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PUEBLO MEXICANO EJEMPLO DE SOLIDARIDAD FRENTE A LA TRAGEDIA

Miles de mexicanos salieron a ayudar tras el terremoto

La respuesta a la tragedia

Por Paula Mónaco Felipe

Imagen: AFP

Desde México

Abrir y cerrar las manos significa silencio, nadie debe hacer ruido. “Bote”, indica que deben voltearse hacia el sur, porque desde allá vienen baldes vacíos; “escombro”, que miren al norte porque traen los pedazos de los dos edificios derrumbados en esta cuadra. Todo un código surge en cuestión de minutos entre miles de mexicanos que salieron a ayudar después del terremoto de 7,1 grados en la escala de Richter que sacudió a la capital y varias provincias este 19 de septiembre de 2017.
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Siniestra coincidencia, este martes cuando tembló se cumplían 32 años del sismo más destructivo en la historia de México, aquel que en 1985 dejó cerca de 10 mil muertos. Al igual que entonces, la ayuda surgió más de la gente que de las autoridades.

Un hormiguero de personas aparece en la avenida Gabriel Mancera, en la colonia Del Valle, región centro-sur de la capital. Policías, marinos y bomberos apenas se distinguen entre cientos de ciudadanos que se mueven frenéticos. No hay gritos ni confusión, más bien el orden espontáneo de un pueblo que ya ha vivido temblores y sabe qué debe hacer en estas situaciones.

Sobre las veredas se acomodan quienes ofrecen agua y tapabocas para respirar entre la nube de polvo, otros pegan carteles para ayudar a localizar a personas extraviadas y grupos de familias juntan las donaciones. En la calle, el carril derecho está ocupado por larguísimas cadenas humanas que trasladan escombros en baldes y por la izquierda avanzan camiones y vehículos con mayor carga, hasta los carros de supermercado sirven.

Decenas de edificios han caído y la cuenta de muertos sube minuto a minuto. Urge quitar toneladas de cemento porque sólo así podrán rescatar a más sobrevivientes, o al menos los restos de quienes fallecieron. A simple vista, la tarea parece simplemente imposible.

Tania tiene 26 años y está cubierta de polvo, en su rostro lleva un tapabocas. Apenas terminó el temblor, buscó información en redes sociales, detectó la zona destruida que le quedaba más cerca y así llegó a esta esquina. “Estoy en shock todavía”, dice después de varias horas ayudando en tareas de remoción de escombros. "Me parece muy fuerte que sea el mismo día que el terremoto del 85. Me hace pensar muchas cosas como que se va a acabar el mundo. Y aunque no me dan miedo los temblores, hoy sí grité mucho”. Se detiene por cinco minutos para cargar su teléfono, avisa a su madre que está bien y regresa al hormiguero humano alrededor de las ruinas.

Llega entonces el repartidor de una farmacia con el uniforme todavía puesto y una dotación de botellas de agua. Detrás, dos muchachas con más agua, una señora con vendas y una familia con una valija llena de frazadas. Educados por las tragedias previas, los mexicanos saben también qué deben llevar, qué se requiere.

“No corro, no grito, no empujo”, enseñan aquí desde la guardería, es el credo anti-sismo. Y funciona: cuando la tierra se mueve hay una relativa calma, terror en los rostros pero nunca gritos ni empujones. Después empieza lo más difícil: primero comunicarse con los seres queridos, entre líneas telefónicas colapsadas y poca señal de Internet; más tarde volver a casa, como se pueda.

Hay saqueos en algunas tiendas y otros aprovechan para ganar dinero extra. “Les voy a cobrar 15 pesitos -el triple de lo normal- pero los saco rapidito, voy derecho”, dice un conductor sobre avenida Tlalpan y muchos se trepan resignados, les urge moverse hacia un lugar seguro.

Este martes, la de por sí caótica Ciudad de México, se quedó sin transporte público y sin electricidad porque casi 4 millones de casas perdieron el servicio de luz entre la capital y los estados más golpeados (Morelos, Puebla y Estado de México). Los semáforos se apagaron. ¿Podría imaginarse caos mayor en una ciudad-monstruo como esta, por donde circulan cerca de 4 millones de autos? No ocurrió: en las esquinas problemáticas hubo hombres y mujeres que por iniciativa propia comenzaron a dirigir el tránsito.


Fuente: https://www.pagina12.com.ar/64040-la-respuesta-a-la-tragedia


Imágenes de la destrucción dejada por el terremoto en las calles del DF
Horas desesperadas después del temblor

Imagen: AFP

AFP

AFP

AFP
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Crónica de una ciudad sometida al movimiento
El horror es experiencia

Por Gerardo Albarrán de Alba

Imagen: AFP


Desde Ciudad de México


La muerte reptó bajo la superficie de la Ciudad de México desde el sur, penetrando hasta los barrios del centro; sólo entonces asesta el primer golpe. Son las 13.14 horas. Caen escombros. Luego toma camino de regreso, pero ahora trepa rascacielos y otras estructuras. Es una serpiente que se muerde la cola. 

Los daños que provocó ayer el terremoto de magnitud 7.1 forman un cinturón que inicia en la colonia Guerrero, por la antigua terminal de trenes de Buenavista, de donde partió el primer tren en la historia de México en 1873, hoy convertida en la Biblioteca Nacional. Y en la colonia Morelos, donde se encuentra el histórico barrio bravo de Tepito, cuna de José “Huitlacoche” Medel, Octavio “El Famoso Gómez”, Raúl “El Ratón” Macías, Rubén “El Púas” Olivares y Carlos Zárate, estos últimos tres campeones mundiales de box. Ayer, el terremoto noqueó al edificio del Consejo Mundial de Boxeo en lo que fuera el barrio más aristocrático, la colonia Juárez, dentro de la llamada Zona Rosa, bautizada así por el pintor José Luis Cuevas, en tiempos en que la intelectualidad mexicana se reunía en sus cafeterías y casas de té. Sacude al barrio vecino, la colonia Cuauhtémoc, el eje financiero de la ciudad.

La muerte va de regreso.

El latigazo corre a lo largo de la avenida Insurgentes, una de las más largas del mundo, con sus casi 30 kilómetros de norte a sur, el mismo sentido que siguen los efectos del terremoto antes de entrar a la colonia Roma. Caen construcciones, incluida una escuela privada de monjas en la que estudiaron mis hermanos y una prima, casi enfrente de donde yo hice la secundaria, a dos calles de donde vivíamos en los 70.

Todo es más violento en cuanto la onda pega en la colonia Condesa; ahí se derrumban cuatro edificios, uno de ellos de 10 pisos de apartamentos, que sepultan la condescendencia de hipsters y millennials hacia la memoria sísmica de nosotros los babyboomers. Todos los que pueden inician labores de rescate.

La sacudida llega a Viaducto Miguel Alemán, la primera gran vialidad capitalina a la manera de los freeway gringos, sólo que de chapopote en lugar de concreto armado y sobre el lecho del viejo Río de la Piedad. (Ahora todo mundo recuerda que esta ciudad se construyó secando lagos y ríos, minando miles de kilómetros de manto freático y dejando sus cimientos sobre una gelatina.) Sobre Viaducto y calles cercanas en las colonias Roma Sur y Del Valle Norte caen dos, tres edificios de cinco y hasta 10 pisos.

Los daños que en 1985 se concentraron en la delegación Cuauhtémoc hoy se extendieron a las delegaciones Benito Juárez y Coyoacán, donde se derrumbaron una decena de edificios, un centro comercial, un kindergarden y una primaria privados. Los puentes que conectan varios edificios en el campus Ciudad de México del Tecnológico de Monterrey se derrumbaron. Los daños se extendieron al oriente, hacia los linderos de la delegación Iztapalapa, la más populosa de la capital.

Un edificio colapsa, con decenas de costureras dentro. Vecinos calculan un centenar de personas atrapadas ahí. Como en 1985.

Más al sur, el majestuoso Estadio Azteca, sede de dos Copas del Mundo de fútbol, puede haber llegado a su fin, fracturado desde lo alto de sus tribunas. Esta noche no se jugará el clásico joven entre América y Cruz Azul.

Los grandes rascacielos de la Ciudad de México, sobre todo los construidos después de 1985, se mantienen en pie, pero hay decenas de incendios en otras edificaciones. Piden no fumar, por las fugas de gas.

Las principales avenidas son invadidas por la gente. Miles de personas deambulan, en lo que deciden qué hacer. El pánico va a pie de regreso a casa.

A las 5 de la tarde (las 7 pm en Buenos Aires), iban 54 muertos en Morelos, 30 en la Ciudad de México, 41 en Puebla, 9 más en el Estado de México. Al menos 2 millones de personas están sin electricidad, pero las 11 líneas del Metro y el Aeropuerto Internacional fueron reabiertos.

13:14:38. Magnitud 6.8 Loc.7 km al oeste de Chiautla de Tapia, en el estado de Puebla, a 23 kilómetros de profundidad.

La alerta sísmica sonó cinco segundos después de iniciado el temblor. Al menos 49 construcciones se derrumban en un parpadeo. Nadie pudo prevenirse. Yo tampoco.

13:14:40. Magnitud 7.1, con epicentro a 12 kilómetros al sureste de Axochiapan, en el estado de Morelos, a unos 150 kilómetros al sur de la Ciudad de México. La profundidad fue de 57 kilómetros.

La primera sacudida es como un mareo que torna en vértigo cuando tomo conciencia de lo que ocurre. No he dado ni siete pasos cuando la sacudida me remonta a 1985. Había pasado la mañana escuchando programas de radio que recordaban el terremoto de hace 32 años. Didácticos, los “Topos” –los rescatistas que se vuelven famosos por arriesgar la vida dentro de construcciones colapsadas– cuentan que la mayor concentración de muertos que ellos localizan se da en escaleras. Es lo primero que cae. Hay que calcular un lapso no mayor de 15 segundos para huir con seguridad. Yo vivo en un segundo piso. Son cuarenta escalones hasta la calle. No tiene caso intentarlo. Llamo a Angélica, la señora de la limpieza que le tocó trabajar hoy en mi departamento, y le ordeno: ¡Bajo la mesa! ¡Métase! Yo le sigo, arrastrando a Mila tras de mí, mi amorosa perra que no entiende lo que ocurre y tiembla más que mi edificio.

–¡Mi hijo! ¡Mi hijo! –gime Angélica. Su niño está en la escuela, y ella sólo piensa en él.

Afuera se escuchan explosiones. Dos edificios caen a menos de seis calles de mi departamento. La ciudad es un déjà vu.

“Caigo en cuenta: He (sobre)vivido dos terremotos de magnitud mayor a 8”, reflexioné en mi muro de Facebook hace 11 días, tras el terremoto de magnitud 8.2 del pasado 7 de septiembre, el más fuerte registrado aquí desde 1932. En 1985, el terremoto que devastó a la capital del país me sorprendió en los primeros minutos de sueño, tras una noche de farra. El 22 de marzo de 2012, un terremoto de magnitud 7,8 provocó el desalojo de miles de edificios sin que se reportara un solo incidente. “Cultura sísmica, le llaman los expertos. Memoria, decimos los que temblamos de miedo cada vez que nos mueven el piso de esta forma”, les conté entonces desde estas mismas páginas.

El pasado 10 de septiembre tuvimos un primer aviso de lo que se venía, aunque nadie supo leerlo: a las 9 de la noche con 54 minutos se registra un temblor de magnitud 2.6, apenas perceptible porque el epicentro fue en la mismísima Ciudad de México. Y ayer, a las 11:13 de la mañana, el volcán Popocatépetl lanzó una gran fumarola.

A las 11 de la mañana de ayer, la alerta sísmica sonó para marcar el simulacro que todos los años realizamos en la Ciudad de México; 134 minutos después, todos recordamos para qué sirve estar preparado.

Termino de escribir cuando ya ha caído la noche. Un vehículo con altavoces da instrucciones a los vecinos para amagar el miedo.

La ciudad es un ulular de ambulancias, carros de bomberos y patrullas policíacas. Los helicópteros sobrevuelan las zonas dañadas. La muerte flota entre el polvo. Será una larga noche, y está empezando a llover.

Fuente: https://www.pagina12.com.ar/63986-horas-desesperadas-despues-del-temblor / https://www.pagina12.com.ar/63973-el-horror-es-experiencia

"México se levantó gracias a su gente no al gobierno"

RT visita algunas zonas de desastre de la capital mexicana para recopilar testimonios de los ciudadanos que ayudaron con refugio, víveres e, incluso, en la búsqueda de familiares extraviados.

Rescatistas trabajan en un edificio derrumbado después del terremoto que sacudió la zona centro de la República Mexicana.Henry Romero / Reuters

Terremoto en México

El pasado 19 de septiembre, un terremoto de magnitud 7,1 paralizó el centro de la República Mexicana. Los ciudadanos fueron los primeros en salir a las calles y ofrecer comida, vivienda, asistencia médica y apoyar en la búsqueda y rescate de personas extraviadas.

RT en Español acudió a diversos puntos de la capital del país a darle voz a todas esas personas que, sin ningún motivo más que el de ayudar, apoyaron a sus familias, vecinos e, incluso, a desconocidos.

Ramiro Olivares, publicista

"La tarde del 19 de septiembre, un grupo de amigos y yo acudimos al Colegio Enrique Rébsamen, ubicado en la delegación Tlalpan, sin saber que había gente atrapada entre los escombros. Aún no llegaban los elementos de la Marina ni del Ejército Mexicano. Fue así que tomamos la decisión de gritar por los huecos del edificio derrumbado para entrar en contacto con posibles víctimas. Al percatarnos que existían niños asustados entre los bloques de concreto, decidí llamarlos con una lámpara hasta que pudimos sacar a un par de ellos del lugar".

Martha Anaya, diseñadora industrial

"En cuanto supe que mi sobrina había desaparecido, emprendí una búsqueda exhaustiva junto con mi familia. Ella transitaba por la colonia Condesa, cuando se derrumbó un edificio ubicado en la avenida Álvaro Obregón. Al parecer, entró en pánico y se desvaneció muy cerca de la zona de conflicto. Cuando llegamos al lugar, un grupo de jóvenes había comenzado a remover tierra y paredes de concreto. Pasamos tres horas en el lugar tratando de hallar a Mariela. Según lo que nos contaron testigos, al parecer mi sobrina tropezó con algunas rocas de la construcción y pudo quedar prensada en un espacio que se formó con dos trabes de concreto que le salvaron la vida".

Personas pasan cubos y palas para retirar los escombros de un edificio derruido. / Ginnette Riquelme / Reuters

Pablo Durán, ingeniero civil

"No he dormido, estoy despierto desde las 6:00 de la mañana que acudí al trabajo. El temblor nos obligó a salir de la oficina, pero no a quitarnos de las calles. Hay mucha gente que necesita nuestra ayuda. He participado en varias cuadrillas de rescate de Protección Civil, también he auxiliado a algunos integrantes del Ejército mexicano y al grupo de rescate Topos, para saber cómo y dónde podemos hacer cortes en el concreto para entrar por los edificios dañados. ¡En fin! El trabajo no ha terminado. México se puede levantar de este gran desastre, pero tiene que ser gracias a sus ciudadanos, no por la escasa ayuda del Gobierno".

Margarita López, vendedora ambulante

"Desde la tarde del 19 de septiembre, no hemos parado de ayudar a las víctimas del terremoto. En cuanto supe que había muchas personas desamparadas, decidí donar gran parte de la mercancía que vendo en la Central de Abasto, ubicada en la delegación Iztapalapa. Junto con mi esposo y mis dos hijas, conformé un grupo de apoyo para brindar emparedados, agua embotellada, comida enlatada, papel de baño y algunas medicinas". 
Un grupo de personas sacan escombros de un edificio derruido. / Henry Romero / Reuters

Carlos Romero, estudiante de arquitectura

"Un grupo de compañeros de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y yo decidimos acudir a las zonas con mayor probabilidad de derrumbes, tal es el caso de las colonias Del Valle, Coyoacán, Roma y Condesa. Hemos dado asesoría a los ciudadanos acerca del estado arquitectónico de sus hogares y hemos respondido algunas de las muchas peticiones que nos llegan a través de Twitter con el 'hashtag' #RevisaMiGrieta. Es importante mantener la calma y atender las indicaciones del equipo de Protección Civil de la Ciudad de México".
Josefina Batalla, ama de casa

"Es curioso que a 32 años del sismo que azotó a México en 1985, se repita la historia. Debido a ello, organicé junto con mis vecinas en la colonia Polanco, un programa de ayuda al que denominamos #MiCasaEsTuCasa, en el que pretendemos brindar ayuda médica a las personas que lo requieran, así como dotar de agua, alimentos y atención psicológica a los afectados. En los próximos días, acondicionaremos al menos cinco estacionamientos de nuestras casas para brindar refugio temporal a las víctimas, en las calles de Horacio, Homero, Aristóteles y Eugenio Sue".


José Luis Montenegro

Fuente: https://actualidad.rt.com/actualidad/250804-testimonios-ciudadanos-sismo-mexico-19-septiembre-

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