DOSSIER:
1. Xiomara Castro obtuvo una contundente victoria en las elecciones
La izquierda regresa al poder en Honduras para redimir las heridas del golpe de Estado de 2009
Con más del 50 por ciento de los votos escrutados, la candidata por el partido Libertad y Refundación (Libre) le sacaba veinte puntos al oficialista Nasry Asfura, actual alcalde de Tegucigalpa que buscaba la presidencia por el Partido Nacional.
Por Ezequiel Sánchez
Desde Tegucigalpa
Honduras tendrá por primera vez en su historia una presidenta mujer. Xiomara Castro obtuvo una contundente victoria en las elecciones -ganó en diecisiete de dieciocho departamentos- y comienza a repararse la trágica herida abierta el 28 de junio de 2009, cuando militares entraban a su casa para exiliar en Costa Rica a su esposo, el entonces presidente José Manuel Zelaya Rosales, inaugurando la serie de golpes de Estado blandos que azotaría a Latinoamérica en este siglo XXI.
Con una participación histórica del 68 por ciento del padrón electoral, las y los hondureños se volcaron de forma masiva y desde muy temprano a los centros de votación, lo que terminó dándole la victoria a Xiomara por un 53,6 por ciento contra el 33,8 obtenido por Nasry Asfura, candidato del Partido Nacional. Tercero quedó con 9 por ciento Yani Rosenthal -detenido hasta hace pocos meses en Estados Unidos por lavado de activos- del tradicional Partido Liberal.
Los nacionalistas que se instalaron en el gobierno posterior al Golpe y que se sostuvieron en el poder con elecciones poco transparentes terminaron convirtiendo a Honduras en un narco Estado. Tony Hernández, hermano del actual presidente Juan Orlando Hernández, condenado a cadena perpetua en Estados Unidos por narcotráfico a gran escala. Tan intocable se creía, que hasta le imprimía sus siglas TH a los paquetes de cocaína que producía. También está tras las rejas norteamericanas el hijo del ex presidente Porfirio Lobo Sosa, quien gobernó entre el 2009 y 2013.
Precisamente después del Golpe de Estado es cuando la figura de Xiomara, a pesar de su labor social como primera dama, comenzó a ganar protagonismo en las inmensas movilizaciones que se dieron por meses, donde todos los sectores -campesinos, estudiantes, feministas, profesores- se aglutinaron en el Frente Nacional de Resistencia Popular, germen del partido político Libre que Mel Zelaya fundaría al volver al país.
En el discurso donde se proclamó presidenta, Xiomara hizo hincapié en la necesidad de acabar con el narcotráfico, la corrupción, la miseria y el odio en Honduras, respondiendo a la campaña que en los días previos a las elecciones la buscó desprestigiar por supuesta comunista y por mujer. Además, prometió el uso de consultas populares para gobernar y revertir la prohibición a la pastilla anticonceptiva de emergencia, establecida después del golpe.
Por el lado del Partido Nacional, el único que habló fue David Chávez, actual diputado y candidato a la alcaldía de Tegucigalpa, quien -a pesar del resultado adelantado por el Consejo Nacional Electoral (CNE)- sostuvo que él ya era el ganador y que su compañero de partido Nasry Asfura -conocido como “Papi a la orden” (sic)- se estaría “convirtiendo en el presidente de todos los hondureños”.
Una de las mayores sorpresas de la jornada ha sido la probable victoria de Jorge Aldana, candidato a alcalde de Libre en la capital, un distrito donde los nacionalistas gobernaban desde hace treinta años. A pesar de que las encuestas previas marcaban como ganadora a Xiomara, se daba por sentado que Chávez retendría Tegucigalpa, pero él solito se tiró tierra encima cuando en el cierre de campaña subió al escenario en un estado de embriaguez -como mínimo- que se convirtió en meme, sobretodo después de justificarse diciendo que lo habían boicoteado poniéndole a su micrófono un delay como efecto de sonido.
En San Pedro Sula, la otra gran ciudad y polo económico de Honduras, Libre triplicó los votos del Partido Nacional, lo que le garantiza la alcaldía al hermano de un empresario dueño de una cadena de comidas que sobresalió por su rol social en medio de los huracanes que azotaron a la región a fines del año pasado. Además, es muy probable que Libre, en alianza con los diputados del partido Salvador de Honduras, obtenga mayoría un Congreso Nacional que renovaba el total de sus bancas.
Los desafíos: pobreza y crisis
El trabajo por delante que tendrá que afrontar Xiomara y su gabinete -asumen sus cargos a finales de enero- es enorme. Honduras es el segundo país más pobre del continente, con un 74 por ciento de pobreza. La crisis provocada por la pandemia de la Covid-19 y la nula reacción pública, sumado a los ciclones, significó el tiro de gracia para una población que desde 2018 huye en caravanas migrantes para buscar trabajo, seguridad y condiciones de vida más dignas.
Honduras ya no es el país bananero de antaño, hoy exporta mano de obra precarizada. Las remesas que envían quienes viven en el exterior superan en valor al 20 por ciento del Producto Bruto Interno, convirtiéndose en el mayor ingreso económico que tiene el Estado y en el único ingreso que tienen muchas familias.
Honduras es también el segundo país con mayor tasa de embarazos adolescentes y donde solo se resuelven el 5 por ciento de las denuncias que llegan al Ministerio Público, cifra que se achica aún más -aunque suene imposible- cuando son casos de femicidios o asesinatos a miembres de la comunidad lgtbiq, periodistas, abogados o defensores de derechos humanos. Vale recordar que fue acá donde asesinaron en 2016 a Berta Cáceres, defensora de los recursos naturales. Sus hijas aún buscan justicia y que los autores intelectuales reciban su castigo. Quienes también reclaman el esclarecimiento de las muertes, son los familiares de los más de veinte asesinados en las protestas posteriores a las elecciones de 2017 por fuerzas del Estado, según declaró en su momento la Alta Comisionada por los Derechos Humanos de las Naciones Unidas, Michelle Bachelet.
Las tragedias por reparar son infinitas, pero aunque todavía no haya finalizado el escrutinio definitivo, lo que sí ya cambió es el humor de la población hondureña, que después de tantas noticias negativas, se volcó a votar primero, a auditar el recuento y a celebrar después por todos los barrios y poblados del país, hasta altas horas de la madrugada. “Voto masivo mata fraude” fue el slogan utilizado para incentivar a la gente a que emitiera su sufragio, más allá de los reparos que existían con un sistema electoral donde, por ejemplo, no hay segunda vuelta.
Por ley, el CNE tiene hasta un mes para dar un ganador definitivo, considerando las impugnaciones que se puedan interponer. Desde el lunes a las siete de la mañana que no se actualiza el conteo y, considerando la historia reciente, la gente comienza a impacientarse. Pero esta vez la victoria de Xiomara Castro y del partido Libre fue tan abrumadora, que no hay fraude posible que impida que una mujer de izquierda vaya a tomar las riendas del golpeado país centroamericano.
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Fuente:
2. Quién es Xiomara Castro la presidenta electa de Honduras que terminó con el primer “golpe blando” de América Latina
Xiomara Castro Sarmiento, presidenta electa de Honduras.
EDICIÓN CRONICÓN.NET
Con alrededor del 54% de la votación, la candidata progresista del Partido Libertad y Refundación (Libre), Xiomara Castro Sarmiento obtuvo la victoria presidencial en Honduras al imponerse este domingo 28 de noviembre sobre su inmediato contendor Nasry Asfura, del ultraconservador Partido Nacional, quien obtuvo el 34% de la votación.
Castro Sarmiento, quien asumirá el 27 de enero de 2022 se convertirá a sus 62 años en la primera mujer en gobernar Honduras, dejando atrás un oscuro ciclo de 12 años de criminales políticas neoliberales y deslegitimidad gubernamental como consecuencia del golpe de Estado que la derecha aupada por Washington dio a su cónyuge, el entonces mandatario Manuel Zelaya, en junio de 2009.
La jornada electoral del pasado domingo no tiene antecedentes en la historia política de la nación centroamericana pues contó con una participación de más del 62%, es decir, 3.2 millones de ciudadanos acudieron a sufragar en unos comicios sin balotaje.
La nueva mandataria de Honduras es la más votada en la historia del país, obteniendo un mandato con amplia legitimidad política, así como es la peor derrota del bipartidismo que deja una pesada herencia tanto económica como social tras la privatización de compañías estatales y el deterioro en salud y educación.
La propuesta de gobierno de Xiomara Castro para el periodo 2022-2026, está fundamentado en siete ejes transversales y 30 iniciativas, previstas para su cumplimiento en los primeros 100 días, con el principio de la democracia participativa como el pilar central de su administración.
El nuevo gobierno que sustituye al cuestionado presidente Juan Orlando Hernández, del Partido Nacional, que gobernó por dos períodos consecutivos y a quien le esperan procesos judiciales por sus evidentes vínculos con el narcotráfico, apuesta por la derogación de al menos 13 leyes que consideran el sustento del deterioro social de la nación.
En su primera aparición pública luego de conocer los resultados, Castro prometió un gobierno de reconciliación, al tiempo que dijo tender la mano a sus opositores y anunció un diálogo con todos los sectores políticos y sociales de Honduras.
Los inicios en la política
La Presidenta electa de este país centroamericano nació a la política cuando su marido, el entonces mandatario Manuel Zelaya, fue víctima de un golpe de Estado por el giro progresista que le había dado a su gobierno.
El año 2009 implicó un cambio definitivo en la vida de Xiomara Castro. En la madrugada del 28 de junio de 2009, integrantes de las Fuerzas Armadas de Honduras allanaron la residencia presidencial y detuvieron a Zelaya. En pijama, lo trasladaron a la fuerza a la Base Aérea al sur de Tegucigalpa y un avión militar lo depositó ilegalmente en Costa Rica, donde lo recibió el presidente Oscar Arias. Se inauguraba así lo que se denominó el “ciclo de golpes blandos” en América Latina, que después se repitió en Paraguay, Brasil y Bolivia y amenazó con concretarse en el resto de los países con gobiernos progresistas de la región.
Xiomara se refugió en la embajada de Estados Unidos por temor a ser asesinada mientras las calles de Honduras eran escenario de violentas protestas en defensa de la democracia. El 7 de julio se puso al frente de una manifestación convocada contra el golpe de Estado y de ahí en más su presencia en las movilizaciones fue constante y ascendente, al igual que su popularidad en amplios sectores progresistas.
Víctor Meza, exministro de Gobernación de Zelaya señala que una de las principales virtudes de Castro es que su liderazgo político “nació en la calle, en la protesta pública y en las marchas que duraron más de un año. Eso, sin ninguna duda, le gana una simpatía merecida y el respaldo de todos los sectores políticos y sociales que se opusieron al golpe de Estado”.
Fundación del Partido Libertad y Refundación (Libre)
Castro nació en 1959 en una familia de hacendados. A los 16 años se casó con su primo, Manuel Zelaya y ambos se instalaron en la región de Olancho donde tuvieron 5 hijos. Se graduó en licenciatura en administración de empresas en la Universidad y mantuvo siempre un bajo perfil acompañando a su esposo que tenía una alta exposición pública.
En 2005, en el marco de la campaña presidencial de su esposo tuvo su primera incursión en la actividad política organizando la rama femenina del Partido Liberal de Honduras en la región de Catacamas. En 2006 asumió como primera dama, pero no tuvo alto perfil y comenzó a acompañar a Zelaya a las giras por el interior del país informándose de la realidad social. En ese rol creó centros de asistencia para las madres solteras en los departamentos más pobres del interior y se involucró en la lucha regional contra el sida.
Su protagonismo durante más de un año en las manifestaciones callejeras contra el golpe de Estado a partir de 2009 la ubicaron como una referente para importantes sectores sociales. Dos años después, al regreso de Zelaya del exilio, decidió impulsar junto a él una nueva organización política rompiendo definitivamente con el Partido Liberal. Fue así que, el partido por el que la ex primera dama se presentó a elecciones generales como candidata a presidenta en 2013 y nuevamente este año.
En su primera contienda electoral, Libre quedó en segundo lugar con el 28% de los sufragios desplazando al tercer puesto al Partido Liberal, protagonizando la ruptura del bipartidismo que gobernó Honduras durante 120 años. En esa oportunidad, ganó el candidato del Partido Nacional, Juan Orlando Hernández, envuelto en acusaciones de fraude.
En las elecciones siguientes, en 2017, se presentó como candidata, pero declinó al poco tiempo para sumarse a la Alianza de Oposición contra el gobierno despótico de Hernández como aspirante a vicepresidenta. Ese pacto impulsó como candidato a la presidencia a Salvador Nasralla, conocido como el “señor de la televisión” debido a que fue presentador de programas de entretenimientos y deportivos durante 40 años en la televisión de Honduras.
Esa alianza compitió contra el Partido Nacional que promovía la reelección de Juan Orlando Hernández a pesar de estar prohibido por la Constitución. Sin embargo, una interpretación de los integrantes de la Suprema Corte de Justicia lo habilitó. Curiosamente, esa había sido la excusa esgrimida para derrocar a Zelaya.
Previo al día de los comicios todos los sondeos daban ganadora a la Alianza lo cual se confirmó en el momento que comenzaron a divulgarse las primeras tendencias oficiales. Sin embargo, un oportuno apagón general en toda Honduras interrumpió el conteo durante 36 horas y, al reiniciarse, el centro de cómputos informaba que la tendencia había cambiado y terminó dando ganador a Hernández. Otro fraude se había consumado.
El segundo intento
Este año, Castro ganó cómodamente la interna de su partido y se lanzó a una campaña presidencial que la vio ascender día a día en las encuestas, pero sin poder superar al candidato oficialista. El tercero en las encuestas era Salvador Nasralla en un escenario electoral con 14 partidos compitiendo por la primera magistratura.
A finales de octubre un anuncio inesperado sacudió el tablero electoral. El “señor de la televisión”, declinó su candidatura presidencial por el Partido Salvador de Honduras y se sumó a la Alianza con el pueblo. Esta vez, sería él quien asumiría un rol secundario como vicepresidente. “Hoy podemos decir que a la dictadura le estamos poniendo punto final”, sentenció con tono firme Castro, minutos después de que Nasralla dijera sentirse honrado, ya que “por primera vez tendremos en la historia de Honduras a una mujer presidenta”.
Por un estado socialista democrático
“Acá solo son dos posiciones; el verdadero cambio que lo representa una mujer comprometida con este pueblo hondureño, en un cambio de un modelo que en estos últimos años se dedicó a fabricar pobreza y miseria, o seguir votando por los mismos, cuyos resultados serán más pobreza, más miseria, más asesinatos y exclusión”, expresó la candidata, durante un acto a mediados de junio en Tegucigalpa.
En el acto de presentación de su programa, Castro aseguró que uno de los ejes principales es la construcción de un Estado socialista democrático en el que el “fin supremo de la sociedad y del Estado sea el ser humano”.
Hizo énfasis en los problemas actuales que enfrenta al país a causa de la corrupción, asegurando que uno de sus objetivos será “derogar las leyes que sostienen a la dictadura”. A su vez anunció que solicitará a la Organización de las Naciones Unidas (ONU) una Comisión Internacional Contra la Corrupción y la Impunidad en Honduras.
Otra de sus prioridades es convocar a una Asamblea Nacional Constituyente para reformar la Constitución de la República, así como, emitir un nuevo Código Penal. “El primer día de mi gobierno convocaré a una consulta popular para que el pueblo organice y elija la Asamblea Nacional Constituyente y que redacte una nueva Constitución”, aseguró.
Asimismo, confirmó que se propone derogar la Ley Orgánica de las Zonas Empleo y Desarrollo Económico (ZEDE) aprobada en mayo de este año y que establece zonas del territorio nacional sujetas a un “régimen especial” en las que los inversionistas estarían a cargo de la política fiscal, de seguridad y de resolución de conflictos, entre otras competencias. “Para generar empleo y desarrollo en el país, no necesitamos vender nuestra soberanía. Vamos a generar esa esperanza que el pueblo demanda”, enfatizó.
Castro también dijo que dentro de sus planes está vender el avión presidencial, los vehículos de lujos del Estado, así como reducir “los altos y desproporcionados” sueldos y “gastos onerosos” de todos los funcionarios públicos.
Entre otros anuncios en su presentación programática dijo que “creará la Secretaría de Planificación Económica y Desarrollo Social para que el Estado organice sus recursos a favor del desarrollo humano, abandonado la aplicación del modelo neoliberal”, señaló.
En cuanto a las relaciones internacionales señaló que establecerá “de inmediato relaciones diplomáticas y comerciales con China Continental”.
Según Castro, “Honduras ha avanzado, pero hacia el autoritarismo, el saqueo y el despojo. El sistema produce corruptores y corruptos. Tenemos que cambiar este sistema y el pueblo debe ser guardián de sus propios derechos”,
Promover y garantizar la democracia participativa
“Vamos a iniciar un proceso en toda Honduras para garantizar una democracia participativa, directa, porque vamos a las consultas populares. Esa será una norma para gobernar”, dijo Castro en un discurso que brindó en el comando de Libre, tras conocer los resultados electorales.
“Yo le tiendo la mano a mis opositores porque no tengo enemigos. Llamaré a un diálogo a partir de mañana con todos los sectores de la nacionalidad hondureña para que podamos entonces encontrar puntos de coincidencia y que esto nos permita conformar las bases mínimas para un próximo gobierno”, agregó.
Castro aseguró que van a “entregar alma, vida y corazón para poder garantizar una patria diferente, una patria justa, equitativa, una Honduras libre e independiente con la capacidad de poder darle respuesta a tantas necesidades”.
“Fuera la guerra, fuera el odio, fuera los escuadrones de la muerte, fuera la corrupción, fuera el narcotráfico. No más pobreza y miseria en Honduras. Hasta la victoria siempre”, concluyó su intervención.
Manuel Zelaya, el expresidente derrocado en 2009 que unió a la oposición triunfante
En el 2021, Manuel Zelaya, o ‘Mel’ como lo llaman en su país, continúa siendo el estratega político y electoral del Partido Libre, que conformó una nueva alianza de partidos para “derrocar al gobierno autoritario” incluyendo sectores de izquierda, centro y centroderecha. El pasado 13 de octubre, el tablero político tuvo un cambio radical cuando se anunció que el aspirante presidencial Salvador Nasralla, quien estaba tercero en las encuestas con el Partido Salvador de Honduras, dejaba la carrera electoral y asumía como fórmula a la Vicepresidencia de Xiomara Castro.
“Esta unión entre las fuerzas que suman el 95% de la oposición, simplemente es una derrota de la dictadura y una garantía de que todo este altísimo problema de deuda, corrupción y narcotráfico está a punto de terminar el 28 de noviembre. En estos próximos días se va a iniciar una nueva era de prosperidad y democracia para nuestro país”, dijo Zelaya tras el anuncio de la alianza.
“Es que aquí nadie puede gobernar con un partido solamente, se tiene que gobernar con los sectores que tienen verdaderos intereses en la sociedad y el pueblo es el juez de eso”, reflexionó Zelaya. “Nosotros sostenemos que en Honduras desde 2009 se montó una dictadura con apoyo militar que ha endeudado el país hasta la coronilla. Cuando estos me sacaron estábamos en tres mil millones de dólares y hoy tenemos 16 mil, una deuda insostenible. De todo lo que recauda el país, el 40 por ciento es para pagarle a la banca, no hay para educación, para salud, para carreteras. El país está quebrado, está viviendo de un engaño porque estos 12 años han sido un fracaso total”.
Socialismo democrático
Aunque el expresidente de 69 años fue el constructor de la alianza, trató de minimizar su exposición pública en la campaña asegurando que tendrá un rol secundario como coordinador del Partido Libre. Con esto trata de evitar nuevos enfrentamientos con las elites empresariales y conservadoras que no perdonan el giro político que tuvo Zelaya. A pesar de ese “rol secundario” ha sido muy explícito en el modelo político que promueve para el país.
“En Estados Unidos, Bernie Sanders, demócrata, sacó millones de votos, nosotros planteamos lo mismo que él plantea allá: el socialismo democrático”, afirma Zelaya. “El mundo tiene que avanzar, no podemos quedarnos congelados en el siglo XX, porque las ideas se van agotando y el modelo que gobierna a Honduras, que es de derecha, neoliberal, clasista, oligárquico, no tiene ningún futuro”.
Manuel Zelaya estima que el escenario de 2009, cuando fueron interrumpidas sus reformas por el golpe de Estado, no se volverá a repetir ahora. “Yo creo que la misma oligarquía ha reconocido sus errores, los militares, Estados Unidos, hay una gran madurez, eso es lo que sentimos nosotros en el pueblo hondureño y aun en sectores conservadores. Nuestra candidata estuvo en las maquilas en San Pedro Sula y recibió el reconocimiento de todos, la semana pasada estuvo en la Cámara de Comercio, se reúne permanentemente con sectores de la Embajada Americana, la Unión Europea, en Honduras hay mucha madurez, ya no es un país tan atrasado”, puntualizó.
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3. Xiomara Castro inaugura una nueva era
Por Atilio A. Boron
. Imagen: AFPLa aplastante victoria de Xiomara Castro en las elecciones presidenciales de Honduras pone un broche de oro a un mes políticamente excepcional de Nuestra América. Queda aún pendiente el balotaje chileno, pero el triunfo de la candidata de LIBRE tiene un relieve y una trascendencia que excede con creces el ámbito centroamericano y se proyecta a escala continental. Su hazaña fue el premio a doce duros años de militancia en los cuales ella y su marido, el derrocado ex presidente Manuel “Mel” Zelaya, militaron incansablemente para construir una alternativa a las marionetas que Washington se las ingenió para imponer en Honduras luego de la destitución de Zelaya, el 28 de Junio de 2009.
Este fue el primer “golpe blando o institucional” que el gobierno de Estados Unidos puso en práctica en la región y, tal vez, la partida de nacimiento del Lawfare como práctica destituyente y de persecución política. Desde entonces se utiliza para proscribir -o por lo menos obstaculizar- la presencia de líderes populares en Latinoamérica. En 2012 la víctima fue Fernando Lugo en Paraguay y en 2016 Dilma Rousseff. Muchos otros y otras son víctimas de esa nefasta invención norteamericana: Lula, Evo, Correa, Cristina, Glas, Rivadeneira, Patiño, etc, y la lista no es exhaustiva. No fue casual que en ambos países –Paraguay y Brasil- y en esos precisos momentos la embajadora de Estados Unidos fuese la misma: Liliana Ayalde.
¿El pecado de Zelaya? Haber incorporado su país al ALBA, fortalcido los vínculos con la Venezuela bolivariana y pretender consultar a la ciudadanía si quería o no que se convocara a una asamblea constitucional. Lo que siguió fue una tenaz resistencia de Zelaya y Xiomara, luego el exilio y después una implacable persecución, mientras el país se convertía en un páramo sumido en la pobreza y la violencia. Washington impuso, mediante elecciones fraudulentas a dos peones: Porfirio Lobo Sosa y Juan Orlando Hernández, el hipercorrupto -según la Justicia de Estados Unidos y la opinión de las segundas líneas del Departamento de Estado- pese a lo cual Barack Obama, Donald Trump y Joe Biden siguieron admitiéndolo como uno de los líderes democráticos de la región. Más de una treintena de muertos en protestas populares jalonaron la re-elección de Hernández a la presidencia en 2017. Parece que Almagro no se enteró; tampoco lo hicieron sus amos en Washington. Pero Xiomara no aflojó en su lucha.
Así las cosas hoy adquiere el mérito histórico de haber barrido con un aluvión de votos a la mafia política enquistada en Honduras con la bendición de la Casa Blanca. Y lo hizo en las elecciones con la mayor tasa de participación de la historia hondureña (unos tres millones y medio de votantes) que la convirtieron en la presidenta más votada de su país y, además, en la que atrajo a las urnas al desencantado voto juvenil, unos dos millones en total. Su arrollador avance liquidó también, ojalá que para siempre, el arcaico bipartidismo liberal-conservador que todavía agobia a Colombia, y puso fin a uno de los narcogobiernos más descarados de Latinoamérica y el Caribe, sostenido contra viento y marea por sucesivos presidentes norteamericanos.
Amanece en Honduras, lo cual no es poca cosa. Mel ha sido reivindicado por su compañera de toda la vida; y ella, Xiomara, demostró poseer un talento y unas agallas –sí, “agallas”, porque sin ellas no se puede hacer política- que la convierten en una referencia insoslayable en los nuevos vientos que están barriendo la región. Como latinoamericano sólo puedo hacerle llegar mi más emocionado agradecimiento por su épica batalla.
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