Hay que rechazar que se diga que la educación tiene la culpa de los desastres del país
No, la educación, o más bien su ausencia o deficiencia, no es responsable de los males del país
En los países desarrollados la educación es instrumento para formar y desarrollar el conocimiento en todas sus ramas...
“La concepción de la enseñanza para formar en valores, ya sean políticos, religiosos o sociales, es utópica e idealista”
LEILA DELGADO ALMANZA
En el país suelen aparecer de cuando en cuando unas cortinas de humo para tapar los problemas del momento y desviar las soluciones. Cosas que tienen importancia pero no tanta como otras: los asesinatos selectivos de líderes sociales, el derrumbe de vías, los problemas con la infraestructura y el poco aclarado problema de la corrupción galopante que va y viene entre referendos, acuerdos políticos, proyectos legislativos, sin que terminen de definirse las verdaderas causas y causantes de ellas.
Este método se emplea cuando los autores caen en desgracia o cuando el caso es tan protuberante que requieren conseguir chivos expiatorios para paliar la tormenta. Entonces aparecen los ñoños, los otos y las aidas… pero muchos de los que llenan las mochilas de los compradores de votos nada les pasa. ¿Este nuevo escándalo no se les parece un poco al debate de la “ideología de género” de hace un par de años? Por cualquier lado el Estado neoliberal quiere meterse a definir contenidos y constreñir las escasas condiciones que permitan garantizar la verdadera misión de la educación: el acceso de las nuevas generaciones a los conocimientos avanzados de la ciencia, la tecnología, el arte y la cultura.
Hasta hace poco fui supervisora de educación pública y las escuelas de padres son una institución que en el papel existe desde la ley general de la educación sin que haya funcionado, porque nunca se ha podido definir en qué tiempo y lugar se harán esas actividades: si a los padres los citan en días hábiles, ellos alegan sus ocupaciones laborales y si es en días festivos, el derecho a descanso. Mi experiencia me hace decir a voz en cuello que esas escuelas de padres han sido siempre cantos a la bandera. Además, tampoco se ha aclarado nunca quién dirige las acciones para ellas,y quién paga.
Por el país es recurrente la gira de algunos personajes, casi siempre docentes pensionados, que se especializan en conferencias anodinas de unas dos horas, con frecuencia con unas temáticas que van por oleadas y que obedecen al discurso que por la época el Ministerio de Educación esté interesado de promover. Ellos cobran unos jugosos honorarios que no todas las instituciones tienen, y que muchas veces se desperdician porque la asistencia suele ser baja.
Volvemos a lo mismo que hemos expresado en otras columnas: el problema de valores es de toda la sociedad, del ejemplo de las autoridades y, por supuesto, de la familia en el hogar. La escuela de padres es como “enseñar a un papá a hacer hijos”. Los valores dignos de transmitir están en las costumbres, los usos, las modas de toda la sociedad, desde los medios masivos de comunicación hasta el nivel promedio de educación que tienen todos los sectores de la población, y que los niños y jóvenes observan y por supuesto pueden copiar, si especialmente en el hogar y su entorno no tienen control. Cualquier persona con niveles de formación en ciencia, tecnología o arte difícilmente se involucra en problemas que afecten al resto de la sociedad.
Por otra parte, creo que la educación formal no es un escenario para imponer doctrinas políticas o para instruir a las nuevas generaciones en una concepción política o religiosa, cualquiera que ella sea. El derecho de aprendizaje de los alumnos exigiría que se le presentaran según su nivel de estudio las más representativas. Y la libertad de cátedra de los docentes a escoger las que considere pertinente. Y en ambos casos es potestad de la autonomía curricular de la institución educativa y de la libertad de cátedra de los docentes. Y en ella los padres de familia tienen sus representantes en el órgano escolar Consejo Académico. Desafortunadamente con tanta cosa que se inventa cada ministro, los órganos académicos de las instituciones educativas que creó la Ley 11 de 1994 han dejado de funcionar.
¿Para qué es entonces la escuela? Los cristianos la conciben para formar en valores y los más radicales la conciben para transformar los valores de la sociedad según su concepción. En los países desarrollados la educación es instrumento para formar y desarrollar el conocimiento en todas sus ramas.
En el fondo, la educación, ni con escuela de padres, ni con la madre Teresa, no transforma la sociedad, ni el Estado. Si eso fuese así tendríamos que aceptar lo que muchas veces dicen las voces del gobierno: el fracaso de los maestros públicos y privados. Aquí subsisten aún, como lo dijimos arriba, el narcotráfico, las bacrim, las disidencias guerrilleras, el crimen y la miseria la desigualdad.
Por eso hay que rechazar que se diga que la educación tiene la culpa de los desastres del país. Por esta razón, la concepción de la educación a través de cualquier instrumento, ahora “escuela de padres” para formar en valores, políticos, religiosos, sociales, es utópica e idealista. Hagamos nacional la consigna de estudiantes y docentes universitarios de una educación científica, al servicio del desarrollo del país y la promoción de la población, los más grandes valores de la sociedad actual.