La resistencia y sabotaje de un poder oligárquico que se niega a morir y a retirarse del escenario político, tratando de bloquear las nuevas instituciones y los procesos de cambio, usando a los medios de comunicación como punta de lanza
Marcos Salgado |
Justo cuando el presidente Gustavo Petro da un paso enorme para el ambicioso plan de la “paz total” con el comienzo del alto al fuego bilateral entre las Fuerzas Armadas de Colombia y la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional, el ELN, arrecia el ataque contra su gobierno con la movida político-mediática de embarrarlo en la investigación por manejos turbios de fondos de su hijo mayor, Nicolás Petro.
Que todo suceda al mismo tiempo no es casual. El ataque al gobierno de Petro es sostenido desde el momento mismo de su toma de posesión, hace justo un año, el 7 de agosto de 2022 y no aminoró ni un minuto. Hay que recordar el escándalo con el ex embajador de Colombia en Venezuela, Armando Benedetti y la ex jefa de Despacho de Petro, Laura Sarabia, una suerte de antesala del actual con el hijo mayor del mandatario.
El presidente Gustavo Petro (i), habla durante la instalación del acuerdo de participación de la Mesa de Diálogos de Paz entre el Gobierno de Colombia y el Ejército de Liberación Nacional (ELN), en Bogotá. (Xinhua)
Un escándalo motorizado por la revista de derecha Semana, en el que de entrada quedó claro que el objetivo era y es Petro. El presidente denuncia un golpe blando: dice que es la resistencia y sabotaje de un poder oligárquico que se niega a morir y a retirarse del escenario político, tratando de bloquear las nuevas instituciones y los procesos de cambio, usando a los medios de comunicación como punta de lanza.
La política de paz total y la reanudación plena de relaciones con Venezuela, son resistidas por los grandes terratenientes y grandes empresarios y los difusores de sus exigencias: políticos, parlamentarios, militares, empresarios y siempre, claro, como no, los medios de comunicación y las redes sociales.
Contra la paz total
La guerra en Colombia ha servido durante décadas para el enriquecimiento de las principales familias de la oligarquía y de sus empresas. Cuando los gobiernos no alcanzaban a cumplir con sus exigencias, echaban mano a los paramilitares o bandas narcotraficantes que, además, han sido sostén financiero de no pocos políticos de derecha.
Petro y Maduro en la línea fronteriza. (Presidencia de Venezuela)
La paz total es una amenaza a esa estructura, y por eso la resistencia. En este capítulo de la ofensiva hay una investigación del fiscal amigo del gobierno de Iván Duque, Francisco Barbosa, ante quien Nicolás Petro declaró -según filtró la fiscalía a sus medios amigos – que a la campaña de su padre entró dinero de un ex narcotraficante y un contratista del Estado, dos personajes representan la antítesis de lo que Petro promueve y simboliza como forma de hacer gobierno.
¿Avanzará la “investigación” fiscal al punto de poner en jaque a Petro? ¿Se redoblará el respaldo popular al presidente como forma de garantizar su permanencia en el poder más allá de todas estas operaciones? Una cosa está clara por ahora: el tamaño de la ofensiva contra Petro es directamente proporcional a todo lo que los grupos de poder históricos en Colombia temen perder. Por eso el asedio seguirá y crecerá.
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*Periodista argentino del equipo fundacional de Telesur. Corresponsal de HispanTv en Venezuela, editor de Questiondigital.com. Analista asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, estrategia.la)
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