Esa tarea no la pueden adelantar los responsables del desastre, su pánico los inhabilita, sus opciones son apocalípticas y lo peor de su experiencia se pone al servicio de sus miedos y sus odios.
Salvar a la humanidad: tarea histórico universal de los trabajadores
Gonzalo Arcila Ramírez
Hoy, la élite que ha gobernado en Colombia piensa que si Petro gana las elecciones la sociedad dará un salto al vacío. El futuro, en esas condiciones, es inviable. Un no lugar invivible. Se trata, pues, de evitar que tal desenlace se produzca. La idea que orienta ese juicio valorativo es la imposibilidad de cambiar la sociedad. Pero la sociedad colombiana hoy es ya un lugar invivible para el 90 por ciento de sus habitantes. Esa situación local vista desde una perspectiva planetaria se vuelve global. El planeta Tierra es invivible para el 90 por ciento de sus habitantes. Las conclusiones de la COP26 en Glasgow muestra una conciencia plena de la necesidad de cambiar el modo de funcionamiento de la sociedad global y local.
En sentido estricto, el salto al vacío consiste en mantener el modo de existencia que nos ha conducido a la situación actual. El traumatismo que estamos padeciendo, es la premisa vivencial que obliga a pensar en los cambios que es necesario realizar. Esa tarea coloca en primer plano el esfuerzo por establecer los actos, acciones, proyectos y políticas que permitan la transformación de las condiciones económicas, sociales y políticas que nos están conduciendo a la extinción. Esa tarea tiene ciertos desarrollos recientes en Colombia. Mencionemos dos: el pliego del Comité de Paro y el informe que la Misión de Sabios le entregó a la sociedad y también al presidente Duque. Existen también los documentos que empiezan a diseñar las campañas políticas: El Pacto Histórico, La Coalición de la Esperanza y la Coalición de la Experiencia y hasta el Centro Democrático.
Hay una convergencia en tareas que también podemos considerar compromisos, que cualquiera puede constatar. Enumero diez:
1. El cuidado del agua.
2. La preservación de la biodiversidad.
3. La protección de los bosques.
4. La garantía del derecho a la salud.
5. A la educación.
6. A la vivienda digna y el saneamiento básico
7. A la renta básica.
8. La construcción de una paz estable y duradera y el respeto al mandamiento de No Matarás.
9. La formación de la Conciencia Ecológica como mandato intergeneracional.
10. El cultivo de la amistad y la cordialidad con todas las personas. Estos compromisos tienen su especificidad colombiana, pero son también planetarios.
Así, pues, el pánico de las élites en razón de su impotencia y su responsabilidad por la crisis es justificado. Pero hay que neutralizar la búsqueda psicótica de chivos expiatorios y la opción extrema de la guerra. Culpar a los palestinos de Hezbola de las dificultades en Cúcuta es una muestra ya de esa locura. Lo mismo que inventar que el Ministerio de Defensa fue víctima de un ataque cibernético manipulado desde Moscú. Así como la exaltación del soldado como el superhéroe que salvará a la familia, la propiedad y la patria.
Las conclusiones de la COP26 pueden jugar un papel terapeútico. La pandemia ya hizo su tarea macabra en el planeta y aunque persiste el virus, dicen los epidemiólogos que estamos en tránsito hacia una epidemia. Es decir, el virus puede ser tratado, las vacunas cumplen su papel preventivo y la sociedad humana tendrá que vivir por un tiempo, todavía incierto, en las nuevas condiciones. Esa transformación operada por la biología es irreversible. Ahora necesitamos transformar la sociedad para garantizar nuestra supervivencia, incluida la de los responsables del desastre planetario: el 10 por ciento que concentra y centraliza la riqueza creada por el capitalismo global.
Esa tarea no la pueden adelantar los responsables del desastre, su pánico los inhabilita, sus opciones son apocalípticas y lo peor de su experiencia se pone al servicio de sus miedos y sus odios.
Aunque les parezca a algunos personajes de la clase media un llamado a la lucha de clases, esa tarea le corresponde a los trabajadores quienes, a pesar de todas sus limitaciones, son al final los que mantienen funcionando la sociedad. Es claro que no basta con ser considerada la clase llamada a salvar a la humanidad. Es necesario asumir esa tarea histórico universal. En octubre de 1917 se concretó la primera experiencia cuando se derrocó a la autocracia zarista. En el año de 1990 se disolvió sin violencia y guerra esa experiencia y con ella el Estado Soviético abrumado con el peso de sus errores. Hoy enriquecidos con esas experiencias los trabajadores pueden salvar a la humanidad incluyendo a las élites responsables del desastre creado por ellas mismas.
Estas verdades elementales pueden sonar a ideología pura pero son evidencias simples de una experiencia que nos está llevando del materialismo de la sociedad civil al materialismo de la sociedad humana como lo proclamara Carlos Marx en sus tesis sobre Feuerbach.
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Información adicional
Autor:Gonzalo Arcila Ramírez
País:Colombia
Región:Suramérica
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Fuente:
Periódico desdeabajo Nº286, noviembre 20 - diciembre
20 de 2021