La agresión del magnate naranja obliga, restando a ese grupo de cipayos, a unir la Latinoamérica en una sola fuerza para enfrentar la enloquecida embestida de Trump
▲ Venezuela denunció el 3 de diciembre que un tribunal de Estados Unidos autorizó la venta de CITGO, filial de PDVSA en ese país, en un proceso de remate. Washington tomó el control de la petrolera en 2019 tras desconocer al presidente Nicolás Maduro.Foto Afp
Carlos Fernández-Vega
jornada.com.mx 12/2025
En su afán de “revitalizar” la Doctrina Monroe (la cual nunca dejó de estar activa), Donald Trump ya había dado un aperitivo: su intención de apropiarse de Groenlandia, convertir a Canadá en el estado número 51, retomar el control del Canal de Panamá y ahí restablecer sus bases castrenses, renombrar el Golfo de México, aumentar la extensión del muro fronterizo entre su país y el vecino del sur, poner en marcha una cacería de inmigrantes (sin incluir a los blancos, desde luego), amenazar permanentemente a México, Cuba, Colombia y Venezuela, ofrecer sus “servicios militares” para combatir a los cárteles de la droga, asesinar a pescadores en aguas internacionales, reforzar el ilegal bloqueo contra la mayor de las Antillas, intervenir en los procesos electorales, etcétera, etcétera. Todo, según él, con el fin de “promover la seguridad y la estabilidad” de América Latina y el Caribe, y “reforzar el atractivo de Estados Unidos como el socio económico preferido del hemisferio occidental”.
Pero ya divulgado el “relanzamiento” y lo que implica, el inquilino de la Casa Blanca metió el acelerador y de ofrecer (en el discurso) convertirse en el “socio preferido” de los latinoamericanos, se quitó la careta (que de por sí ya no ocultaba mucho) y pasó a ser un descarado pirata al asaltar un barco petrolero que transportaba crudo venezolano en el mar territorial de esa nación sudamericana, acto violatorio del derecho internacional y de la soberanía de este país. Y sin más, lo trasladará a territorio estadunidense. Hurto consumado.
Con el cinismo que lo caracteriza, Trump dijo: “acabamos de incautar (léase robo descarado y acto de piratería internacional, como lo calificó el presidente Nicolás Maduro) un barco petrolero en la costa de Venezuela, un gran buque, muy grande, el más grande jamás incautado, de hecho” y, según él, lo hizo por “una muy buena razón” (que no explicó cuál sería, aunque miles de barriles de crudo es el motivo real) y “asumo que nos quedaremos con él”.
La portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, aseguró que “el buque petrolero incautado (robado) por Estados Unidos y vinculado a Venezuela navegaría hacia un puerto estadunidense (con todo y rehenes), donde el gobierno federal tiene la intención de confiscar su cargamento a través de un proceso legal formal (lo ilegal se “legaliza” en Washington); el Departamento de Justicia aprobó una orden que autorizaba la incautación del barco; hay un proceso legal para la confiscación de ese petróleo, y ese proceso será llevado a cabo”, dijo la susodicha sin sonrojarse, y en el descaro total aseguró que Trump “ha adoptado un nuevo enfoque que no ha sido tomado por ninguna administración desde hace bastante tiempo”. Claro, sólo a lo largo de los últimos 202 años. Pero el magnate naranja dice que los únicos piratas son de Somalia.
Eufemismos aparte, no es más que un atraco en despoblado (lo que no es novedad tratándose de un gobierno gringo) ante la pasividad de la mayoría de las “autoridades” de la región y el aplauso de focas políticas como Javier Milei (Argentina), Daniel Noboa (Ecuador), Nayib Bukele (El Salvador), Rodrigo Paz (Bolivia), el golpista José Jerí (Perú), José Raúl Mulino (Panamá), Christine Kangaloo (Trinidad y Tobago), todos lacayos de Trump dispuestos a abrir las piernas, “equipo” que puede crecer si el próximo domingo en Chile gana el fascista José Antonio Kast.
La agresión del magnate naranja obliga, restando a ese grupo de cipayos, a unir la Latinoamérica en una sola fuerza para enfrentar la enloquecida embestida de Trump. Caso contrario, este despreciable ser irá comiendo una tras otra a las naciones regionales hasta quedarse con el último gramo de los recursos naturales de la región, en el entendido de que una América Latina dividida sólo conlleva a la derrota, traducida ésta en pérdida de soberanía, riquezas naturales, territorio y dignidad, producto de la inacción y el neocolonialismo gringo.
Sobre este asunto, la presidenta Sheinbaum dijo que México se pronuncia a favor de la no intervención, el diálogo para resolver cualquier conflicto, la solución pacífica de las controversias y la autodeterminación de los pueblos. “Siempre será esa nuestra posición; estamos de acuerdo con el respeto de los tratados internacionales y México debe velar por ello. Además está en la Constitución”.
Las rebanadas del pastel
Y mientras presume su devaluada corcholata de la “paz”, la esperpéntica María Corina Machado, una suerte de Lilly Téllez venezolana, reafirma su deseo de que Estados Unidos invada y destroce su país natal para que ella sea presidenta. ¡Claro! No cabe duda: es “pacifista”.
X: @cafevega
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