Con el método dialéctico es posible estudiar y demostrar la tensión entre fuerzas productivas y las relaciones de producción que son clave para prever, planificar y consolidar el cambio social
Fernando Buen Abad
3 Febrero
Aprovechar el Método Dialectico
Una buena manera de aplicar el método dialéctico consiste en abordar la realidad a partir de sus contradicciones. Son el motor de la historia, cambian en calidad y cantidad, son movimiento constante y expresan fortalezas y debilidades con toda transparencia. Este método es una herramienta filosófica y científica para comprender, intervenir y transformar los procesos de la naturaleza, la sociedad y el pensamiento. Tiene raíces históricas profundas (Platón y Hegel), pero fue Karl Marx quien revolucionó el método elevándolo a nivel de ciencia útil para lo social, para la economía, la cultura y la conciencia toda. Es una herramienta crucial para analizar los medios, los modos y las relaciones sociales de producción, las contradicciones del capitalismo y el movimiento histórico, la praxis, hacia formas nuevas de organización social con dignidad y felicidad para la humanidad entera. Respuesta a las contradicciones de la sociedad en la que surgió. Nada mal.
Por eso ha sido descomunal el odio de la clase dominante descargado contra un método científico que tiene a la dialéctica por corazón que mueve revoluciones. Por eso se ha escondido a los pueblos la riqueza de un instrumento que, en simultáneo, explica la realidad y mueve a transformarla. Por eso las persecuciones políticas, la censura, la indiferencia, la cerrazón y los acosos orquestados por la ideología de la clase dominante contra un método que ha superado, con mucho, los dispositivos de conocimiento. Es el aporte científico de Marx para servirle a la especie humana dispuesta a transformar al mundo.
En su expresión más avanzada es un método que, en primer lugar, exige su autocrítica permanente. Su revisión interna radical (de raíz) para corregirse constantemente y eliminar toda esclerosis, todo dogmatismo y todo fanatismo metodológico. Luego, permite entender que no se puede conocer un fenómeno, cualquier problema, hecho, circunstancia, aisladamente, exige ser estudiado en relación con el todo del cual forma parte indisoluble. Estudiar los problemas dentro de un todo integrado. Así el método dialéctico de Marx es una concepción del conocimiento y la realidad que parte de la crítica a la dialéctica hegeliana, invirtiéndola y dándole un contenido materialista. “Mi método dialéctico, en su fundamento, no sólo es distinto del método hegeliano, sino que es su opuesto directo. Para Hegel, el proceso del pensamiento, que él convierte incluso en sujeto con autonomía propia bajo el nombre de Idea, es el demiurgo de lo real, y lo real no es más que su manifestación externa. Para mí, por el contrario, lo ideal no es más que lo material trasladado y traducido en la cabeza del hombre.” (Marx, 1873, Prólogo a la segunda edición de El Capital, Libro I).
Aporta una visión integral de la realidad. Es una de sus contribuciones más deslumbrantes porque consiste en reconocer que todo se mueve, avanza, retrocede…en función de las contradicciones (internas o externas) que son el motor del movimiento, que son las fuerzas opuestas que coexisten y luchan entre sí, para generar cambios. Es un método que identifica, como una de las contradicciones centrales, la contradicción Capital-Trabajo que motoriza el desarrollo del sistema, pero también contiene las semillas de su propia destrucción. Con el método dialéctico es posible estudiar y demostrar la tensión entre fuerzas productivas y las relaciones de producción que son clave para prever, planificar y consolidar el cambio social.
Para esto es fundamental entender la “negación de la negación” o “segunda negación” que es un principio que demuestra cómo los procesos de transformación no son lineales, sino que implican una superación de etapas anteriores. Así, por ejemplo, el feudalismo fue “negado” (superado) por el capitalismo, y el capitalismo, será “negado” (superado) por una nueva forma de organización social humanista, de interés colectivo, con la sociedad por encima de los intereses del capital. Esa “negación” como la entiende el método de Marx, no es un retorno al pasado, sino una transformación que conserva aspectos positivos de lo anterior pero sometidas a un cambio constante.
Es que toda realidad contiene elementos opuestos que están en conflicto activo, pero también interdependientes. La dialéctica permite conocer y transformar estudiar las relaciones sociales de producción (las formas en que los seres humanos organizan el trabajo) determinan la estructura económica de una sociedad. En los Manuscritos de 1844, Marx señala: “La contradicción es la raíz de todo movimiento y de toda manifestación vital; es sólo en la medida en que una cosa tiene en sí misma una contradicción, que se mueve, tiene un impulso y actividad.” (Marx, 1844, Manuscritos económico-filosóficos). Este método ayuda a analizar también el valor de las mercancías que se deriva del trabajo humano y cómo este proceso genera contradicciones, como la explotación del trabajo asalariado. Entiende que la acumulación del capital, con formas múltiples de violencia y extorsión, lleva a una creciente e injusta concentración de riqueza en manos de unos pocos, mientras que la mayoría enfrenta condiciones de vida precarias. Esta contradicción genera crisis económicas recurrentes, que son inherentes al capitalismo.
También es aporte histórico del método dialéctico de Marx entender la historia como una serie de modos de producción que se desarrollan y finalmente entran en crisis debido a sus propias contradicciones internas. A diferencia de enfoques más mecánicos o lineales, la dialéctica reconoce la complejidad, las contradicciones y los procesos de transformación. Es una revolución científica y no es sólo una herramienta teórica, sino una forma del desarrollo continuo, impulsado por contradicciones internas y transformaciones históricas. En el Prólogo a la Contribución a la crítica de la economía política, Marx resume esta concepción: “En la producción social de su existencia, los hombres establecen relaciones determinadas, necesarias, independientes de su voluntad; estas relaciones de producción corresponden a un determinado grado de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales. […] En un cierto estadio de desarrollo, las fuerzas productivas materiales de la sociedad entran en contradicción con las relaciones de producción existentes, o, lo que no es más que la expresión jurídica de ello, con las relaciones de propiedad dentro de las cuales se han desenvuelto hasta allí. De formas de desarrollo de las fuerzas productivas, estas relaciones se convierten en trabas suyas. Entonces se abre una época de revolución social.” (Marx, 1859, Prólogo a la Contribución a la crítica de la economía política).
Por todo esto el método dialéctico posee carácter revolucionario. Implica que no es necesario esperar a que el sistema colapse por sí solo. Al comprender sus contradicciones, los actores sociales pueden intervenir activamente para acelerar su transformación. Rechaza las visiones estáticas o inmutables, demuestra que todos los sistemas son históricos, contingentes y sujetos a cambios. Desacraliza las estructuras existentes (como el Estado, el mercado o las relaciones de clase). Abre la posibilidad de imaginar alternativas y construir nuevos modelos sociales.
En suma: no es sólo una herramienta teórica, sino que está intrínsecamente vinculado a la “praxis”, es decir, a la unión de teoría y acción. Revela las contradicciones internas de los sistemas opresivos. Rompe con el pensamiento estático y dogmático. Une la teoría y acción en la praxis. Demuestra la historicidad de todos los sistemas y la posibilidad de superarlos. Desenmascara las ideologías que perpetúan el statu quo. Promueve transformaciones cualitativas a través de la negación de la negación. Empodera a los sujetos históricos para que tomen el control de su destino. Y, en última instancia, el método dialéctico no sólo explica el mundo, sino que ofrece las herramientas intelectuales y prácticas para cambiarlo. Es, por tanto, una herramienta fundamental para quienes buscan transformar la sociedad de manera radical y emancipadora. Por eso se los castiga, distorsiona y persigue sistemáticamente. Porque es una herramienta científica de la rebeldía. Es un error no aprovecharlo.
Fernando Buen Abad
Autor de esta publicación
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Fernando Buen Abad. Intelectual y escritor mexicano. Licenciado en Ciencias de la Comunicación, Master en Filosofía Política y Doctor en Filosofía.
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