Debemos de cambiar el fatídico y criminal régimen de afiliación y las autorizaciones, por un Sistema de Seguridad Social Universal
Por Alberto Palmarrosa Inciarte
El abierto debate suscitado por la presentación del proyecto de Ley de la reforma a la salud ante la Comisión Séptima de la Cámara por parte del gobierno del presidente Gustavo Petro Urrego, y defendida y explicada por la valiente Carolina Corcho Mejía, ministra de Salud, tiene más de político y económico que de científico en sí. De un lado está el gobierno liderando la liberación de un derecho para ponerlo al servicio de quienes verdaderamente lo pagan en esta sociedad: el proletariado la clase media y los pobres, de hecho ese fue el mandato encomendado por el pueblo al presente gobierno, ¡y lo está cumpliendo!; por el otro lado del tinglado están las élites económicas del país, gremios como el GEA (Grupo económico de Antioquia), el sector financiero, multinacionales extranjeras, etc., que han secuestrado -la salud- para hacer de ella su lucrativo negocio, y han logrado crear la confusión en las mismas capas sociales a quien se las han arrebatado. Están estos desnaturalizados ricachones defendiendo como gato a boca arriba y mediante chantaje el negocio que le representa enormes dividendos (ganancias).
El rapto de ese derecho fundamental se dio con la nefasta Ley 100 de 1993, cuyo ponente fue el aciago Uribe Vélez como Senador de la República, por la cual se le endosa a los grupos económicos privados a través de las EPSs todo el dinero recaudado por el Estado, proveniente de los impuestos que mayoritariamente pagan los colombiano de a pie, dedicado para la atención eficiente y científica de la salud.
¡Incertidumbre! gritan los pelafustanes; ¡Ideologización! Los manzanillos y tenebrosos politiqueros escondidos en el mismo gobierno para trabar la marcha victoriosa del triunfo inobjetable de un pueblo que anhela cambio. La gutural desesperación por detener una aspiración válida de retornar la salud a su verdadera dimensión, nos coloca, a quienes estamos interesados en la eficiencia de este derecho, a organizarnos en todas las formas posibles, incluso, levantar o crear formas orgánicas de gobernanza popular, partiendo desde la clase obrera y el campesinado.
La tarea de los que podemos aportar en el conocimiento, es, trasladarnos a las comunidades para hacer la pedagogía que conlleve a las claridades necesarias, ir creando la conciencia sobre la necesidad imperante de la reforma a la salud presentada al congreso de la República, organizar y elevar el potencial movilizador del pueblo, el único capaz de detener a los extorsionistas y chantajistas capitalistas, que tienen en un amplio y mayoritario sector de congresistas a sus más arrastrados y serviles escuderos.
Debemos de cambiar el fatídico y criminal régimen de afiliación y las autorizaciones, por un Sistema de Seguridad Social Universal, donde todos los colombianos podamos acceder a la salud sin ninguna traba ni condicionante. Reivindicar la atención primaria como derecho fundamental, Reconstruir la Red Primaria de Salud, que son los Centros de Salud en las comunidades más pobres y recónditas del país. A las EPSs no les interesa los Centros de Salud por eso los han acabado, ¡no es negocio!, según datos, 633 de 1.123 municipios de Colombia no tienen Centros de Salud, el 59%.
Con el actual negocio de las EPSs, la relevancia la constituye la alta complejidad, por la atención a la enfermedad, más no a la prevención, por lo que ha perdido importancia la medicina general y preventiva. A medida que se despliegue la medicina preventiva en la ecuación tendremos menos enfermos. No quiere decir que se niegue el papel de la alta complejidad.
Es menester acabar con el direccionamiento del flujo de dinero para la financiación de las Clínicas y Hospitales por parte de las EPSs, el dinero debe ser dirigido directamente por el Estado a las IPSs –Clínicas y Hospitales – que son, en últimas, las verdaderamente necesarias en este entramado, y tendremos tres resultados: el fortalecimiento de los Hospitales que han sufrido la arremetida feroz y destructiva de las EPSs, cortar el chorro para la financiación electoral de los congresistas del régimen, y además, romper definitivamente con el financiamiento del paramilitarismo.
Entre tantas cosas positivas de esta reforma a la salud está la promoción de un contingente supremamente grande y poderoso de un cuerpo de trabajadores de la salud en todos sus campos, partiendo que hoy, hay un número deficitario de médicos para la atención, eso se suplirá, ¡y con personal totalmente colombiano! Florecerán las escuelas dedicadas a la formación del factor humano en salud. ¡y bien pagos!
Manos a la obra.
Alberto Palmarrosa Inciarte, economista.
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