EE.UU.
La brutalidad conlleva sublevación
Freddie Gray, de 25 años, falleció el 19 de abril tras sufrir severas afectaciones en su columna vertebral y otras heridas mortales cuando estaba bajo arresto policial
Autor: Joaquín Rivery Tur
rivery@granma.cu
Miles de manifestantes se concentraron ante la Alcaldía de Baltimore (Maryland, EE.UU.) para reclamar justicia por el asesinato del afroamericano Freddie Gray. Foto: www.laprensa.hn
¡¡Sublevación racial!! La desbocada y sangrienta actuación de la policía norteamericana no puede llevar a otra salida que a la sublevación de negros, hispanos, otras minorías y muchos blancos, que constituyen la gran masa de pobres del país más desarrollado del mundo, donde el 1 % de ciento de la población se apodera del 40 % de las riquezas del país.
Varios casos de brutalidad policial, de asesinatos, han desatado la rebelión en las últimas semanas en varias ciudades norteamericanas.
En el último de estos lamentables hechos de brutalidad policial, la Fiscalía de la ciudad estadounidense de Baltimore anunció el primero de mayo pasado que presentará cargos criminales contra seis policías a raíz de la muerte del joven afroamericano Freddie Gray, según confirmó la fiscal de esa urbe Marilyn Mosby.
De acuerdo con la funcionaria, ya fueron emitidas órdenes de arresto contra los inculpados.
Los resultados de nuestra investigación independiente, sumados al informe del examen médico que determinó que la muerte de Gray fue un homicidio, nos llevan a la convicción de que tenemos causas probables para presentar cargos criminales, explicó Mosby durante una conferencia de prensa.
Agregó la fiscal que los agentes arrestaron ilegalmente a Gray ya que "no se había cometido ningún crimen".
Freddie Gray, de 25 años, falleció el 19 de abril tras sufrir severas afectaciones en su columna vertebral y otras heridas mortales cuando estaba bajo arresto policial, hecho por el que se desataron disturbios generalizados en Baltimore, ubicada a unos 60 kilómetros al noreste de Washington D.C., reprimidas con dureza por las fuerzas del orden.
En este contexto, la postrera ola de inconformidad ciudadana contra los abusos policiales la comenzó la escandalosa absolución de George Zimmerman, un ex vigilante blanco, que mató a tiros al joven negro Trayvon Martin, de Florida.
El periodista David Brooks, corresponsal del diario La Jornada, grita el dolor por la violencia contra los que no son blancos:
“Un ¡¡ya basta!! se expresa por las calles de innumerables ciudades y pueblos hartos de una injusticia básica: las autoridades matan a ciudadanos –en promedio casi dos afro estadunidenses a la semana–, casi siempre con impunidad. Nueva York, Cleveland, Seattle, Oakland y otras ciudades estallaron desde el asesinato de Michael Brown en Ferguson, que desembocaron en el increíble homicidio de un niño de 12 años, negro, por supuesto”, señala el periodista.
Hay cientos de hijos, hermanos, padres e hijos que murieron a manos de policías, dejando familiares sin respuesta al ¿por qué? Son los derechos humanos en Estados Unidos.
Esta vez, enfatiza Brooks, el grito colectivo está en las bocas de un mosaico popular. Las calles están llenas no sólo de negros con algunos aliados de otras comunidades, sino que este movimiento está compuesto de todos colores y etnias, algunas que jamás habían marchado con otras.
Baltimore fue la última urbe del último asesinato policial. El corresponsal ve claro: “casi todas las víctimas de la violencia policíaca no sólo son negras, mas todas son pobres. En el país con más encarcelados del mundo, la mayoría de los reos son negros y latinos, y en proporción aplastante, incluidos los blancos en las celdas, son pobres”.
En la pancarta en las multitudinarias protestas se leía el lema de la lucha actual por los derechos civiles en Estados Unidos: “Las vidas de los negros también importan.”
Hace algunos días el afroamericano Terrance Kello murió en Detroit a causa de los disparos de un agente federal dentro de su propia casa. En las marchas hay cada vez más sindicalistas, pero también agrupaciones de trabajadores de lavanderías, empleadas domésticas y más. A la vez, se están incorporando trabajadores de servicio, como de las cadenas de tiendas tipo Walmart, que ganan el mínimo o poco más, sin derechos.
La ira de los reprimidos desencadena la violencia. En conversaciones entre participantes en esta nueva ola de protestas algunos comentan que éste es un nuevo movimiento de derechos civiles. Pero otros dicen que es más.
La brutalidad policíaca, las cárceles más pobladas del mundo, la creciente desigualdad social y todos los demás, estas son caras de dos tipos de violencia: una a golpes y balazos e intimidación, la otra económica. Esto es, en esencia, una guerra contra los pobres.
Tomemos el ejemplo del informe presentado por la Conferencia de Alcaldes de Estados Unidos, que registró que el hambre y el número de personas sin vivienda se está incrementando en las metrópolis de Estados Unidos.
Tantas personas que emigran legal o ilegalmente para, al fin y al cabo, encontrarse con que el Centro de Investigación Pew reportó que la brecha entre minorías y blancos se ha incrementado.
El informe calculó que la riqueza media de hogares blancos en 2013 era de 141 900 dólares, o más de 13 veces la riqueza media de hogares negros, que es de 11 000 dólares; en 2007 los blancos tenían 11 veces más que sus contrapartes negras en este rubro. En el caso de los latinos, el valor medio neto de un hogar latino era de 23 600 dólares en 2007, pero para 2013 se desplomó a 13 700 dólares.
Los economistas premios Nobel Paul Krugman y Joseph Stiglitz, y grandes observadores como el veterano periodista Bill Moyers, se ven obligados a usar palabras como plutocracia u oligarquía para describir a la cúpula del país hoy día.
Los grandes bancos, encabezados por Citigroup y JP Morgan, lograron que sus legisladores rechazaran una de las regulaciones de una ley para controlar las operaciones financieras más riesgosas que ayudaron a detonar esa crisis. Citigroup literalmente redactó la nueva cláusula.
Esos son exactamente los factores que han desencadenado las batallas callejeras, porque los policías parecen sentir placer en ensañarse en la población negra. Y esta tiene que defenderse.
http://www.granma.cu/mundo/2015-05-15/la-brutalidad-conlleva-sublevacion