obra pictórica del artista colombiano Osvaldo Cantillo
Alirio Quimbayo Durán
Maestro y Poeta
El hambre y la sed nos asedian en pleno Siglo XXI; aunque la ciencia y la tecnología hayan descubierto múltiples formas de evitar que millones de seres humanos y aún, los animales, mueran de inanición en el Planeta Tierra. No solamente la desnutrición borra de un plumazo la vida de millones de niños, adultos y ancianos.
En Gaza, el genocidio causado por el ejército israelí contra la población inerme, no combatiente, evidencia el inframundo que nos habita. A quién se le ocurre destruir Aljibes y llenar de mezcla de concreto fuentes hídricas para asesinar de manera impune y lenta a los palestinos sedientos y hambrientos.
Disparan ráfagas de metralleta a los gazatíes que amparados por el supuesto "Derecho Internacional Humanitario" se aglomeran en un centro de distribución para - luchar con sus recipientes vacíos - y recibir un poco de alimento para ellos y sus hijos.
Espectáculo dantesco casi apocalíptico que alimenta el morbo de los amasadores de fortunas con la guerra, el dolor y la muerte de inocentes. Se podría afirmar de modo absoluto que ninguna poética de la VIDA es posible en la masacre, ni siquiera en una obra pictórica; sin embargo, por la capacidad de resiliencia, el artista plasma el desastre desde una mirada caleidoscópica. Nos enseña todas las artistas y combinaciones posibles de un mundo complejo visto desde su núcleo hacia la periferia. Su "Poiesis" real emerge y se sustenta desde una posición crítica de las anquilosadas estructuras de poder, al establecimiento, a la inversión de la escala de valores y principios.
La ambición por el poder y la concentración de la riqueza en manos de una élite deshumanizada y criminal hizo de la guerra el juego de la muerte y destrucción como el pan que se amasa en casa. "El Grito de Munch" se ha multiplicado en las favelas, en los barrios marginales, en los laberintos del alma de los desposeídos.
En esta magnífica pintura impresionista, nuestro pintor colombiano, Osvaldo Cantillo, de origen marino como un "Lied", caribeño por sus ancestros y para quienes lo reconocemos como un ,"hijo de Neptuno Caribe", nos plantea su cosmovisión demoledora de un universo posmoderno que se desploma en el eco de la angustia hecha clamor de río que muere en el desierto. Hasta el pensamiento se agrieta y, en ese proceso de autodestrucción, somos protagonistas y espectadores del caos incontenible que hemos gestado.
Nos hemos esforzado en reinventarnos una y otra vez; probablemente en la trashumancia de aquellos que tallaron sus dioses en las piedras antropomorfas y zoomorfas de San Agustín, Colombia para vencer el tiempo o para cabalgarlo como jinetes de un Apocalipsis anunciado y escrito por el discípulo Juan en la Isla de Patmos.
Una búsqueda universal de los ciclos simbolizados en las ruedas de la bicicleta; metaverso de la primera piedra que cuesta abajo indujo a un artista milenario o a un colectivo de humanos asombrados y curiosos a imaginar y pulir la roca hasta traer de otra dimensión la rueda. Piedra horadada por el ojo avizor de quien soñó superar distancias con un objeto tempo-espacial. No en vano el pueblo Romi, nómadas por antonomasia, tienen la rueda entre sus símbolos esotéricos y el mismo, "Alma Grande", el líder emancipador de la India, Mahatma Ghandi, reveló a su pueblo la grandeza de su nación al retomar la rueca y tejió ante sus seguidores un nuevo destino. Rompió las cadenas de subyugación con las que Inglaterra tuvo en su poder a la India. Podríamos afirmar con el título del libro de Marshall Bergman que "Todo lo sólido se desvanece en el aire".
Maestro y Poeta.
Ibagué, Colombia.
Martes 16 de septiembre de 2025
_________
Fuente:facebook

