Las crisis como oportunidades
La principal decisión de Santos y el santismo consiste en no modificar en nada las causas del desastre nacional y en, por el contrario, agravarlas. ¡Más libre comercio! ¡Más gabelas al capital extranjero!
Con cierta pedantería, se les oye decir a quienes no les provocan daños las crisis, que estas son oportunidades, afirmación a la que le dan una connotación positiva, de progreso social. Y los ideólogos neoliberales utilizan la misma retórica para tapar los desastres de sus políticas. Pero además de la palabrería calculada para confundir, es verdad que los problemas graves pueden generar transformaciones. La pregunta es si dichos cambios mejoran o empeoran las cosas.
Cuando, en 2008, se declaró en quiebra Lehman Brothers, generando pérdidas financieras astronómicas y dándole inicio a la mayor crisis económica mundial desde 1929, apareció una gran oportunidad: para cambiar el modelo económico del libre comercio, que tiene como su principal beneficiario al gran capital financiero global, el mismo que creó el fraude de las hipotecas subprime que reventó a Lehman, o para mantenerlo, empeorándolo.
¿Qué pasó? ¿“Que ante los hechos los neoliberales aceptarían cambiar sus políticas”, como dijo algún iluso? ¿O que hiper-plutócratas del mundo los usaron como una oportunidad para seguir con lo mismo y apropiarse del espacio que perdieron los que se arruinaron o debilitaron? ¿No utilizaron Obama y sus pares a sus Estados para favorecer a sus dueños, es decir, a los magnates globales y exprimir aún más a los pueblos del mundo, incluidos los de sus propios países? Para recordar un caso cercano, la primera crisis del libre comercio en Colombia, en 1999, se usó para consolidar al banquero que más controla en el planeta del total del sistema financiero de su país –¡el 30 por ciento!–, seguir con el Consenso de Washington y empezar con los TLC.
Al agotarse la bonanza minera que tapó la incapacidad neoliberal para sacar el país adelante –agravando la crisis cambiaria, comercial, fiscal, industrial, agropecuaria y social que venía desde antes–, para bien o para mal, apareció otra oportunidad en Colombia.
La visión democrática indica que debería servir para modificar las políticas del libre comercio y quitarles el respaldo a los juanmanueles de todos los partidos. Pero según la Casa Blanca y los centros de poder del mundo, de los que son tan sumisos aquí, toda crisis debe usarse para llevar la concentración de la riqueza y la desigualdad entre los países y las personas a niveles de escándalo aún mayores. Como en el experimento del perro del premio Nobel Iván Pavlov, que suelta saliva cuando un sonido le indica que se acerca la comida, están salivando algunos, en el exterior y en Colombia.
La principal decisión de Santos y el santismo consiste en no modificar en nada las causas del desastre nacional y en, por el contrario, agravarlas. ¡Más libre comercio! ¡Más gabelas al capital extranjero! En el caso del petróleo y la demás minería, tan de los intereses imperiales y las trasnacionales, decidieron reducir las regalías y los impuestos, disminuir los ya mediocres cuidados ambientales y empeorar las condiciones de trabajadores y contratistas, así como promover una mayor privatización de Ecopetrol. Se sabe que la ministra de Comercio –famosa por su diatriba contra los arroceros (http://bit.ly/1IRnrkL)– cocina otra rebaja general de aranceles que sería, como la de 2010 de Santos, con cero costos para las trasnacionales, “al gratin”, que llaman (http://bit.ly/1HUSGNg). Van por el Sistema Andino de Franjas de Precios que protege al agro, por lo que hasta salieron los de Coca-Cola a culpar al azúcar de los precios mayores, como si esa gaseosa no costara entre 54 y 100 por ciento más que Big-Cola, ¡y no por causa del precio del azúcar! (http://bit.ly/1INGnRw). Con la falsedad de que el PIC solo les sirve a “los ricos del café” –cuando los de más de 50 hectáreas apenas producen el 7 por ciento del total (http://bit.ly/1MRduoe)– exigen que el Estado abandone a su suerte a los cafeteros y acabe con sus instituciones, según cláusula del TLC con Estados Unidos para que las trasnacionales controlen 100 por ciento de la intermediación del grano.
Tras una supuesta comisión de sabios que tape lo ya determinado por el FMI y la OCDE, preparan una reforma tributaria que tiene como principal objetivo aumentar el IVA, el más regresivo de los impuestos contra el pueblo y las capas medias. Y salido de las mismas instituciones de dominación global, buscan empeorar los derechos pensionales: aumentarles la edad a las mujeres, reducir el monto de las pensiones y permitir inferiores al salario mínimo.
Jorge Enrique Robledo, Bogotá, junio 19 de 2015