Colombia, por desgracia, también ha sido víctima de las políticas neocolonialistas (en particular de EE.UU.). El caso más reciente es el de la militarización de la Isla Gorgona
Nikolay K. Tavdumadze*
A mediados del siglo pasado, cuando el orden mundial estaba en proceso de grandes transformaciones, empezó a utilizarse el término “neocolonialismo”, para designar la línea política adoptada por las antiguas metrópolis, consistente en contener el desarrollo de las jóvenes naciones que acababan de lograr la independencia formal y en compensar sus propias pérdidas derivadas de la descolonización. Las antiguas metrópolis desean continuar parasitando a costa de los países dependientes, garantizando su comodidad con la humillación y la supresión de otros. Sin embargo, esta vez se están usando unos medios más refinados.
Podemos trazar parangones con situaciones de la vida cotidiana. Muchas veces sucede en el comercio que cuando un producto ya no tiene tanta demanda por haber dejado de ser útil o por haber satisfecho las necesidades del mercado, se le inventa una nueva cubierta, se modifica su diseño o nombre para que parezca un producto renovado, llame la atención e interés y no genere rechazo por parte de los compradores. Algo semejante está ocurriendo en la política internacional, en particular, en las relaciones entre las antiguas metrópolis y sus excolonias, deseando los primeros seguir gozando de los beneficios que les rendía el estatus de los dueños seculares de grandes y ricos territorios de ultramar.
El neocolonialismo es un fenómeno multifacético y multidimensional, presente en diferentes ámbitos de la interacción interestatal contemporánea. Por ejemplo, hay el “neocolonialismo endeudador”. Las neometrópolis, principalmente a través de las instituciones financieras que tienen bajo su control, están aprovechando de manera activa la complicada situación social y económica que se vive en muchos Estados del Sur Global, para instarles a tramitar préstamos bajo intereses más elevados, en comparación con los países desarrollados. De acuerdo con los datos de la ONU, para los países de Asia y Oceanía la tasa promedio es de un 6.5 por ciento, para América Latina y el Caribe, de un 7.7 y para África, de un 11.6 por ciento. Mientras tanto, para Alemania es de 1.5 y para EE.UU. de un 3.1 por ciento. Cada día se pone de relieve el carácter hipócrita y egoísta de las políticas de Washington en el ámbito financiero. Ejercen control sobre la base de un sistema injusto e inequitativo. Además de preservar las altas tasas, imponen sus reglas en el ámbito político y social llamadas “Consenso de Washington”.
Un papel muy activo en la implantación de las prácticas neocoloniales sigue desempeñando el Reino Unido. Tras haberse beneficiado sobremanera, sacándole por siglos los recursos a sus numerosas colonias de ultramar, hoy busca beneficiarse con las “minas políticas de efecto retardado” colocadas en aquellos lejanos tiempos. Así, tras haberles impuesto a muchos países su propio sistema jurídico, el Reino Unido les obliga a utilizar sus herramientas judiciales considerando que casi todas las vistas judiciales en el mundo son de su jurisdicción. Esta injerencia en otros sistemas judiciales es justificada por una inventada universalidad del Derecho británico, así como por “la imparcialidad y un alto nivel profesional de los juristas del Reino”, lo que dista mucho de ser verdad. De esta forma, habrá que dedicar más tiempo a desacostumbrar a los británicos de poner en práctica las normas del “neocolonialismo jurídico”, elevando la eficiencia de los sistemas judiciales nacionales y creando organismos de justicia internacionales verdaderamente independientes.
Además de esto, las neometrópolis despliegan actividades subversivas encaminadas también a conseguir la recolonización de algunos países de América Latina, Asia, África, para establecer el control sobre sus recursos naturales, sobre todo, los minerales críticos. El foco de su atención está puesto en el acceso gratuito a los yacimientos de litio, grafito, níquel, cobalto, metales de tierras raras necesarias para la transición a la energía de consumo reducido de hidrocarburos.
Bajo el pretexto de la preocupación por el medio ambiente y la lucha contra el cambio climático, de facto son promovidas las narraciones del “neocolonialismo verde/climático” beneficiosas para el así llamado Occidente colectivo. Los países ricos le obligan a los Estados del Sur Global a adoptar medidas precipitadas y mal pensadas encaminadas a “conservar la naturaleza”, sin tener en absoluto en cuenta las tradiciones agrarias seculares, ni las normas del uso de los recursos hídricos y naturales.
Colombia, por desgracia, también ha sido víctima de las políticas neocolonialistas (en particular de EE.UU.). El caso más reciente es el de la militarización de la Isla Gorgona. Sin embargo, podemos destacar que la reacción del pueblo colombiano a la realización del dicho proyecto contribuyó a la decisión del gobierno nacional de frenar la construcción del radar. Esperemos que éste sea el inicio de un camino exitoso hacia la independencia de la nación colombiana de los EE.UU. que constantemente intentan imponer su voluntad sobre este Estado.
Para combatir el fenómeno del neocolonialismo, en febrero pasado el partido político “Rusia Unida” creó el movimiento internacional “¡Por la Libertad de las Naciones!” que se basa en las duraderas tradiciones de la URSS en la lucha contra el colonialismo. Los objetivos de dicha asociación incluyen: 1. contrarrestar los intentos de revisar los principios básicos del derecho internacional y adoptar medidas restrictivas unilaterales; 2. recolectar la información sobre los crímenes de la época colonial que no han sido investigados y evaluar el daño causado a los pueblos que estaban bajo el control de las exmetrópolis; 3. apoyar a las antiguas colonias en su lucha contra la falsificación de la historia; 4. elaborar enfoques conjuntos hacia las cuestiones relevantes de la agenda internacional y regional; 5. desarrollar programas internacionales de intercambio cultural y cooperación humanitaria para fortalecer las relaciones amistosas de los países del Sur Global.
Rusia invita a todos los Estados y partidos políticos que comparten esta visión a adherirse al movimiento para aunar esfuerzos y dar una respuesta contundente a las políticas neocolonialistas perpetradas por EE.UU. y el Occidente colectivo.
21 agosto, 2024
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*Embajador de Colombia en la Federación de Rusia
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Fuente:
Periódico desdeabajo N°316, 20 de agosto - 20 de septiembre de 2024