Duque ya nos despojó del miserable aumento del 10.07 % del mínimo para 2022
"...Fue apenas un instante, una trampa: el aumentico, súbitamente fue presa de un raponazo. La impostada euforia presidencial no encajó con la realidad..."
Por: Proclama Cauca y Valle
Foto: Pixabay
El pasado 15 de diciembre, cuando el presidente Iván Duque anunció el aumento del 10.07 % para el salario mínimo en 2022, que lo fijó en $1.117.172 pesos con el auxilio de transporte, indicó, como todos los gobernantes que creen que gobiernan pueblos idiotas, que era un día histórico para el país:
“Me llena de alegría la actitud generosa y consiente de los empleadores, emprendedores y empresarios, que han decidido acompañar una decisión de semejante envergadura y me llena de alegría que esto ha sido una causa y un anhelo de los trabajadores en Colombia”, dijo.
“Hoy se logra este importante anhelo del salario mínimo de un millón de pesos con un aumento de dos dígitos (10.07%). Quiero felicitar este encuentro, porque se demuestra que es posible lograr pactos por una Colombia con justicia social y que es posible encontrar factores comunes en medio de las diferencias”, señaló.
También se pronunció ese “histórico día” el presidente de la Asociación Nacional de Industriales, Andi, Bruce Mac Master: «Lo hacemos con orgullo y nos imaginamos esto como un gran acto solidario y de nacionalidad, de trabajo comunitario poder construir y poder generar un país con unión«.
¡Para indignarse! Al otro día, llegó el despojo de ése pírrico aumento: empleadores, emprendedores y empresarios dispararon los precios de la papa, huevos, carne, yuca, plátano, cebolla, leche, y otros alimentos, hasta las nubes.
La canasta básica subió tanto, que muchas personas optaron por comprar menos o dejar de consumir algunos alimentos. Los comerciantes han tenido que invertir casi el doble para comprar el mismo inventario del año pasado.
Y eso, sin tener en cuenta el desempleo (casi del 12 %) y la escalada de la inflación, con la variante omicrón como telón de fondo.
También se disparó el precio de la gasolina, y, en consecuencia, el del transporte; el SOAT aumentó el 12,24 %; igual, aumentaron los arriendos, las tarifas de patios y grúas, peajes, matrículas y mensualidades de los colegios, impuestos, trámites judiciales, la construcción.
Los restaurantes aumentaron precios en sus menús: “ha habido un aumento del 40% en promedio en el valor de las materias primas y el impacto ha sido ‘muy fuerte’, con lo que se ha desajustado la estructura de costos de los negocios, más cuando representan entre el 35 y el 40% de los ingresos del establecimiento”, dijo Guillermo Gómez, de Acodrés, gremio del sector.
El copago o cuota moderadora de las EPS, así como los aportes a pensión de quienes ganan un salario mínimo, también subieron el 10,7%.
El inicio de este 2022 fue peor para muchas industrias. Es el caso de la Asociación Nacional de Fabricantes de Pan, Anipan, que anunció el cierre de unos 4.000 establecimientos y muchos despidos por los altos costos en la producción.
“Los precios en la leche, el queso, las harinas, sumados al impuesto al consumo y el aumento en el salario mínimo, han hecho que la fabricación del pan se haga cada vez más complicada”, precisó Marcela Morales, directora ejecutiva de la Anipan.
De acuerdo con la líder gremial, según informó a Blu Radio, las panaderías en el país generan alrededor de 400.000 empleos directos y 800.000 indirectos. Si las condiciones no mejoran, aseguró que no se podrá ayudar a mejorar la reactivación económica en Colombia.
¡Qué tristeza! No fue un “día histórico” como dijo Duque… fue apenas un instante, una trampa: el aumentico, súbitamente fue presa de un raponazo. La impostada euforia presidencial no encajó con la realidad: en el 2022 los bolsillos de los colombianos estarán cada vez más vacíos, pero con la mira puesta en las elecciones de congresistas el 13 marzo y de presidente 29 de mayo, que serán un componente distractor pasajero.
“No sé cuánto podemos hacer contra la crisis; tratemos al menos de que no nos distraigan”: Daniel Innerarity.
En simultánea, la corrupción campea a sus anchas en esta nación, que en desigualdad social bate récords, aún con la resaca de una represión policial brutal e injustificada, y donde las empresas son unas privilegiadas frente a la ciudadanía, que es la que asume, en la práctica, la totalidad de la carga fiscal, para completar el escenario.
Gobierno de idiotas
En la Grecia clásica el idiotés (ἰδιώτης), el idiota, era quien no participaba en los asuntos públicos, que se despreocupaba de los asuntos del Estado, que prefería dedicarse únicamente a sus intereses privados.
Pericles deploraba que hubiera en Atenas indiferentes, idiotas, que no se preocuparan por aquello que a todos debería concernir, que se desentendían de la política que les afectaba.
Andando el tiempo, esta palabra terminó calificando a las personas de escaso talento, al tonto, al ignorante. Pero el concepto “Política” también terminó degenerado, y los papeles se cambiaron según demuestran los “políticos”, pues son precisamente idiotés: se creen más listos, van por lo suyo e incluso tratan de destruir lo público, favoreciendo intereses privados, como ocurre en nuestro sistema, donde los supuestos políticos, por dedicarse a la ganancia personal, no tienen responsabilidad social y están más interesados, por razones obvias, en que la política no funcione bien. Por esto es que yo creo que padecemos un Gobierno de idiotas.
¿Cuáles han sido las consecuencias de estas distorsiones? Que Colombia sea uno de los países más desiguales del mundo, sin la seguridad social, el bienestar socioeconómico y la justicia tributaria deseables, sin políticas públicas para una redistribución moderada de las riquezas, por ejemplo.
En este país, gracias a Duque, es mucho más importante el crecimiento del mercado, que la realización plena de los derechos de la ciudadanía, principalmente en los sectores históricamente más vulnerados.
¿Seguirán en su histórica felicidad de aquel día los señores Duque y MacMaster?
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