el capitalismo en la inevitabilidad –y he aquí su reverso– de que su inminente colapso conduce al socialismo.
Sí Marx descifró los jeroglíficos de la economía capitalista fue porque se enfrentó a éstos desde la perspectiva del socialismo, desde el punto de vista del materialismo histórico.
También por abordar desde la óptica socialista el estudio de la sociedad burguesa, y además, especificó el análisis a partir de una visión científica la concreción al socialismo.
El socialismo es la montura, un medio de transporte histórico seguro, para lograr la justicia social de los pueblos, en fin, es la más justa distribución de los recursos como su objetivo, así como la idea de justicia social como su única legitimación histórica.
No hay conexión ni se puede establecer ninguna relación entre desarrollo capitalista y democracia burguesa. El progreso ininterrumpido de la democracia burguesa considerada como la gran ley de la historia de la humanidad, resultó una enorme contradicción colocando toda forma de vida –repetimos–en un callejón sin salida.
Por tanto, debemos rechazar el esquema de una democracia burguesa progresiva como ley general del desarrollo histórico. Las instituciones democráticas burguesas han cumplido la función que les tocó en su desarrollo. El socialismo no precisa de la democracia burguesa, sino que es la democracia la que necesita de las fuerzas socialistas. Debemos fortalecer el movimiento socialista.
Somos una fuerza política creadora capaz de contrarrestar las perversidades de la democracia burguesa. Los pueblos son el devenir de la nueva historia ante el desfasado neoliberalismo que se ha convertido en una amenaza apocalíptica que va contra toda forma de vida.
Finalmente, es notorio que las embajadas yanquis en distintos países han organizado bandas fascistas que siembran el terror y agreden organizaciones obreras, estudiantiles, e intelectuales. Esas bandas, en las que reclutan a individuos de la peor calaña moral orquestados por la oligarquía y el poder mediático, que han consumado una serie de actos criminales contra los movimientos sociales organizados. Allí está el ejemplo de Perú.
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*Alberto Vargas
Abogado y periodista, egresado de la UCV, con posgrado en Derecho Tributario y Derecho Penal. Profesor universitario en la cátedra de Derechos Humanos albertovargas30@hotmail.com
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