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REFICAR Y EL CASO MÁS ABERRANTE DE CORRUPCIÓN DE LOS GOBIERNOS URIBE-SANTOS

El engañoso enchape en oropel de Reficar 

"El 101 por ciento de sobrecostos es el monto final que debemos asumir los colombianos sobre el valor de las obras"

"El quid oprobioso del asunto lo configuraron los mecanismos políticos, administrativos y jurídicos que enmarcaron tal ampliación"
Allan Bolívar

"Los bolsillos saqueados, el proyecto fracasado, una casa desvencijada que ahora bien puede ser malvendida o embargada para pagar los empréstitos de esta empresa ahogada por la corrupción".

Una nueva olla podrida fue destapada: el gigantesco desfalco a la Nación por parte de contratantes y contratistas que llevaron a cabo las obras de ampliación de la Refinería de Cartagena. Sobrecostos del 101 por ciento equivalentes a USD $ 4.000 millones es el “pequeño” desfase que los constructores y la junta directiva de Reficar intentan justificar ante el Gobierno nacional, otro de los responsables de tal detrimento. Sub-contratos con incrementos del 100 por ciento, innumerables adiciones, pagos adicionales y cobro de penalidades por retraso de obras fueron algunas de las artimañas empleadas para saquear cuando los marcos contractuales así lo permitieron. Se esclarece el desfalco, crece la indignación nacional.

Lógica trastocada o premeditado caso de corrupción

Imaginemos juntos. Usted tiene la misión de ampliar su vivienda con el fin de que pueda albergar un mayor número de familiares, por esto toma la decisión de asociarse (como socio minoritario) en un proyecto con una compañía constructora para desarrollarlo. Después de evaluar varias propuestas de asociación termina eligiendo una empresa extranjera (A) dedicada a múltiples actividades industriales y comerciales, pero con poca experiencia en el arte de edificar.

Por este antecedente usted sabe que la empresa elegida tendrá la necesidad de subcontratar a otra compañía (B), esa sí especializada en la construcción de viviendas para que ejecute en su nombre los objetivos contractuales vinculados a la edificación de la obra. A pesar de esto y de que algún tiempo después (A) renuncia a ejecutar la obra para la cual usted hizo la sociedad, asume directamente el contrato con (B), le firma nuevas clausulas posibilitando una extrema flexibilidad en los tiempos de entrega y crea, además, una especie de cheque en blanco contractual en el que ahora usted acepta pagar a la empresa (B), de manera independiente a cualquier sobrecosto o factores que los generen, el valor que ella reclame al finalizar la construcción de su casa.

Si usted y yo, como indica nuestra sana lógica, jamás haríamos tratos en estos términos, no es fácil entender cómo el Estado colombiano (con su enorme séquito de abogados y asesores) si permitió que fueran llevados a cabo manejos similares entre Ecopetrol, Reficar y multinacionales extranjeras para ampliar la refinería de Cartagena, cuyas obras fueron avaluadas al inicio del proyecto en US $4.000 millones.

¿Quién es y que hace Reficar? ¿Valía la pena gastar tanto dinero en su ampliación?

Reficar S.A. es una sociedad anónima encargada de: construir y operar refinerías, refinar hidrocarburos y comercializar sus derivados, de la misma manera que producir, comercializar y distribuir petróleo, crudo y gas, entre otras actividades. Es la sociedad encargada del funcionamiento de la refinería de Cartagena ubicada en el perímetro industrial de Mamonal, uno de los más avanzados complejos industriales en suramericana. Hasta el año 2014 esta refinería tenía una capacidad instalada de refinamiento equivalente a 80.000 barriles de petróleo por día y poseía una eficiencia del 75 por ciento en los procesos de transformación.

Para entender el origen de esta sociedad debemos remontarnos hasta el año de 1957 cuando fue inaugurada la Refinería de Cartagena construida por International Petroleum Co. Ltda, refinería que fue adquirida a mediados de la década de los 70 por la estatal Ecopetrol.

Hacía el año de 1996 y después de medio siglo de funcionamiento, con una capacidad de refinamiento de 75.000 barriles de petróleo diarios la refinería estaba convertida en la segunda del país. En este mismo año elaboraron el Conpes 2878 titulado “Apoyo a la petroquímica Básica en Colombia”, en el cual realizan un análisis sobre la situación de la industria petroquímica en el país y efectúan algunas recomendaciones en las que se comienza a considerar a la refinería de Cartagena como alternativa de abastecimiento de la demanda interna de combustibles, y como planta estratégica para abastecer la demanda de comercio exterior de hidrocarburos.

Según Reficar (1), es en el año 1997 cuando el gobierno colombiano inicia los primeros movimientos para fundamentar una estrategia de apertura de la empresa orientada a abrir los esquemas de asociación, los desarrollos de exploración, explotación, tratamiento y transformación de hidrocarburos. En el 2001 la Junta Directiva de Ecopetrol tomó la decisión de incrementar la capacidad de refinamiento de esta planta, pasando de 75 mil a 140 mil barriles al día, y del 75 por ciento en su eficiencia de refinación a un nuevo nivel que contemplaba entre el 95 por ciento al 100 por ciento de eficiencia. Para hacer realidad este propósito comienza a tomar forma el Plan Maestro de la Refinería de Cartagena (Pmd), el mismo que según lo dispuesto debía contar con la mayor participación accionaria posible.

La decisión de Ecopetrol, respecto a su decisión de ampliar la capacidad de Reficar, respondía a los intereses legítimos del Estado por consolidar una fuente alternativa de abastecimiento nacional, así como dejar a punto la empresa para la exportación de hidrocarburos y derivados. Los precios favorables del crudo a nivel internacional, así como la necesidad de un plan B frente a un colapso de la Refinería de Barrancabermeja hacían no solo viable sino también necesario el proyecto. Sin embargo, el quid oprobioso del asunto lo configuraron los mecanismos políticos, administrativos y jurídicos que enmarcaron tal ampliación.

Comienza a incubarse la catástrofe

Hacía el 2001 siguieron concretándose esfuerzos para privatizar a Reficar. Según el informe “Refinería de Cartagena: lecciones aprendidas y no aprendidas de un megaproyecto”, de la Contraloría General de la República, publicado en diciembre del 2015: “Una vez establecida la necesidad de que el proyecto fuera financiado con recursos mayoritariamente privados y con el concepto emitido por el Comité Interinstitucional conformado desde el Conpes 3312, en otro Conpes, el 3336 de 2005, se consignaron los lineamientos para estructurar la vinculación de un socio estratégico que financiara el PMD, para lo cual básicamente se definió que el hecho de que Ecopetrol fuera un socio (de preferencia minoritario), no lo hacía necesariamente el operador de la refinería nueva y que el inversionista debía asumir el riesgo de su capital”.

Es el Plan Nacional de Desarrollo 2003 – 2006 (2) “Hacia un estado comunitario” el que da el espaldarazo final a la participación privada del PMD en Reficar. El informe mencionado de la Contraloría consigna: “En 2006, teniendo como referente las recomendaciones de los Conpes de 2004 y 2005, se lleva a cabo la enajenación del 51% de la participación de Ecopetrol en el proyecto siendo Glencore International AG, de origen suizo, la beneficiaria, la transacción se cerró por una suma de USD 630.7 millones de dólares”. Así, sin pena ni gloria Reficar fue privatizada.

Jugada maestra de Glencore. Hacía marzo del año 2009 manifestó inconformidades con el proyecto sosteniendo “dificultades insuperables para obtener la financiación requerida para el mismo”. La junta directiva de Ecopetrol aceptó la salida de Glencore ese mismo año pagando USD $549 millones por el 51% de las acciones de Reficar, en un cuestionable proceso de re-nacionalización en el que fue aceptada la estrategia de negociación del valor de las acciones de la multinacional suiza. Este valor pagado por la estatal colombiana sobre la mitad más una de las acciones llevaba consigo, según el informe presentado por la contraloría “[...] el reconocimiento total de las inversiones realizadas sin aceptar ningún tipo de descuento porque con su salida está facilitando a Ecopetrol y al Gobierno que el proyecto continúe en las condiciones en que lo requieren”. La multinacional exigió que sus inversiones fuesen reconocidas peso a peso, que fuese devuelto todo su dinero, a pesar del posible incumplimiento del contrato, y así se hizo.

¿Simple descuido? Los abogados de Ecopetrol se olvidaron de probar las razones por las que Glencore argumentó el abandono del proyecto y la venta de sus acciones en Reficar a Ecopetrol. De acuerdo a la Contraloría: “Ecopetrol aceptó el retiro de la firma sin hacer uso de los mecanismos para contrarrestar los incumplimientos del socio adjudicatario incluidas en el Acuerdo Marco de Inversión – AMI y consistentes en una garantía por valor de USD 75 millones contenida en la sección 4.01 del AMI que cubría el incumplimiento en las obligaciones de determinar la configuración de la refinería ampliada y modernizada, el diseño del mecanismo de financiación del proyecto y la contratación del EPC incluidas en el capítulo V del acuerdo referido”.

Al partir Glencore, tal como lo denuncia la Revista Semana (3): “[...] la multinacional dejó amarrados los contratos para la ejecución de las obras, la compra y la ingeniería con la firma estadounidense CB&I a la que se le pagaron más de 6,5 billones de pesos”. Algo comenzaba a oler muy mal, una actitud sospechosa –por permisiva de los abogados– eran apenas las primeras muestras del desfalco que vendría en el transcurrir de los años.

¿Quien era CB&I? Esta empresa es una constructora del sector petrolero norteamericano vinculada al proyecto (4) desde el 2 de agosto del 2007 por parte de Reficar (ya figuraba como socio mayoritario Glencore). El 6 de noviembre de ese mismo año suscribe un contrato de ingeniería, abastecimiento y construcción, “bajo la modalidad de precio suma global llave en mano (5) y la participación en el contrato de la la participación en el contrato de la sucursal de CB&I en Colombia–CB&IC, encargada de realizar los denominados Servicios Específicos consistentes en trabajos de preparación y adecuación del terreno donde se desarrolló el proyecto”. Todo bien hasta el momento.

Poco más de tres años después fue abierta de par en par la puerta al desfalco cuando, detalla la Contraloría: “El 15 de junio de 2010 y luego de intensas negociaciones, Reficar [que ya había sido re-nacionalizada por Ecopetrol] decide modificar la forma de contratación y pago del contrato EPC por uno de costos reembolsables (6) – RC (por sus siglas en inglés), con la firma CB&I UK Limited en la modalidad ‘off shore’ con el fin de ’ejecutar el diseño, ingeniería, procura, obtener la Terminación Mecánica de todas las Unidades y obtener las Garantías de Desempeño’ y con CB&I Colombia S.A. en la modalidad ‘on shore’ para ‘ejecutar el diseño, ingeniería, procura, construcción e instalación, obtener la Terminación Mecánica de todas las Unidades, soportar la puesta en servicio y prueba de las mismas y obtener las Garantías de Desempeño’”. Grave riesgo.

El cambio cualitativo del contrato desde uno de “llave en mano” a otro de “costos reembolsables” significó, nada más y nada menos que desde el 15 de junio del 2010 Reficar [reitero, ya era propiedad de Ecopetrol] aceptara pagar cualquiera que fuera el valor que CB&I cobrara al finalizar y poner en funcionamiento el Pmd de la refinería de Cartagena. Leyes internacionales rigieron el trato obligando a Reficar, y detrás de ella a Ecopetrol (como su socio mayoritario), para que respondieran pagando un monto de dinero que nadie sabía cuánto iba a significar, pero que esperaban fuera calculado con toda la idoneidad, ética y buenos manejos de las empresas norteamericanas, sin aprovecharse de la liberalidad otorgada en el contrato. ¿Gran error o proceder amañado? Sin duda tenemos aquí uno de los responsables estructurales del desfalco que no acaba de salir del todo a flote.

Los resultados de un pésimo proceder técnico y contractual.

El diario El Colombiano, en su artículo “Guía para entender el robo al Estado en Reficar” (7) sintetiza seis grandes hallazgos que permiten comprender el desfalco propiciado. Estos hallazgos son:

1. Reficar viabilizó 1.846 contratos con 516 adiciones. Se pagaron $7,3 billones, pero suscribió 60 contratos y 127 adiciones por USD112 millones; y un contrato en euros por 1,2 millones.

2. El 17 por ciento de dichos contratos presentaron incrementos superiores al 100 por ciento con lo cual se terminó pagando un adicional de USD142 millones y $35.000 millones. La actividad contractual se concentró en un reducido número de contratistas y algunos son contratistas comunes con las empresas CB&I y Foster Wheeler (8).
3. CB&I realizó un total de 255 contratos y 850 adiciones por los que pagó $2,7 billones. En dólares realizó 60 contratos y 127 adiciones por USD112 millones y en euros efectuó un contrato por 1,2 millones.
4. Dentro de esos contratos se encontró que el 29 por ciento de los mismos presentaron incrementos superiores al 100 por ciento en valor, que implicaron pagos adicionales por USD43 millones, 0,8 millones de euros y $1 billón.
5. La empresa Foster Wheeler suscribió 13 contratos y 34 adiciones por $11,503 millones.
6. Entre la contratación de Reficar, CB&I y Foster Wheeler se encontró que el 18 por ciento de la contratación presentó incrementos superiores al 100 por ciento lo que implicó cancelar adicionales por 0,8 millones de euros, USD185 millones y $1,67 billones.

Por su parte la revista Semana en su informe “Las perlas que halló la Contraloría en Reficar”, presenta la síntesis de otros hallazgos del informe “Refinería de Cartagena: lecciones aprendidas y no aprendidas de un megaproyecto” presentado por la Contraloría:

A. El valor de las inversiones y la entrada en operación fueron cambiando a través del tiempo, de una manera dramática. Glencore estimó que el proyecto tendría un costo de 2.784 millones de dólares, entraría en operación en el 2010 y la rentabilidad esperada sería del 24 por ciento, muy elevada para este tipo de obras.

B. Sin embargo, una vez salió Glencore de la refinería, Ecopetrol asumió las responsabilidades y adaptó el diseño del proyecto a las necesidades empresariales. Esto implicó que en cuatro ocasiones se modificara el valor de la obra. De un presupuesto de 3.993 millones de dólares estimado, se pasó a otro por 8.016 millones de dólares.

C. Según la Contraloría, estos mayores costos del proyecto obedecen a incrementos del 43 por ciento en cantidad de materiales, incrementos del 15 por ciento en precios, demora en la entrada en operación, que representan 25 por ciento de los costos, y 13 por ciento por menor productividad. Es decir, el presupuesto de Reficar aumentó desde el 2009 en 101 por ciento.

D. Uno de los contratos de consultoría con la firma Foster Wheeler, pactado inicialmente por 95,2 millones de dólares, se modificó en tiempo y valor en varias oportunidades, con lo cual terminó ascendiendo a 231,3 millones de dólares, es decir, un incremento del 143 por ciento.

E. Otro de los hallazgos es que la rentabilidad prevista inicialmente, que según Glencore era del 24 por ciento, se desplomó al 4,3 por ciento, que está por debajo del 5,5 por ciento de la deuda del proyecto.

F. Los costos de deuda asumidos por Ecopetrol ascienden a 5.743 millones de dólares, de los cuales se han pagado a diciembre del 2015 un total de 744 millones de dólares por intereses y capital.

G. Las pérdidas acumuladas de la refinería ascienden a 1,69 billones de pesos.

H. Las demoras en la entrada en operación explican este descenso. Al asumir Ecopetrol el control se esperaba que entrara en operación en el 2013. Sin embargo sólo entró a operar de manera parcial a finales del 2015.

Las conclusiones presentadas por los medios referenciados corresponden a lo consignado en el informe de la Contraloría General de la República y permiten entrever las consecuencias de la extrema flexibilidad de los contratos con las multinacionales encargadas de la construcción y de la auditoria del Pmd de la refinería de Cartagena, el poco interés por defender los intereses de la Nación, el hecho que enormes cantidades de dinero de los contribuyentes fueran despilfarrado por funcionarios oficiales que haciendo gala de gran ineptitud, o de gran alevosía, realizaron tratos con multinacionales en los peores términos que pudieron encontrar para el país.

El 101 por ciento de sobrecostos es el monto final que debemos asumir los colombianos sobre el valor de las obras, el doble del dinero contemplado al inicio de la ejecución del proyecto. Enorme detrimento, gran afectación para el patrimonio del Estado y bajonazo en la rentabilidad de un udiendo a los soproyecto cuyos empréstitos que lo posibilitaron deberán ser abonados, durante más de una década, a organismos de crédito internacional con tasas de interés apátridas, afinadas para sacar el mayor jugo posible a las finanzas de la Nación.

Esta vez, como en decenas de otras oportunidades, serán muy pocos los que pagarán con su patrimonio o castigo carcelario por semejante robo cometido al pueblo colombiano. Mientras tanto, las multinacionales comienzan a levantar las escuetas tiendas de campaña que aún conservan en el país, muy a pesar de las palabras del Contralor que sin muchas herramientas intenta impedirlo para que respondan por el desfalco acá relacionado: "La información que tiene la Contraloría, y que lo vamos a constatar en el día de hoy, es que se están yendo del país y creo que pueden incurrir en algunas conductas de carácter penal [...] Aquí hay que entregar toda la información, no se puede borrar la información y no se pueden sustraer los discos duros de los equipos, que es lo que están haciendo, según algunas denuncias que se han conocido”(9).

¿Asco o rabia por lo sucedido? El hecho de que decenas, cientos quizás, fueron los connacionales que contribuyeron a efectuar un saqueo de tales magnitudes: siguen sin existir patria y dignidad para los apetitos de saqueo, derroche y acumulación de dinero que perteneciendo a muchos, bañan en oro los destinos de muy pocos, los mismos truhanes que enchaparon una vez obras de alto interés colectivo a ellos encomendadas en el brillo falso del oropel. Los bolsillos saqueados, el proyecto fracasado, una casa desvencijada que ahora bien puede ser malvendida o embargada para pagar los empréstitos de esta empresa ahogada por la corrupción.

NOTAS: 
(1) http://www.reficar.com.co/index.php/2011-08-08-18-06-31-1/2011-08-08-18-08-30_1

(2) En este contexto, puede muy fácil comprender el reciente manejo político del escándalo de la refinería de Reficar por parte del expresidente Álvaro Uribe Vélez y de sus esbirros del Centro Democrático, como una muestras más del cinismo hipócrita de quienes una vez más vierten una fingida indignación en los medios de comunicación para rechazar enormes sobrecostos sobrevenidos en desfalco al Estado, al que contribuyeron a vulnerar con disposiciones económicas, políticas, jurídicas y técnicas incubadas en el seno mismo del Gobierno, responsables de tal catástrofe.

(3) http://www.semana.com/nacion/articulo/reficar-los-hallazgos-de-la-contraloria/458220

(4) Algunas de las funciones que tenía que desempeñar la compañía norteamericana al comenzar labores en el proyecto eran: “la construcción y operación de refinerías, la refinación de hidrocarburos, la distribución y comercialización de esos productos refinados en Colombia y el exterior, la comercialización, mezcla, importación y exportación de “coque de petróleo”.

(5) En un contrato de llave en mano un contratista está obligado a cambio de un precio determinado a planear, construir y poner en funcionamiento una obra que ha acordado con el contratante.

(6) En un contrato de costos reembolsables el contratante asume las responsabilidades de pagar al contratista por los costos reales que este incurre en la ejecución de las obras pactadas en el acuerdo. Este contrato maneja precios provisionales que pueden aumentar o disminuir de acuerdo a contingencias que se presentan en la ejecución de las obras, contingencias que el contratante debe asumir en términos económicos.

(7) http://www.elpais.com.co/elpais/economia/noticias/por-treparon-costos-refineria-cartagena

(8) Compañía y conglomerado industrial global norteamericano encargado que fue contratado desde el 19 de noviembre del 2009 directamente por Reficar para que ejerciera la consultoría del proyecto PMD de la Refinería de Cartagena. Según la Contraloría: “El contrato tiene como objeto principal llevar a cabo el gerenciamiento, la supervisión y el control de la ingeniería detallada del proyecto, entre otras actividades40; es decir, realizar el seguimiento y control de la planeación, y ejecución de todas las actividades que desarrolla CB&I en todas las etapas del proyecto de ampliación y modernización de la Refinería de Cartagena.”

(9) http://diariolaeconomia.com/mineria-y-petroleo/item/1880-pais-de-confusiones-reficar-o-desfalcar.html

http://www.desdeabajo.info/colombia/item/28273-el-enganoso-enchape-en-oropel-de-reficar.html

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