Este gobierno y su Ministra de Trabajo, como todos los politiqueros del orden burgués, esconde el puñal bajo un pañuelo de seda.
¡No Al Contrato Por Horas!
¡Otra vil jugada contra la clase obrera!
en los hechos es una forma de rebajar el ya de por sí miserable salario mínimo, considerado por los parásitos capitalistas como “ridículamente alto”
En el capitalismo los discursos de la burguesía y los gobernantes resultan ser, por lo general, contrarios a lo que prometen, especialmente, cuando estos miserables maquillan todas sus políticas antiobreras y antipopulares de “benéficas y provechosas” para el pueblo trabajador. Esta lógica se descubre en la propuesta presentada por el gobierno respecto al contrato por horas a inicios de año, con la mentira de “generar más empleo” y amparar en el sistema de protección social a los trabajadores que sobreviven por debajo de un salario mínimo. La “jugadita” del contrato por horas, defendido por la Ministra de Trabajo Alicia Arango, está velada con la mampara de “normatizar y proteger” al 44% de los trabajadores que sobreviven por debajo de un salario mínimo, que además “haría un contrapeso a la informalidad laboral que existe en el país y apoyaría un mejor sistema integral de protección a la vejez”, a la vez que permitiría aliviar el bolsillo de los patronos y empresas que realizan los aportes de seguridad social y pensión de los trabajadores que laboren menos de 48 horas semanales.
Tal política va estrechamente ligada con todo el paquete de reformas con las cuales el gobierno pretende aliviar y paliar la grave crisis económica mundial, que afecta también a Colombia, descargándola sobre los hombros de los trabajadores; días atrás fue publicado en este medio el artículo titulado “Los pulsos del gobierno uribista sobre la reforma pensional” donde se denunció la pretensión del gobierno de obligar por ley a los trabajadores “informales” y, que sobreviven con menos de un salario mínimo, a que aporten a los fondos privados de pensiones y demás entidades del “sistema de protección social”; se evidenció que ésta es una forma de cebar a los peces gordos del sistema financiero que se lucran a través del negocio de las pensiones de los obreros. Y no les basta con eso, pues el gobierno uribista de Duque a la par de reducir al máximo los costos en educación y salud por ejemplo, robustece el rublo de las fuerzas armadas, salda con creces las deudas con el sistema financiero y satisface a toda costa las demandas de los imperialistas, especialmente gringos, con los acuerdos financieros, militares y económicos que demanden, en especial el glifosato, el fracking y la ruta de navegación para la guerra contra Venezuela.
Este gobierno y su Ministra de Trabajo, como todos los politiqueros del orden burgués, esconde el puñal bajo un pañuelo de seda. Pues la propuesta del contrato por horas se traduce en acabar y rematar lo poco que queda de la estabilidad laboral, inicialmente acribillada con la tercerización laboral y la generalización del contrato “obra-labor”, lo que fue un duro golpe al conjunto de trabajadores en los gobiernos anteriores, a la vez que generalizaría la miseria a través de trabajos por debajo de un salario mínimo; en los hechos es una forma de rebajar el ya de por sí miserable salario mínimo, considerado por los parásitos capitalistas como “ridículamente alto”, en las palabras del parásito Ministro de Hacienda Carrasquilla.
Pongamos un ejemplo para que se ilustre mejor el asunto. En una empresa de alimentos mediana, es decir, el caso de una empresa con unos 20 trabajadores que laboran 10 horas diarias en la producción de frituras de papas, se generan en el mismo proceso residuos y desgaste de la planta física en la empresa que requieren atención y trabajo “independiente” de la misma producción, para garantizar la continuidad y operatividad de la misma, caso de la limpieza de ductos, cocinas y extractores donde se acumulan hollín y aceite. Como están las cosas en la actualidad la empresa puede resolver el problema de las siguientes formas: 1) Destinar en horas extras varios de sus trabajadores que hayan sido coaccionados a la actividad; 2) Contratar una persona que se requerirá en el área de mantenimiento y que deberá laborar bajo la norma de mínimo 48 horas semanales, con un salario mínimo y prestaciones sociales, o; 3) Negociar con un contratista “independiente” la ejecución del trabajo.
En todos los casos, mínimamente los trabajadores perciben un “jornal” por su actividad, aunque miserable, sobrepasa en creces lo que se busca con el contrato por horas. En el primer caso, por la coacción y la intimidación llevada a cabo por el empresario o sus perros de presa (jefes de personal), obliga a los trabajadores a laborar en actividades que no siendo estipuladas en el contrato laboral, son llevadas a cabo – todos conocen la humillante frase: “sí no quiere trabajar, afuera hay más gente con ganas y verdaderas necesidades”. En el segundo caso, el trabajador percibirá todos los “beneficios de ley” y un salario mínimo destinando sus esfuerzos en la ejecución de la actividad. En el tercero de los casos, el contratista independiente muchas veces viola y niega los mínimos derechos de los trabajadores, como lo es la salud y la pensión, pero el solo hecho de llevar trabajadores a realizar la actividad, estos ya saben que “ganarán un jornal”; es decir, sin importar que la ejecución de la obra dure 3, 5 u 8 horas, percibirá de 30 a 50 mil pesos por la actividad, según como se haya pactado entre las partes a través del tire y afloje entre contratistas y obreros.
Con la implementación del contrato por horas, el señor burgués recurriría a llamar cada 15 días a don Juan para que haga el mantenimiento, pagándole las 3, 5 u 8 horas que se gaste, y por las cuales percibiría menos ingreso por jornada. El contrato por horas incluso puede ir más allá, ya que toda vez que la producción no requiera personal permanente, el burgués recurrirá a don Juan para esas actividades y pagará centavos por su labor, sin ningún otro compromiso como seguridad social, riesgos de accidentes, pensión, vacaciones, cesantías, etc. para lo cual cuentan los capitalistas hoy día, con un enorme ejército de desempleados y el concurso de la fuerza laboral venezolana, obligados a dejarse superexplotar por debajo del mínimo para poder sobrevivir. El contrato por horas aumentará la competencia entre los obreros y presionará la rebaja general de los salarios, dificultará aún más la organización de los trabajadores y con ello la posibilidad de presentar pliegos de peticiones y de oponerse a la voracidad de los capitalistas.
Así mismo, el contrato por horas proporcionará a los capitalistas el aumento momentáneo de sus ganancias pero será otra piedra que levantarán para dejarla caer sobre sus propios pies, pues la bonanza momentánea se traducirá en aumento de la sobreproducción y el agravamiento de la crisis económica y social. Las mercancías seguirán acumulándose, sin poderse realizar la plusvalía y reactivar la economía plenamente, porque los salarios miserables de la inmensa mayoría no alcanzan para reproducir el ciclo de la producción, ocasionando nuevas quiebras y cierres de empresas, nuevos despidos y aumento del ejército de desempleados que, si los comunistas saben acercar a las ideas socialistas, se convertirá en una fuerza poderosa del ejército de los sepultureros del sistema.
¡Así es! El contrato por horas es otra ¡vil jugada de los capitalistas contra la clase obrera! y debe ser combatido e implacablemente rechazado junto con todas las políticas antiobreras y antipopulares del gobierno uribista de Duque; debe ser además enfrentado a través de la mejor vía descubierta por el movimiento obrero mundial y que ha mostrado su efectividad en Colombia: por medio de una huelga que pare toda la producción o sus ramas importantes y paralice las grandes ciudades; tales fueron las lecciones de las heroicas huelgas de las bananeras, de las petroleras, de los ferrocarriles y del paro cívico nacional de 1977. Este es el camino más fiable y cierto para reconquistar los derechos arrebatados, frenar las políticas gubernamentales, elevar la conciencia y ejercitar al pueblo trabajador sobre la necesidad de edificar otra sociedad, libre de la explotación asalariada.