Por un Polo unido
Jorge Enrique Robledo
Polistas y no polistas consideran como un triunfo del Polo la consulta en la que se eligieron los 766 delegados a su IV Congreso, que se realizará el 15 y 16 de mayo. Porque no obstante las dificultades propias de esos eventos, participaron 417 mil colombianos –2.5 veces más que en la vez anterior–, respaldo que lo confirma como la primera fuerza de la izquierda democrática, a pesar de las conspiraciones en su contra. Esta realidad, y la confirmada incapacidad de los neoliberales para resolver los graves problemas nacionales, confirman que el Polo puede jugar un papel decisivo en el futuro de Colombia.
Lo que debe seguir es un IV Congreso exitoso, que prepare al Polo para las elecciones de octubre y para que en 2018, a la cabeza de un proyecto de gran amplitud ciudadana, derrote cada candidatura presidencial continuista de la Unidad Nacional y del Centro Democrático, sectores con las mismas concepciones sobre el modelo económico, social y político y que, según las noticias, hasta podrían coincidir en el proceso de paz.
La historia enseña que los congresos que más les convienen a los partidos, incluido el Polo, son los que controlan las diferencias que inevitablemente se presentan en su seno, de manera que ratifican los acuerdos medulares que les dieron vida y van unidos a las batallas políticas de la hora. Esto incluso dejando sin resolver asuntos, permitiendo énfasis diferentes, dando tiempo a que se resuelvan los desacuerdos y se amplíen los consensos, sin duda la mejor forma de tomar decisiones. De victorias pírricas, es decir, de aquellas que se logran al costo de destruir la fuerza propia, está lleno el mundo de las soberbias.
Entre los consensos de las fuerzas que crearon al Polo –unanimidad alcanzada luego de en un año entero de conversaciones–, el primero a resaltar es que se trata de una propuesta de ruptura con la tradición liberal-conservadora y con su programa al servicio de intereses contrarios a los de la Nación, con sus prácticas politiqueras de todo vale y con sus rencillas sobre algunos asuntos, tan útiles para tramar a los incautos. Como lo reiteró Carlos Gaviria, el Polo no se concibió como un proyecto efímero, estribo para otras propuestas personales o de grupo, sino como uno con vocación de permanencia y de poder, estabilidad que sus miembros deben cuidar como el bien más preciado de la política nacional.
Según su programa, no por casualidad denominado Ideario de Unidad, el Polo pugna por la soberanía y la democracia, el progreso de la producción industrial y agropecuaria, incluida la empresarial, la reducción de la desigualdad social y la defensa de los intereses y derechos de la Nación, todo lo cual lo obliga a oponerse a Santos y a respaldar los reclamos ciudadanos. Y este programa, que el IV Congreso del Polo debe ratificar –al igual que los estatutos–, no propone eliminar la propiedad privada ni estatizar la economía, así se oponga a más privatizaciones y defienda un Estado activo a favor del país.
El Polo no se habría creado sin el consenso sobre el rechazo a la violencia como manera de tratar las diferencias entre los colombianos y a una solución negociada al conflicto armado, posiciones por las que respalda el actual proceso de paz. Estas ideas tienen razones de fondo, pero también de índole práctica. La violencia ha sido un gran estorbo para la construcción de un proyecto de izquierda democrática capaz de triunfar y transformar a Colombia. Cuánto insistió Carlos Gaviria en que el Polo no podría vencer sin convencer a la sociedad de que no tenía nada que ver con la lucha armada, labor pedagógica que debe cumplirse a toda hora y con sumo esmero, porque cualquier confusión al respecto atenta contra el éxito del proyecto.
En relación con la candidatura de Clara López a la Alcaldía de Bogotá, propuesta que podría triunfar, realmente, es un no-problema dentro del Polo, porque nadie en sus filas la ha rechazado ni ha propuesto una opción diferente. Luego en torno suyo, a su programa y su gobierno, podemos generar dentro del Partido el consenso o un respaldo abrumadoramente mayoritario, capaz de ganar más apoyos entre los sectores políticos alternativos y los ciudadanos de todos los orígenes.
Que se den controversias dentro del Polo es apenas natural. Sobre ello no hay que dejarse confundir por la ingenuidad o el fariseísmo. El punto es tener la sabiduría para resolverlas a favor de la unidad del partido y sobre el respeto a los acuerdos fundacionales.
Jorge Enrique Robledo, Bogotá, mayo 8 de 2015