Un trueno de primavera resuena en todas partes
Lo siguiente es un pasaje de un artículo, escrito por un contribuidor, acerca del reciente levantamiento en Turquía.
revcom.us.
Un levantamiento social en una escala no vista en las últimas décadas se ha repercutido por la sociedad como un trueno de primavera, rechazando las cosas de costumbre y oponiéndose a su rumbo. Se ha extendido rápidamente por Turquía, conduciendo a una enorme cantidad de manifestantes a las calles de más de setenta ciudades y pueblos desde
Estambul hasta Diyarbakir. Ha suscitado un gran coro de entusiasta solidaridad internacional desde todos los rincones del mundo.
Desde el fin de mayo, una crisis política de tremenda importancia ha estallado y tomado por asalto el escenario, suscitando una aguda polarización de la sociedad entera, atrayendo a millones de personas hacia el debate y poniendo al descubierto la naturaleza general opresora y pútrida fundamental del orden social existente y sus premisas fundamentales. Una desafiante joven mujer, al calor de las batallas campales con la policía, le respondió orgullosa, “¡esta lucha no se reduce a unos cuantos árboles, se trata de nuestras almas!”, a un corresponsal que le preguntó lo que motivaba el implacable auge de protestas.
En apariencia el brutal ataque de parte de la policía antimotines y las autoridades a las 5 de la mañana del 31 de mayo para desalojar de 50 a 100 personas que protestaban pacíficamente por la propuesta demolición del parque Taksim Gezi de Estambul prendió el levantamiento social general. Pero en medio de la gruesa neblina del gas CR y las paralizantes ráfagas de los cañones lanzaaguas de alta presión y granadas de aturdimiento de los enfrentamientos del primer día, quedó en claro que ha nacido una nueva fuerza decidida y fresca, una nueva generación de rebeldes, que cuenta con una creciente impaciencia e intolerancia para con el actual orden social y político de Turquía.
La profundidad y el alcance de las fuerzas rebeldes desplegadas en contra del régimen del AKP (el Partido de Desarrollo y Justicia), el gobierno de turno desde 2002, ponen a la luz la aguda intensificación de las contradicciones. Los jóvenes de las universidades y las ciudades miseria, la gente de la clase media de diversas profesiones, los artistas y los intelectuales en unión con aquellos que hace poco han sido objeto del desplazamiento desde el campo, exigen la dimisión del primer ministro Recep Tayyip Erdogan, a lado de las personas que se han indignado por la sistemática islamización del estado y de la plaza pública y la creciente imposición de los valores y tradiciones islámicos y la implacable promoción de la moralidad basada en la religión. Las mujeres están al centro y en las líneas del frente de esta rebelión, enfurecidas por las intrusiones sobre sus cuerpos, vida y libertades y por las restricciones sobre el aborto y por los decretos oficiales sobre cuántos hijos una “buena madre” “patriota” debería tener. También son parte de las protestas las personas indignadas por las actividades patrocinadas por el estado para erosionar o rechazar las verdades científicas sobre la teoría de la evolución de Darwin.
Los partidarios de los grupos y organizaciones revolucionarios combaten al lado de las personas opuestas al deterioro del medio ambiente y aquellos que exigen la auténtica libertad de palabra, un fin a la censura del Internet y el arresto de los periodistas por siquiera contar las verdades y hacer críticas. Por eso, la consigna “¡Que dimita Tayyip!” hace eco fuertemente en medio de los frentes de batalla y las barricadas en distintas ciudades, en representación de un profundo odio por el régimen del AKP.
El AKP subió al poder adoptando una imagen de “el que menos posibilidades tiene” y prometiendo un “orden económico justo” y el desarrollo. Ahora la pura verdad ha quedado al descubierto en toda su asquerosidad: una orgía de especulación, lucro y clientelismo , avalada en su totalidad por el estado, en las grandes obras de construcción tales como el Canal Estambul (un nuevo Bósforo artificial), El Tercer Puente, otra “mayor mezquita jamás” y muchas más. Aparte de su propósito de enriquecer a un grupito de “piadosos empresarios del AKP”, estas obras son desastres ecológicos que desperdician los recursos del agua, provocan la erosión del suelo y la destrucción de irreemplazables tesoros arqueológicos históricos. Un desenfrenado programa de construcción de mezquitas se disfraza de urbanismo.
La gente está harta de las bravuconerías de creciente arrogancia y belicosidad del régimen en la región, el que glorifica, embellece y aplica la herencia del Imperio Otomano. La tesis pseudo-académica de Davutoglu, el ministro de Relaciones Exteriores, sobre la importancia de la “profundidad estratégica” del estado turco para gobernar la región en contubernio con los verdaderos amos de la región, los imperialistas europeos y estadounidenses, representa sus propósitos depredadores y apetito excesivo. La exacerbación de la reaccionaria y sectaria guerra civil en Siria es una amplia expresión de lo mismo. Ahora están fraguando un cínico acuerdo con algunas fuerzas nacionalistas kurdas a fin de proseguir las reaccionarias ambiciones regionales de las clases dominantes turcas y de remate aplastar las legítimas aspiraciones del pueblo kurdo.
Pese a las poses públicas del primer ministro Recep Tayyip Erodgan y su desdeñoso tono entretejido con francas amenazas contra los manifestantes, existen indicios al interior de su partido gobernante de que empiezan a manifestarse un inquietante sentido de estar bajo sitio. Se habla de romper filas con el liderazgo de Erdogan a fin de lidiar con la emergente crisis de legitimidad del reino del AKP pro libre mercado, tradicionalista y de base islámica que lleva once años al mando del gobierno….
Levantamientos por todo el mundo
Agreguen Brasil a la lista cada vez más larga de países donde cientos de miles de personas están protestando contra las desigualdades y abusos de larga data. Parece como si las protestas en Brasil, Turquía y otros lugares surgieran “de la nada” pero en realidad resultan de profundas fisuras debajo de la superficie que pueden abrirse a la luz de la noche a la mañana y hacer añicos la noción de que las cosas nunca cambian, de que sean permanentes las condiciones existentes bajo las cuales sufre la gran mayoría de la humanidad.
En Brasil, un país capitalista “democrático”, suelen retratar a la población como pasiva y conforme. ¡Ya no! Lo que empezó como un movimiento relativamente pequeño contra el aumento en el costo del transporte se ha explotado en una profunda crisis política que abarca los altos impuestos, el deterioro del sistema educativo y otra infraestructura, corrupción desde los puestos más altos, y los gastos extravagantes para nuevos estadios de futbol para la Copa Mundial en Brasil el año que viene al mismo tiempo que tantas personas sufren hambre.
Muchos de esos levantamientos se han encontrado con cachiporras, balas de goma y spray de pimienta. Pero los manifestantes se están defendiendo, enfurecidos de que estas represalias ocurran en un país gobernado por una administración izquierdista que dice ser “por el pueblo”, y todo eso provoca el cuestionamiento, entre millones de personas en Brasil, así como en Turquía en otros países, de la legitimidad del gobierno, y entre algunos de los manifestantes, la legitimidad del mismo orden económico y social.
http://www.revcom.us/i/308/308p08-09Resonating-es.pdf