Son tantos los desaciertos cometidos, el afán de regresar a la guerra y las muertes de lideres sociales, que no se asemejan a una pletórica sinfonía, si no a una marcha fúnebre, que se dirige al cementerio...
Gobierno Duque: una sinfonía de desaciertos
Un estropicio nos sacude hoy y el de mañana será peor. Este gobierno parece predestinado a que todo le salga mal y todo se desvié de su cauce...Es la difamación como arma política, para destrozar al contradictor y a todo aquel que se atreva a pensar de manera diferente.
Sus tiempos y movimientos para producir hechos notorios no son cíclicos, ni periódicos, por el contrario son el pan de cada día, en una dinámica inatajable
German Peña Cordoba
La paz y la alegría que se siente con una sinfonía musical interpretada por una gran orquesta, no rima con la sistemática y audaz creatividad para producir desaciertos, como los que nos toca en el día a día, la desafinada orquesta que representa el gobierno de Uribe-Duque. Lo que se escucha no es música para nuestros oídos, por el contrario, es una cacofonía general que nos aturde y nos petrifica. Son tantos los desaciertos cometidos, el afán de regresar a la guerra y las muertes de lideres sociales, que no se asemejan a una pletórica sinfonía, si no a una marcha fúnebre, que se dirige al cementerio. Son los desaciertos en serie, su carta de presentación y la proclividad a los hechos sistemáticos su constante. Sus tiempos y movimientos para producir hechos notorios no son cíclicos, ni periódicos, por el contrario son el pan de cada día, en una dinámica inatajable, que para nosotros los que impacientes esperamos una renovación, en las relaciones de las ciudadanías libres con el poder, nos incentiva a seguir dando la lucha por un cambio ampliamente aplazado, en una historia que se repite de una manera tradicionalmente cíclica.
Un estropicio nos sacude hoy y el de mañana será peor. Este gobierno parece predestinado a que todo le salga mal y todo se desvié de su cauce. No hacen lectura correcta de los desastrosos resultados electorales del 27 de octubre, ni tampoco, de la inconformidad que se manifiesta en las calles con las marchas y los cacerolazos: los que hacen eso son unos vándalos, vagos, mamertos y desocupados dirán. La dirigencia política del partido de gobierno, su presidente y su máximo jefe, se precipitan al error como los ríos se dirigen al mar: nadie los detiene ni ellos tienen la voluntad de detenerse, es un seriado de errores que solo lo explica la inexperiencia de quien eligieron y el acorralamiento jurídico de su mentor. El Gran error histórico cometido, al auparlos de nuevo al poder, es un error que hoy pagamos todos los Colombianos, quienes en mala hora tomaron la ruta equivocada de elegir a ciegas "El que diga Uribe!!. Fue la hora boba en que un pusilánime aprovecho y se les coló, donde nunca pensó llegar. ¡¡Que ingenuidad!!.
Un gobierno que se niega a alcanzar la paz que le dejaron de un cacho, prefabricada para implementarla, no puede estar destinado a que le vaya bien. El negaciónismo es su estrategia preferida. La negación es diferente al negacionismo. La negación necesariamente debe ir acompañada de argumentos razonables, que sustenten una postura sobre la realidad de unos hechos. El negacionismo -que es donde se ubica este gobierno- es negar sistemáticamente los hechos que se ajustan a una realidad histórica y que son generalmente aceptados por casi todos. Por ejemplo: Negar el holocausto judío perpetrado por el Nazismo, o negar el cambio climático que compromete el futuro del planeta, es caer en el terreno de una doctrina negacionista. Negar que en Colombia no existiera Conflicto armado y que altos dignatarios del estado le atribuyan el asesinato de 700 líderes sociales, a un lío de faldas o al robo de ropa mientras se secan en los patios, es una expresión de negacionismo.
Que los jóvenes asesinados sistemáticamente en los mal llamados falsos positivos, no propiamente estaban recogiendo Café o negar las interceptaciones o las escuchas a magistrados, políticos y periodistas que en lenguaje vernáculo llaman " chuzadas" es caer en la patología del negacionismo. Del "calumniad calumniad que de la calumnia algo queda" de Voltaire, que para consumo interno es atribuido al Ex presidente Laureano Gómez, podríamos parafrasear y mutar a negar, negar y negar que de la negación algo queda. Es la difamación como arma política, para destrozar al contradictor y a todo aquel que se atreva a pensar de manera diferente.
El “bienvenidos al futuro” del presidente Cesar Gaviria en 1990 que representaba una ventana, desde donde se asomarían los cambios estructurales que se necesitaban para avanzar y que tampoco se dieron, pasamos con el actual gobierno, al bienvenidos al pasado, paradójicamente dirigidos en el papel, por una persona relativamente joven, como es Iván Duque. Indudablemente hemos regresado al pasado. Las acciones y decisiones que se toman son regresivas y van dirigidas a agenciar una obsoleta guerra, donde los oscuros intereses fluyen. Todos sabemos que el que manda es su mentor político, en un modelo de gobierno en cuerpo ajeno. Humberto de La Calle, Gustavo Petro, Sergio Fajardo y aun Vargas Lleras, fueron buenas opciones que se dilapidaron. Por el momento la desafinada orquesta, sigue su curso, cuesta abajo en la rodada, en una cacofonía general que nos divide y como en el hundimiento del Titanic no paran de tocar el violín, mientras el gigantesco barco se hunde en las heladas aguas del océano.
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