Pandemia y economía en China
Jorge Eduardo Navarrete
Dejada atrás la jornada electoral estadunidense, que en las semanas recientes desplazó a la pandemia como asunto de mayor atención y preocupación en la opinión pública internacional, ésta –con renovada virulencia– ocupa de nuevo tal centralidad. Al avanzar el otoño, las cifras de contagios y decesos han alcanzado o rebasado los máximos registrados durante la primera y devastadora oleada. “En el mundo, el virus del Covid-19 se difunde más rápido que en cualquier otro momento. En Estados Unidos y Europa se establecen récords de nuevos casos confirmados, al tiempo que América Latina, Noráfrica, India y otras regiones enfrentan serios resurgimientos... gran parte del mundo tendrá que seguir respondiendo a los nuevos contagios –y a millares de muertes diarias– en los meses por venir” ( NYT, 10/11/20).
En contraste, lo que se ha debilitado, y mucho, es el grado de apoyo y aceptación social y político de las medidas de contención. Éstas aun se limitan al distanciamiento social y las acciones preventivas individuales. Por encima de avances y retrocesos, prevalece la indisponibilidad de vacunas y tratamientos efectivos, cuya aplicación generalizada está todavía distante en el tiempo. Muchos países cedieron a la tentación de suavizar o retirar antes de tiempo esas medidas, al tornarse evidente su elevado impacto negativo sobre la economía, el empleo y los ingresos de personas y empresas. Hasta ahora, aunque algunos lo han proclamado, ninguno puede afirmar que en realidad ha superado la emergencia sanitaria provocada por el Covid-19 y sus secuelas. Existen, sin embargo, historias de éxito relativo, que abarcan tanto el manejo de la dolencia como la respuesta a las demandas económicas y sociales derivadas de la enfermedad.
Me interesa referirme, en notas sucesivas, a los dos casos quizá más destacados: Nueva Zelanda y China.
A principios de noviembre, el Financial Times publicó un reportaje de John Plender, referido a China. Afirma de entrada que, mientras Donald Trump y John Biden competían en críticas y censuras al rival geopolítico en el curso de su disputa electoral, la economía de China lograba una vigorosa recuperación. En medio de la pandemia, China ha surgido como el (principal) motor de crecimiento de la economía global.
Al mismo tiempo, China, el focus originario de la pandemia, había logrado controlarla, como muestran las estadísticas y análisis de la Organización Mundial de la Salud. La tabulación más reciente, referida al 9 de noviembre, muestra que ha conseguido mantener por debajo de 100 mil (92 mil 242) el total acumulado de casos –que ahora es inferior al registrado en 59 naciones y equivale a sólo dos de cada mil mundiales– y por deba-jo de 5 mil (4 mil 748) el total acumulado de defunciones –cifra que es rebasada en 33 países y equivale a cuatro por cada mil muertes en el mundo. Entre el primero de marzo, cuando llegó a los 80 mil casos, y el 9 de noviembre sólo se han sumado 12 mil, 49 diarios como media. También los decesos se han estabilizado desde comienzos de la primavera. No hay ya contagio comunitario.
Los mayores organismos financieros internacionales coinciden en la noción de que China será, al cerrar 2020, la única gran economía que registre crecimiento real, de 1.9 por ciento. Entre las 20 mayores economías y con base en lo ocurrido hasta el tercer trimestre, el Fondo Monetario Internacional (FMI) espera caídas fuertes (superiores a 5 por ciento del producto interno bruto real respectivo) en 12 de ellas: España (-12,8), Italia (-10.6), India (-10.3), Francia (-9.8), Reino Unido (-9.8), México (-9), Sudáfrica (-8), Canadá (-7.1), Alemania (-6), Brasil (-5.8), Saudiarabia (-5.4) y Japón (-5.3), y caídas moderadas (inferiores a 5 por ciento) en las restantes ocho: Estados Unidos (-4.3), Nigeria (-4.3), Rusia (-4.1) y, agrupadas, las cinco de la ASEAN (-3.4). Como es costumbre, el FMI presentó también en octubre sus estimaciones revisadas para 2021. Es probable que tengan que ser corregidas en varias ocasiones a la luz de la evolución de la pandemia, sobre la que se tienen mucho más dudas que certezas.
En China, el año del Covid-19 ha traído consigo un notable fortalecimiento del liderazgo del presidente Xi Yinping, expresado de manera prominente en dirigir el manejo de la pandemia. En los títulos formales y en el ejercicio del poder político real, Xi se ha consolidado como un líder cuyo grado de predominio supera claramente al de sus predecesores y sólo es comparable al conseguido por Mao Zedong, fundador de la República Popular China.
Inevitablemente y ante la falta de un heredero aparente, ha aumentado la especulación acerca de si se respetará el término del mandato de Xi (67) frente al partido y el Estado, establecido para 2022, o si se extenderá por uno o dos quinquenios.
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