La ejemplar resistencia del pueblo venezolano frente a las muy peligrosas amenazas del gobierno estadounidense de Donald Trump, es un estímulo que hace historia
Luis Manuel Arce Issac
almaplus.tv/ 16 Diciembre 2025
El enemigo hace todo lo posible para acallar a Bolívar, engaña, busca que crean lo contrario, denosta a los líderes que siguen su ideario, miente, lastima, es infame, bestial, denigrante, astuto, pero no inteligente
¡Aquí no se rinde nadie!
La ejemplar resistencia del pueblo venezolano frente a las muy peligrosas amenazas del gobierno estadounidense de Donald Trump, es un estímulo que hace historia, pues la firmeza sostenida ante enloquecidas e impunes acciones como una gigantesca burla a la humanidad y a las leyes y normas de convivencia, es una convocatoria en toda regla a la defensa de la dignidad de la persona, viva donde viva y hable el idioma que sea.
Venezuela, ahora bloqueada ilegal e ilegítimamente en una escalada de piratería con perfil genocida, es una convocatoria sin palabras, sin llamamientos, en silencio, que surge de lo más profundo del alma y estremece el hondón americano sacudido desde las entrañas de la Pachamama que no clama miserere porque el enemigo no da espacio para ello ni tampoco le será rogado: no es la piedad el arma de lucha, sino la espada y el escudo.
Simón Bolívar ha salido de su tumba y le pide a Hugo Chávez su regreso al campo de batalla donde ya el pueblo espera en fila, no para morir en la contienda, sino para descabezar al adversario. Venezuela vuelve a ser la tierra del Libertador, el hacedor de naciones, el recomponedor de ideales para que América regrese a ellos. Boyacá no está en el imaginario popular, sino en las raíces de la patria y de su gente.
El enemigo hace todo lo posible para acallar a Bolívar, engaña, busca que crean lo contrario, denosta a los líderes que siguen su ideario, miente, lastima, es infame, bestial, denigrante, astuto, pero no inteligente.
Como calificara el poeta cubano Rubén Martínez Villena al criminal Gerardo Machado, ese enemigo es un asno con garras, no es un alienígena, es un tipo de carne y grasa y saliva babosa, con un cerebro malsano y desquiciado, lleno de burbujas, cada una formada por una ambición diferente y todas, unidas como virus, tributan a la meta de dominar a América y controlar como borregos a sus pueblos.
Los miserables de siempre, como Javier Milei, José Antonio Kast, Kamla Persad-Bissessar. Daniel Noboa, José Jerí, Rodrigo Paz Pereira, Luis Abinader, les hacen el juego, y soplan como canallas cada pompa dentro de su cabeza y de su alma, para inflar su ego y elevarlo a las nubes como antes hacían con los globos de Cantolla.
Pero Trump no es inderrotable, ni sus lacayos tampoco. América no será de ellos, aunque ahora se revuelve con esos bribones que provocan retortijones por el asco que dan, no por el miedo que quisieran inculcar.
Simón Bolívar vuelve a cabalgar con su Carta de Jamaica como bandera, para liberar pueblos. En aquel texto, escrito el 6 de septiembre de 1815 —como decir 2025 si se cambiara España por Estados Unidos—, el Libertador decía entre otras muchas verdades:
“El suceso coronará nuestros esfuerzos; porque el destino de América se ha fijado irrevocablemente; el lazo que la unía a la España está cortado; la opinión era toda su fuerza; por ella se estrechaban mutuamente las partes de aquella inmensa monarquía; lo que antes las enlazaba ya las divide; más grande es el odio que nos ha inspirado la Península que el mar que nos separa de ella; menos difícil es unir los dos continentes, que reconciliar los espíritus de ambos países.
“El hábito a la obediencia; un comercio de intereses, de luces, de religión; una recíproca benevolencia; una tierna solicitud por la cuna y la gloria de nuestros padres; en fin, todo lo que formaba nuestra esperanza nos venía de España. De aquí nacía un principio de adhesión que parecía eterno, no obstante que la inconducta de nuestros dominadores relajaba esta simpatía; o, por mejor decir, este apego forzado por el imperio de la dominación. “Al presente sucede lo contrario: la muerte, el deshonor, cuanto es nocivo, nos amenaza y tememos; todo lo sufrimos de esa desnaturalizada madrastra. El velo se ha rasgado; ya hemos visto la luz y se nos quiere volver a las tinieblas; se han roto las cadenas; ya hemos sido libres, y nuestros enemigos pretenden de nuevo esclavizarnos. Por lo tanto, la América combate con despecho; y rara vez la desesperación no ha arrastrado tras sí la victoria.”
Y José Martí decía 78 años después, en un discurso el 28 de octubre de 1893 publicado como artículo en Patria una semana después, el 4 de noviembre, lo siguiente de Bolívar.
“Como los montes era él ancho en la base, con las raíces en las del mundo, y por la cumbre enhiesto y afilado, como para penetrar mejor en el cielo rebelde. Se le ve golpeando, con el sable de puño de oro, en las puertas de la gloria. Cree en el cielo, en los dioses, en los inmortales, en el dios de Colombia, en el genio de América y en su destino. Su gloria lo circunda, inflama y arrebata. Vencer, ¿no es el sello de la divinidad?; ¿vencer a los hombres, a los ríos hinchados, a los volcanes, a los siglos, a la Naturaleza?”
América sigue siendo vencedora, y los miserables de siempre, ya sea en Chile, Ecuador, Perú, Bolivia, Paraguay, Honduras, Trinidad y Tobago u otros subalternos, no podrán venderla, ni entregarla por un puñado de monedas, como Judas hizo con Jesús.
Un pequeño botón de muestra. Tres días después del desembarco del yate Granma en la Playa de las Coloradas, los expedicionarios de Fidel Castro cayeron en la emboscada de Alegrías del Pío. Murió una gran cantidad de revolucionarios, y los demás cercados por los soldados del dictador Fulgencio Batista.
Cuando los conminaron a dejar las pocas armas que salvaron, de entre la maleza salió un grito desgarrador que estremeció a la tropa batistiana: ¡Aquí no se rinde nadie! Muchos años después se reveló que lo dijo el comandante Juan Almeida Bosque, un albañil que se convirtió en héroe. Menos de dos años después de ese grito, el 1 de enero de 1959, la Revolución triunfó.
Desde entonces, todavía está sometida a un feroz e inhumano bloqueo y no han podido destruirla. No importan los bribones que lo han tratado de hacer. Allí está, en situación muy difícil por la guerra económica tan despiadada, pero, parodiado el cuento, cada vez que el imperialismo despierta, el dragón todavía está allí.
Lo mismo sucede y sucederá con Venezuela, con nuestra América, que grita también ¡Aquí no se rinde nadie!, aun cuando nos hace falta cumplir con los versos de Martínez Villena, ahora tan inexcusables y urgentes:
“Hace falta una carga para matar bribones/
para acabar la obra de las revoluciones/
para vengar los muertos, que padecen ultraje/
para limpiar la costra tenaz del coloniaje/
para poder un día, con prestigio y razón/
extirpar el Apéndice de la Constitución/
para no hacer inútil, en humillante suerte/
el esfuerzo y el hambre y la herida y la muerte/
para que la República se mantenga de sí/
para cumplir el sueño de mármol de Martí/
para guardar la tierra, gloriosa de despojos/
para salvar el templo del Amor y la Fe/
para que nuestros hijos no mendiguen de hinojos.
Martínez Villena
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