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Una economía de gran plantación en manos de trasnacionales es la política agraria del Gobierno Santos

La gran producción y el libre comercio son la columna vertebral de la política agraria de Santos

Intervención del senador Jorge Enrique Robledo en el debate al ministro de Agricultura sobre la política agropecuaria del nuevo gobierno, Comisión Quinta, 7 de septiembre de 2010.

Una economía de gran plantación en manos de trasnacionales


No paran los favoritismos en Agro Ingreso Seguro. Cambiar a la directora de Proexport. Sobre las tierras a los desplazados se opinará después. El modelo Carimagua o de la gran plantación es la política oficial. Venta o arriendo de tierras a monopolios, incluidos extranjeros. Soberanía y seguridad alimentaria. Un agro sin presupuesto no puede ser una locomotora económica. Un grave problema de revaluación. Lo que le dejan al país Álvaro Uribe y los Andreses es un desastre. La pobreza rural aterra. Los TLC darán el puntillazo.”Los indígenas no somos lombrices… no comemos tierra”. No es con espejitos como vamos a relacionarnos con gringos y europeos. ¿Qué es lo que Santos está cambiando si vamos a seguir en el mismo drama agropecuario?

Voy a tocar inicialmente de manera rápida dos asuntos que tienen que ver con Agro Ingreso Seguro. Tal parece que el tema nos fuera a seguir persiguiendo hasta el fin de los días. Voy a echar también una mirada breve a uno de los aspectos de la política de tierras del actual gobierno. Y en tercer término voy a detenerme en el terreno de la producción. Debe atenderse con toda seriedad el problema de la tierra sin dejar de lado las condiciones que han de propiciarse para que la tierra se pueda utilizar productivamente. El debate guarda entonces estrecha relación con todas estas políticas que llamamos del libre comercio, ilustradas muy bien en los últimos días por el caso de los lecheros.

Siguen los líos en AIS

En estos días se supo que del presupuesto del Ministerio de Agricultura, y, en particular, de Agro Ingreso Seguro, se están dilapidando en contratos publicitarios, y digo dilapidar, porque a mi juicio no hay otra palabra, 2.445 millones de pesos, contratos todos suscritos a finales de enero de este año. Los Andreses hicieron diabluras hasta el último día, en este caso, el doctor Andrés Fernández. No solo botaron esa plata, sino que la botaron de una manera indebida, porque le hicieron una argucia a las leyes de contratación. Se halla establecido que el Ministerio de Agricultura no puede contratar directamente, salvo casos muy especiales, y está obligado a abrir licitación o concurso. Entre los casos especiales no figuran los contratos de publicidad. Entonces el Ministerio de Agricultura se las ingenia para que sea Finagro el que adelante las contrataciones. Finagro está sujeto a un régimen distinto y está en capacidad de hacer ese tipo de contrataciones directas, como se llaman, en esencia, decisiones a dedo. Quiero rechazar de manera enfática ese estilo mediante el cual el Ministerio de Agricultura pretende evadir lo que le prohíbe la ley, buscando un intermediario, Finagro en este caso, para suscribir un contrato que además, y pienso que usted estará de acuerdo conmigo, señor ministro, sobraba por completo, porque en la situación en la que están las discusiones ante la opinión pública, echarle a AIS otros 2.445 millones de pesos es un asunto indebido. Lo rechazo y espero que eso no vuelva a ocurrir y que ese tipo de conductas no hagan carrera.

Digamos de paso algo que no deja de ser curioso, aun cuando las indagaciones no llevan más allá. Una de las firmas favorecidas por ese dedazo es Marketing Medios Comunicaciones, perteneciente a la familia del doctor José Roberto Prieto Uribe, gerente de la campaña del presidente Santos y hoy nombrado por el presidente Santos vocero de Colombia en el Banco Interamericano de Desarrollo. Habrá que mirar con más detenimiento estos asuntos, pero no dejo de señalar un hecho también mortificante, y es que aparezcan como beneficiados por la contratación directa personajes tan cercanos al actual presidente.

Lo segundo, a mi juicio más grave, tiene que ver con la decisión del presidente Santos de haber puesto como directora de Proexport a la doctora María Claudia Lacouture. Por qué rechazo el nombramiento. Porque resulta que María Claudia Lacouture hace parte de una de las familias más beneficiadas por los contratos de riego de Agro Ingreso Seguro, contratos que con toda razón han escandalizado a Colombia. Para aclararles a los colombianos de qué estamos hablando, digamos que el padre de la doctora Lacouture recibió un subsidio no reembolsable de 931 millones, es decir, un regalo, su madre 399 millones, un hermano 837 millones, una hermana 353 millones, otro hermano 412 millones, C.I. El Roble –una empresa de la familia– 888 millones, C.I. Palomino S.A. –de cuya junta directiva era en ese momento miembro la doctora Lacouture– 479 millones de pesos, para un total de 4.299 millones. Este es el hecho. Los recursos están en litigio y el gobierno nacional lleva más de un año anunciando que va a demandar la restitución, sin que hasta ahora lo haya hecho. Tampoco hizo nada al final el presidente Uribe, pese a los alardes demagógicos. Entiendo que el Ministerio todavía no ha procedido y el asunto sigue en conciliación en la Procuraduría, pero lo cierto es que esa plata continúa beneficiando a familias como la que acabo de mencionar. Entonces aquí la pregunta es muy simple al doctor Santos: entre los nueve millones de santistas que había para nombrar en Proexport, ¿la única persona apta para el cargo era la doctora María Claudia Lacouture? Un estilo bien curioso de tomar determinaciones, de la misma estirpe de la decisión de dejar al doctor Muñoz en la jefatura del DAS. De los nueve millones de santistas que había para poner al frente del organismo de seguridad, al único que podía dejar el gobierno era al doctor Felipe Muñoz, sobre quien pesan gravísimas acusaciones por hechos todavía más graves.

Y estamos hoy viviendo otro caso: el del doctor Sabas Pretelt. El doctor Juan Manuel Santos no encuentra a quién más dejar en esa embajada que al doctor Sabas Petrelt, cuando dispone de nueve millones de santistas para escoger. Y cuando se censura a Colombia en el exterior, porque hechos como los del doctor Sabas escandalizan en el mundo, nos echan la culpa a los del Polo por criticar a los gobiernos, aduciendo que por eso es que en el exterior se habla tan mal de las determinaciones oficiales. Señalo el caso de la doctora Lacouture como un problema que el presidente Santos debe resolver y tratar de otra manera, poniendo en la dirección de Proexport a alguien no involucrado en los escándalos de Agro Ingreso Seguro.

El tema de la tierra

Ya entrando en materia, toquemos primero la cuestión de la tierra, sobre la cual hay mucho ruido en este momento. Pero no me voy a referir al tema del desplazamiento, sobre el que ha puesto la atención la opinión pública, sino que voy a abordar un aspecto que curiosamente nadie ha mencionado, a mi juicio un puntal de la política de tierras de la actual administración. Voy a dejar de lado el primer tema, así esté convencido de que el Estado debe hacer esfuerzos por atender a cualquier colombiano a quien le hayan robado su tierra o lo hayan desplazado y a sabiendas de que en Colombia hay un problema de concentración de la tierra de los peores del mundo. No me voy a referir al tema es por un acto de responsabilidad y es que a estas alturas desconozco los proyectos de ley que el gobierno va a presentar. No voy a caer entonces en la actitud en la que están tantos colombianos de hablar y hablar sin saber qué es lo que va a pasar, porque solo se sabrá cuando aparezca el proyecto de ley. Para no mencionar que solo conoceremos la definitiva una vez el Congreso lo apruebe o no y con qué modificaciones. Me reservo para opinar sobre esto después, y entiendo que el proyecto lo va a presentar hoy el gobierno. En otra ocasión discutiremos ese tema aquí, doctor Restrepo, y con todo gusto lo miraré con detenimiento.

Voy a examinar una política que se viene adelantando y que no comparto, lo advierto de antemano, relacionada con el llamado modelo Carimagua, uno de los puntales de lo que viene sucediendo. Me devuelvo un poco para aclarar con franqueza, porque me gusta ser franco, que no me hago ilusiones de que pueda terminar bien este asunto de la tierra para los desplazados. Me queda imposible olvidar que el doctor Juan Manuel Santos fue compañero de gabinete de Andrés Felipe Arias y de Álvaro Uribe. Pero de todos modos estudiaremos lo que nos presenten y debatiremos al respecto.

Qué es el modelo Carimagua

¿Por qué afirmo que en esta administración va a seguir el modelo Carimagua? Es un punto clave que ojalá los colombianos volviéramos el eje de la discusión. Recordemos primero qué fue Carimagua. Carimagua fue coger 17 mil hectáreas del Estado y en vez de dárselas a unos campesinos desplazados, como lo habían prometido, intentaron entregársela en arriendo a un solo magnate, a un solo gran empresario, no digamos a diez de a mil setecientos, sino a uno solo las 17 mil. Ese gran magnate podía haber sido incluso un extranjero. Los campesinos jugarían ahí, dijo el gobierno, como peones de la gran producción agropecuaria y se beneficiarían del empleo.

De dónde sale la propuesta. Ustedes pueden encontrar en la página de la Presidencia de la República un documento en el que el doctor Uribe explicó en detalle qué era lo que se proponía (http://oacp.presidencia.gov.co/sner...). Dice: queremos hacer en los Llanos Orientales haciendas de 40, 45 mil hectáreas, tierras que se entreguen en concesión –o sea, tierras públicas que se les den en concesión a particulares– y que se beneficiarían de todas las exenciones propias de las zonas francas, sin arancel y sin IVA, con renta no del 33% sino del 15% y con la plata de Agro Ingreso Seguro. En el modelo planteado por el doctor Uribe, Carimagua era como la cuota inicial. Y advertía el presidente Uribe en ese discurso, pronunciado en la hacienda La Fazenda, de Puerto Gaitán, que el gobierno se tropezaba con una dificultad, y era que la UAF, Unidad Agrícola Familiar, cuyo límite máximo en la zona de altillanura es de 900 hectáreas, no les permitía hacer los proyectos, con el agravante de que no habían podido cambiar la ley.

El modelo Carimagua se resume en grandes plantaciones con todo tipo de garantías tributarias. Son tierras del Estado entregadas en concesión, porque la ley no le permite al gobierno utilizar el mecanismo de la UAF, que limita a 900 hectáreas este tipo de procesos en tierras de altillanura. Era lo que proponía Álvaro Uribe.

Lo que quiere Santos

Qué dice Juan Manuel Santos, cuál es su propuesta de tierras, distinta a la de los desplazados, de la que hablaremos otro día. En el punto 53 de su Programa de Gobierno de 110 puntos, dice que se van a desarrollar “grandes explotaciones agropecuarias” que podrán acompañarse de algunos cultivos de pancoger, o sea, grandes plantaciones con unos campesinos por ahí más o menos cerca. Y en el punto 69, afirma: “No más limitaciones de escritorio a los agricultores”, tono regañón, y continúa: “Permitiremos a los agricultores y campesinos definir las extensiones necesarias para sus cultivos sin la limitación burocrática de la llamada Unidad Agrícola Familiar (UAF)”. Plantea en resumen que se definan las extensiones para los cultivos sin la limitación burocrática, como él la llama, de la UAF. La traducción es Carimagua o el discurso de Uribe en La Fazenda.

Lo que intenta el ministro

Le pregunto para este debate al doctor Juan Camilo Restrepo qué quiere decir el texto citado y él me responde de manera directa. Para no leer toda la explicación, se la resumo a ustedes. Afirma el señor ministro que la UAF en la Orinoquia está definida máximo en 900 hectáreas, pero que además existen las Zonas de Desarrollo Empresarial, donde “el gobierno estudia otras posibilidades para superar la restricción de la UAF cuando se trate de baldíos, como la cesión del usufructo por períodos determinados, no la propiedad, que continuaría en cabeza de la nación”. Está afirmando el ministro que mediante la figura de las Zonas de Desarrollo Empresarial va a ver el gobierno cómo cede las tierras de la Nación en la altillanura por encima de la medidas de la UAF. Plantea entregarlas no vendidas, no en propiedad, sino en concesión o en usufructo. Al lado habría parcelas para la población campesina. Para mí esa respuesta es el modelo Carimagua, lo digo con franqueza.

Desde ya le señalo, doctor Restrepo, que no solo no comparto la política, sino tampoco la manera cómo lo quieren hacer. Agrega la respuesta del señor ministro: “La idea fundamental es regular mejor la UAF por parte del Consejo Directivo del Incoder (…) y no suprimir la figura, que tiene origen legal y, por tanto, sólo el Congreso de la República podría decidir su eventual eliminación, que es muy improbable”. En vez de presentar al Congreso un proyecto de ley para cambiar la UAF, cosa que tampoco quiso hacer el presidente Uribe, el gobierno de Juan Manuel Santos va a buscar la manera de saltarse los límites de la UAF mediante resoluciones del Incoder, como lo dice en la respuesta. Es un estilo que no puedo compartir. Si el gobierno nacional considera que la UAF se debe cambiar, le sugiero que presente un proyecto de ley y aquí lo discutimos con toda tranquilidad y de cara al país. En resumen, ¿cuál es una de las políticas de tierras del gobierno nacional? La de adelantar enormes proyectos como estos que voy señalando.
Alguien podría replicarme que faltan datos. Pero el doctor Juan Camilo Restrepo estuvo el 26 de agosto en la Convención de la Asociación Bancaria, reunido con los banqueros, los que de verdad mandan en este país, y ahí se detuvo en el caso de la UAF. Recordó que era algo parecido a lo que se había hecho en El Cerrado, en la sabana brasileña. Y señaló que de lo que se trataba, con el respaldo del Estado, además de modificar la UAF, era de lograr una “gran agricultura empresarial también en convivencia con asociaciones de suministradoras socias de pequeños y medianos campesinos que allí se pueden asentar”. Es la política, añade el doctor Juan Camilo Restrepo, de la “gran agricultura empresarial”. Y en esa misma intervención señala usted, señor ministro, que la modificación de las regalías, ojo, senadoras y senadores, “abre unas perspectivas inmensas para que el país pueda realmente pensar en el financiamiento de grandes emprendimientos en el campo agropecuario”. Y agrega: “Llevar estos proyectos de regalías no a financiar pequeñas cosas sino a proyectos grandes y de envergadura”. O en otras palabras, lo que veníamos señalando aquí en la Comisión Quinta del Senado: el cambio en las regalías busca salir de pequeños proyectos de interés regional a grandes proyectos de interés nacional, como política del gobierno.

Venta o arriendo de tierras a extranjeros

Por eso he dicho que lamento que el debate sobre el asunto de las tierras en Colombia se esté dando sin mirar la otra cara de la moneda. Estoy en desacuerdo con esta política, pero lo menos que pido es que se le permita al país ponerla en discusión y que el debate no se limite a hablar de la tierra para los desplazados, tema que hay que tratar, por supuesto.

Hay aquí un interrogante que el gobierno debería también absolver de manera satisfactoria y es que toda esta política, a la que he llamado “modelo Carimagua”, incluye la posibilidad de que se entreguen tierras en propiedad o en usufructúo al capital extranjero. Y entonces aquí aparece otra discusión. ¿Por qué me detengo en esto del capital extranjero? Porque se sabe que por el mundo andan inversionistas coreanos, del Medio Oriente, chinos, comprando o alquilando tierras. Ahí intentó Daewoo, la trasnacional surcoreana, hacerse al usufructo por cien años de un millón de hectáreas de tierra en Madagascar, África. En el Brasil se acaba de prohibir ceder las tierras de la Amazonia al capital extranjero. En Paraguay también con sus inmensas reservas, en Uruguay lo están estudiando. Y miren ustedes el dato que publicó El Tiempo, pero que no produjo ninguna reacción. Lo cuenta nada menos que el doctor Rafael Mejía, presidente de la Sociedad de Agricultores de Colombia, SAC, donde están agremiados los más poderosos propietarios y empresarios rurales: “Aquí, en esta oficina estuvieron el embajador de China y un grupo de empresarios de ese país con una única misión: comprar 400.000 hectáreas en la altillanura”. A eso fueron los chinos y es allá, en esas tierras, donde el gobierno pone la UAF en entredicho. Agrega Mejía: “Ellos sólo querían comprar, pues traerían la mano de obra, los insumos y la maquinaria necesaria, mientras toda la producción de granos sería exportada a su país” (ET, Agt.30.10).
Este es un tema al cual Colombia tiene que ponerle sumo cuidado, doctor Juan Camilo Restrepo, con la posición que sea. Yo ya explicaré cuál es la mía. Pero lo menos es que se discuta de cara a Colombia, que cada uno entre en la discusión, porque además ya se sabe, dice la misma fuente, que Maggi de Brasil está montando proyectos en Colombia, como también Mónica Semillas de Bolivia, Cargill de Estados Unidos. El negocio se está moviendo, no son suposiciones mías, sino hechos reales.

¿Cuál es el problema de venderles tierras a los extranjeros y más en estas proporciones? Aquí hay un problema de soberanía nacional. Yo les pregunto a los dirigentes de esta Comisión: ¿quién queda mandando políticamente en una región donde alguien se vuelve el dueño de 400 mil hectáreas? ¿Alguien distinto que el propietario de esa hacienda? Imposible por supuesto que suceda nada diferente. Y cuando los propietarios son extranjeros, pues mandan los extranjeros.

Soberanía nacional y seguridad alimentaria

Aquí hay un problema de soberanía nacional y otro relacionado con la producción. La tierra colombiana se está volviendo demasiado costosa y cuanto más se inflen los precios del suelo rural, más difícil será producir en ellos. En ganadería, necesitaríamos vacas que den champaña para que sea rentable mantener una res en un hectárea de 20 ó 30 millones de pesos: mejor dicho, ni dando champaña. Es la historia de lo que viene sucediendo. Todo termina entonces en manos del narcotráfico o de especuladores inmobiliarios que compran una gran extensión de tierra y la dejan guardada para que algún día aparezca otro especulador que se la compre. Soy de los que creen, senadores de la Comisión Quinta, que en Colombia deberíamos empezar a discutir la prohibición de venderle o arrendarle o entregarle en usufructo tierras al capital extranjero. El mundo va para una escasez de alimentos. Es inexorable, porque la cantidad de tierra es fija y la población sigue creciendo. Vamos para un problema gravísimo, una contradicción de carácter global sobre el sitio donde se van a producir los alimentos. Si las tierras de Colombia se les entregan a los extranjeros y además los TLC impiden que un país pueda prohibir las exportaciones de comida producida en el país, estaremos hablando de que en Colombia, el día de mañana, puede no haber comida para los colombianos, porque las tierras van a estar en manos de unos extranjeros dedicados a exportar lo que produzcan en el territorio de su propiedad.

Desplazados y macroproyectos

Luego aquí estamos hablando de un debate de gran profundidad, para no mencionar el otro tema, el de los precios del suelo. Unos cuantos se enriquecen con esa especulación, pero el país como un todo va perdiendo la posibilidad de incrementar su producción agropecuaria. Pienso que este debería ser, y lo digo con toda cordialidad, casi que el centro del gran debate, porque al final podría suceder que hasta las tierras que se les den a los desplazados terminen en manos de los macroproyectos. Que no suceda, como he oído decir, aun cuando no quisiera adelantarme a hacer afirmaciones, porque quiero ser juicioso y discutir sobre los hechos, he oído decir que una de las ideas es que a los desplazados se les den tierras para que ellos se la alquilen después a un gran productor de la región y se queden viviendo de rentistas en Bogotá. Ya sí sería como la locura absoluta. Discutiremos el asunto otro día, simplemente les llamo la atención.

¿El agro, una locomotora?

Pasemos al tema de la producción. El gobierno ha dicho que el agro va a ser una gran locomotora del desarrollo. También disiento. No es verdad, porque el presupuesto del año entrante será igual o inferior al de este año. Me he hecho esta pregunta: ¿cómo es que lo que hasta el 6 de agosto era un Renault 4 se nos vuelve una locomotora el 7 de agosto? Esos actos de magia nunca suceden. Porque además está el tema de las regalías. Se ha dicho aquí que a las regiones se les van a recortar sus transferencias sobre todo para lo que llama el ministro de Hacienda los proyectos “chichigüeros”, pequeños proyectos que de alguna manera respaldan al sector agropecuario. El Banco Agrario sigue con 5 billones de pesos en TES, mientras que en Colombia no hay crédito. Y no veo que el gobierno nacional esté avanzando para modificar nada. Y padecemos un problema espantoso de revaluación. Los cafeteros se están arruinando con café a dos dólares con cuarenta la libra. Esta revaluación no la soporta ni la industria ni el agro nacional y no he visto que el gobierno del presidente Santos haya tomado una sola medida en tal sentido.

La peor herencia

Y la herencia que recibimos es la peor de las herencias. Lo que en el Ministerio de Agricultura le dejan al país Álvaro Uribe y los Andreses es un desastre. Vemos un agro creciendo a la mitad del promedio del resto de la economía, unas importaciones que ya rondan por los 10 millones de toneladas al año, equivalentes al 36% del total de la producción agropecuaria: esto es una locura, Colombia está importando un tercio de la comida que consumimos. El trigo y la cebada prácticamente se acabaron, el sorgo y la soya ya ni aparecen en los informes del Ministerio de Agricultura, el algodón queda en una especie de muestrario, en café importamos 700 mil sacos el año pasado, la panela está arruinada, el arroz ni se diga, ahí están las protestas de todos los tipos, la situación de la leche es horrible, la de la carne también, las flores, todo. Quisiera que alguien me mostrara un sector agrario que esté marchando bien. Ojalá haya uno o dos por ahí que medio funcionen, pero en general lo que hay es un desastre. La peor concentración de la tierra del mundo y un gigantesco problema de desplazamiento, millones de compatriotas sacados de sus tierras no solo por la violencia, ojo, les llamo la atención a los analistas, sino también por la pobreza. ¿Qué se queda haciendo la gente en las zonas rurales, en medio de la violencia, si además también se está muriendo de hambre? En el campo hay una pobreza que aterra.

Hay un fenómeno si ustedes quieren más grave como lógica macroeconómica: 6 millones de hectáreas de tierras con calidad agrícola subutilizadas. Ya no se sabe qué hacer con las tierras en Colombia. Peor no puede ser, ministro Restrepo, nos sobra la gente en el campo y por eso se desplaza y nos sobra la tierra. Entonces qué política agropecuaria es la de un país al que le sobra la tierra, sobra entre comillas, y le sobra la gente, también entre comillas. Lo único que crece de la producción agraria, llamo la atención sobre este aspecto, son aquellos renglones donde no hay libre comercio, particularmente palma africana y el alcohol carburante de los ingenios azucareros. En ninguno hay libre comercio. Es obligatorio consumir esos menjurjes, así sean costosísimos. De agrocombustibles no entran importaciones a Colombia. Entonces uno se hace una pregunta: por qué el resto del agro está abandonado a su suerte, en muy buena medida, y hay dos sectores en los que no opera el libre comercio.

Lo que sigue es lo mismo

¿Qué sigue con el presidente Santos? Con franqueza les tengo que decir, más de lo mismo. El Ministerio de Agricultura me informa que se mantienen los TLC, que se mantiene la política de libre comercio, que no se van a pedir modificaciones en ningún sentido ni a Estados Unidos ni a Europa. Y entonces aquí hay un punto sobre el que les llamo la atención a los colombianos y que también está en el fondo del debate: la tierra es una condición necesaria para la producción agrícola, salvo un tomate en un balcón que se siembre en una matera. Sin tierra no hay agro, no hay comida, pero con solo tierra puede no haber comida. Es una condición necesaria pero no suficiente. Estoy repitiendo una anécdota que ilustra el punto: en una reunión del sector agropecuario en el Tolima, una vez se paró un dirigente indígena de la zona de Coyaima y nos dijo: señores, “los indígenas no somos lombrices”, y agregó, “no comemos tierra”. Esa es la tragedia de Colombia. Ya casi va a tocar que la tierra se la coman los campesinos, porque como estamos dedicados a importar lo que producimos, no hay respaldo para el agro. Insisto, aquí sí hay que debatir el tema de la tierra en sus distintos aspectos, pero por sobre todo el tema de la producción. Porque yo le puedo dar una parcela a un desplazado, pero si le importo el maíz que podría producir o le importo la papa que podría producir o la leche, para qué le damos la tierra. Con toda franqueza digo que entregarle la tierra a la gente, si al mismo tiempo no se le dan condiciones para producir, y la primera condición es no importar lo que se puede producir, es una especie de estafa de tamaño descomunal que no va a resolver el problema y que se nos va a convertir en otro problema. La gracia es que la persona pueda estar en la tierra y ganarse la vida con ella y prosperar. Pero si se arruina allí, fácilmente vuelve y se desplaza, ya no por la violencia, aunque también podría haberla, sino por la pobreza.

Y en esto tengo que decirles que Santos no cambia nada. No le he oído decir a nadie que vayan a cambiar el kit del libre comercio. Aquí no van a aparecer los precios de sustentación que se usan en los países desarrollados, aquí no va a haber créditos suficientes y baratos y oportunos como deberían ser, aquí no va a haber la asistencia técnica que se necesita para producir, aquí no va a haber la investigación científica que requerimos, ni los aranceles, ni las barreras en frontera que nos protejan. Entonces cómo va a cambiar el agro. No creo que vaya a cambiar, porque la política del gobierno del Juan Manuel Santos es la misma del presidente Uribe. Y digo del gobierno de Juan Manuel Santos porque finalmente es él el que manda. Aquí se hace lo que diga el presidente, quien además fue ministro del gobierno anterior y estuvo de acuerdo con todas estas políticas que se aplicaron.

Los TLC darán el puntillazo

Con toda brevedad, señor presidente, déjeme leerle unas cuantas opiniones sobre los tratados de libre comercio. ¿Cuál es el punto? El libre comercio empezó en 1990 y arruinó el agro, pero vienen los tratados de libre comercio, y los TLC van a acabarlo de hundir. Les voy a leer frases no mías ni de nadie del Polo sino de dirigentes del establecimiento agropecuario colombiano sobre cómo fue el resultado de la negociación. Rafael Hernández, presidente de la Junta Directiva de la SAC y de Fedearroz, en ese momento: “Nos sentimos engañados por el gobierno y por el mismo presidente Uribe (…) El gobierno está invitando a un buen morir al agro” (Portafolio, Feb.07.06). “Los negociadores de Colombia cedieron totalmente frente a las pretensiones de EU. Veo un panorama oscuro para la mayor parte del sector agropecuario” (ET, Feb.28.06). “No fue un tratado equitativo, como se comprometió el Presidente de la República con nosotros, sino una imposición de EU. Por eso me retiré de la mesa de negociaciones” (Usosaldaña, Mar.16.06). Rafael Mejía, presidente SAC: “Luego de año y medio de negociaciones (sobre el TLC con Estados Unidos), los resultados aparentemente conducen más a creer que es un simple contrato de adhesión en el cual se podría perfilar como perdedora la agricultura colombiana” (Nov.02.05. Instalación del XXXIII Congreso Agrario Nacional). Dice además: “No se puede alegar la amistad con EU para enterrar el sector agropecuario”.

Anota el jefe de los porcicultores colombianos, Fredy Velásquez, presidente de la Asociación Nacional de Porcicultores: “Fuimos sacrificados por conveniencias políticas con EU”. Remarca el jefe de los avicultores de Colombia, Jorge Enrique Bedoya, presidente de Fenavi, en un aviso pagado en El Tiempo en el que Fenavi se gastó como 30 millones de pesos y titulado “El TLC avícola, un engaño para Colombia”: “Si la negociación fue mala, la renegociación fue peor”. Y explican por qué fue peor. Todos ellos amigos del gobierno nacional.

Lo que viene en carne de res, y le llamo la atención a la gente de Fedegan y en general a todos los ganaderos, es malísimo. Lo acordado con Estados Unidos, libre acceso desde el primer día al High Cuality Beef, que es el 60% de la carne exportable en Estados Unidos. Facilidades para la importación de vísceras. Aquí tengo el listado de cosas que Fedegan pidió que no se aprobaran y se aprobaron. Dijo Fedegan en su momento: “El gremio ha ido mucho más allá de la líneas rojas inicialmente establecidas (…) Me permito también explicitar qué cedimos: trato de extrema sensibilidad para vísceras y despojos, desgravación lineal de los aranceles base, ámbito de la definición de cortes finos, exposición inmediata de nuestro aparato productivo a buena parte de la oferta doméstica de los EU, regla de origen en materia de sacrificio de bovinos (…) (y todo esto) sobre una base irrenunciable: acceso real (…) para tener, algún día, el mercado americano como el principal destino de la carne de exportación de Colombia” (Feb.23.06).
En el caso de oleaginosas, Fedepalma no dejó de afirmar que ellos tenían más para perder que para ganar en ese negocio. Y añade Luis Jorge Garay que por el problema de sustituir oleaginosas de palma por oleaginosas de soya debe sustituirse el 19% de la producción de palma. Lo de fríjol es un desastre de negociación. La papa procesada quedó negociada en canasta A, o sea, desgravación total desde el primer día. La papa congelada también quedó en la práctica desde el primer día. Aquí expliquemos algo muy interesante: el TLC con Estados Unidos se negoció para la desgravación, pero esa desgravación ya está operando desde el 27 de febrero de 2006, exceptuando azúcar y arroz. Si el TLC se aprobara en el 2012, irían ya seis años de desgravación. En carne de res quedan cuatro para desgravación absoluta, a la leche le quedarían seis, y toda las cuotas suben. Estamos hablando de algo de extrema gravedad para el sector agropecuario.

He dejado de último el tema lácteo. Sobre él sí que hay citas para señalar el desastre. Rafael Mejía, presidente de la SAC: “Estarían en riesgo 450 mil familias que viven de la leche”. Lafaurie: “Serán literalmente borrados del mapa cuando entren en vigor TLC que, como este, pone en grave riesgo su supervivencia”, refiriéndose a los lecheros. Analac: “No podemos competir con productos subsidiados”. Hagamos esta advertencia: no competimos con Estados Unidos y Europa es porque entre ambos otorgan a su agro 140 mil millones de dólares en subsidios. Comité de Ganaderos de Caldas: “La avalancha de leche en polvo, quesos y lacto sueros importados procedentes de economías basadas en ayudas internas a los productores, en subsidios a la exportación y otros distorsionadores, llegarán pronto a nuestro mercado devastando este sector y liquidando el hato lechero nacional”. Pero por supuesto que aquí hay unos que dicen que no va a pasar nada.

Mi último argumento va a ser leer, doctor Juan Camilo Restrepo, algo que usted escribió en su momento en la prensa con respecto a lo que le va a pasar a la leche. Lo utilizo como un argumento de autoridad. Afirmó usted que quienes defienden esta negociación no tienen razón y usted añade que fue un acuerdo mal negociado. Leo textualmente: “El riesgo mortal para la industria láctea colombiana no son las importaciones dentro de 15 años cuando culmine el periodo de desgravación: son las que pueden llegar inmediatamente, al amparo de los llamados ‘contingentes’, que son cantidades puntuales que no están sometidas ni a arancel ni a periodo de desgravación.” Todos sabemos que es exactamente así. A un mercado sobreofrecido le echan encima un montón de leche y lo hunden, eso lo sabe cualquiera. Al citar a Fedegan, usted escribe: “Estamos hablando de un volumen superior al 12 por ciento del total procesado formalmente por la industria, y es más de cuatro veces la enlechada del 2009, cuyo impacto no se hará esperar. El año pasado, con un stock inferior en planta, los precios a los ganaderos cayeron por encima del 14 por ciento”. Y agrega: “Si a esto le sumamos los contingentes lácteos también negociados con extrema ligereza en los TLC con Estados Unidos, con Mercosur, con Canadá y con Suiza, la amenaza que se planeta a la industria lechera colombiana es monumental.” Advierto: no lo dice el senador Robledo ni lo dice el Polo Democrático Alternativo ni las asociaciones de lecheros. Lo dice el doctor Juan Camilo Restrepo.

Y así es en todo, y más con la revaluación que nos golpea, de entre el 20 y el 30 por ciento. Si uno no supiera de los poderes que hay detrás de las trasnacionales, de los grandes imperios, de Estados Unidos, de Europa, uno pensaría que estaban como locos quienes firmaron estos tratados. Pues no, no están locos, son intereses. Entonces si en Colombia se acaba la leche, que se acabe, como ya se acabaron el trigo y la cebada. El maíz está agonizando, al algodón le queda un tris y se va a arruinar el arroz. ¿Por qué? Porque detrás hay intereses poderosos. Entonces yo aquí repito y es mi debate central con el gobierno del presidente Juan Manuel Santos: ¿qué es lo que está cambiando? Si no se cambia el libre comercio, aquí no hay cambio de nada. Veo a un presidente buenísimo en la mímica, cinco en mímica y uno en decisiones. Y a muchos colombianos despistados, buenos casi todos ellos, pensando que ahora sí las cosas van a cambiar. Vuelvo y pregunto, ¿y dónde está el cambio?

Entonces me dicen algunos, pero, senador Robledo, viene el Conpes lechero. Y la verdad, ahí sí dan ganas de llorar. Es un Conpes que para mejorarles la productividad a los 450 mil ganaderos aprueba 168 mil millones de pesos para 17 años, es decir, de a 20 mil pesos por predio al año. No alcanzan ni para las flores de la sepultura del sector. Alguien me dirá, esos son los latifundistas, los ricos, ¡que chupen! Y cuando uno le entra a las cifras, lo que descubre es que hay 230 mil predios o sea, la mitad, con menos de diez reses por finca, con un promedio de cinco, y una res puede costar un millón de pesos. Quien posee cinco vacas puede tener un patrimonio de cinco millones de pesos. Casi que le estorban las vacas para pedir limosna. Aquí hay unos grandísimos, no voy a decir que no, pero son muy pocos. Otra cifra, 339 mil están por debajo de 25 reses, o sea, casi todos. Y es a esos a quienes les van a echar la aplanadora alemana, francesa, gringa, una especie de gavilla universal contra estos pobres compatriotas. Aquí está el centro del debate, y se lo confieso con toda franqueza, ministro, se lo voy a plantear no sé cuántas veces en los próximos años, porque a mi juicio este es el tema central. Si este problema no se resuelve, aquí no se resuelve nada. Y no veo que el gobierno mueva un milímetro para resolverlo.

A uno le replican, senador, vamos a exportar. ¿Qué? Lo que se negoció con los TLC son los Atpdea que ya tenemos con Estados Unidos o el Sistema General de Preferencias que también ya tenemos con Europa. Eso es lo que estamos exportando. Vamos a seguir vendiendo el mismo café, en el que cada vez nos va peor. El café está agonizando, doctor Restrepo, usted lo sabe muy bien, al punto de estar importando 700 mil sacos. Ese cuento del doctor Juan Manuel Santos, el día de la posesión, de que iba a hacer de cada colombiano un Juan Valdez tal vez haya calado, pero porque los colombianos desconocen la pobreza de los Juan Valdez y si no, se habrían ido para Ecuador o para Panamá huyéndole a esa promesa del nuevo presidente. Es que aquí se dice de todo. Esta sí es la impunidad total. Aquí hay más impunidad en los discursos políticos que en los estrados judiciales.

Continuaremos exportando el mismo banano, hoy también en graves aprietos. Las flores están agonizando, porque la revaluación no las deja funcionar. Entonces me vuelven a replicar, senador, mire los agrocombustibles. Ya les expliqué que si hay agrocombustibles, es porque en ese sector no hay libre comercio. Están absolutamente protegidos. Ni siquiera somos competitivos para exportar. No somos capaces de exportar ni un pocillo de alcohol carburante ni de diesel a partir de palma. Y ojo, podría haber cambios tecnológicos que acaben de destrozar este país. El día de mañana puede haber agrocombustibles, hechos de algas o de celulosa, que liquiden por completo cualquier posibilidad en este sector. Entonces las cosas, repito, están bien mal.

Perderemos la seguridad alimentaria

Concluyamos con un último comentario. Uno de los líos más graves que trae consigo el libre comercio es la pérdida de la seguridad alimentaria. Este fue uno de mis grandes debates durante años con Jorge Humberto Botero. Yo le decía, pero ministro, cómo van a inundar el país de comida importada si quedamos sometidos a la extorsión que nos quieran hacer el día de mañana las trasnacionales o los países productores. Y entonces me decía, no, senador Robledo, no hay problema, si producimos carbón, vamos a poder importar de todo. Produzcamos petróleo e importamos lo que sea. Una lógica, digamos, de que no nos preocupáramos por producir la comida en el territorio nacional, porque la conseguíamos en el exterior. Y agregaba textualmente: “Gracias, mil gracias por los subsidios agrícolas extranjeros, porque nos permiten darle comida barata al pueblo colombiano”. Esa era la teoría de Botero, ministro Restrepo. Y a uno lo acosaban los analistas. Sobre mí decía el doctor Rudolf Hommes, que es tan astuto: lo que pasa es que Robledo es amigo de los terratenientes, de los latifundistas. Respalda la ineficiencia y le gusta que a los pobres les cueste bien cara la comida. Ahora nos dicen que el lío de las regalía es porque somos corruptos. ¿Y qué sucedió, qué dicen los hechos, la historia del mundo? Primero, en el 2008 se dio un antecedente de extrema gravedad y es que la comida extranjera puede ser carísima. Hoy está otra vez poniéndose cara y eso es con hambre como se resuelve en Colombia. Están disparados los precios del trigo y otros alimentos y se puede generar una hambruna. También se confirmó en el 2008 y se vuelve a confirmar ahora que los países exportadores de comida pueden cerrar las exportaciones. Hoy Rusia dijo que no exportaba trigo a ningún precio. Aquí puede terminar sucediendo, con esto de estar trayendo cada vez más comida extranjera –vamos en 10 millones, un tercio de lo que nos comemos los colombianos al año, pero que con el TLC podemos irnos al 60 por ciento–, que el día de mañana, así tengamos todo el petróleo del mundo y todo el carbón del mundo, no haya a quien comprarle la comida o haya que comprarla a precios tan altos que nuestro pueblo se muera de hambre. En el 2008 hubo levantamientos por hambre en Egipto y otros países. La gente salió a las calles a protestar porque era incapaz de pagar los precios de los alimentos. Entonces un país como Colombia, que cuenta con tierras de sobra, agua de sobra, productores de sobra, ¿cómo es que tiene como política importar la dieta básica de la nación con el cuento de que tenemos carbón y petróleo? Bueno, usemos el carbón y el petróleo pero no para destruir nuestro aparato productivo, como se viene haciendo en este país y como el actual gobierno quiere seguir haciéndolo.
A los habitantes de las zonas urbanas no les debe preocupar la suerte del agro solo por este asunto de la hambruna. Se pueden quedar sin comida Bogotá, Medellín o Cali, bien sea por una situación compleja de guerra mundial, o de pandemia global, o de erupción de un volcán. Aquí pueden pasar mil cosas que hagan que los flujos de alimentos del globo se suspendan. Que se interrumpan los flujos internacionales de alimentos no es un riesgo, sino una inevitabilidad. Lo que no sabemos es cuándo va a suceder, así sea dentro de cien, doscientos o mil años, pero que sucede, sucede. Estamos entonces obligados a reaccionar y a pensar de una manera diferente. Como cada vez hay menos habitantes rurales y más habitantes urbanos, a algunos les importa un pepino la suerte de los amigos de los proyectos “chichigüeros”. Me imagino que para Coca-Cola resulta mejor que todos los pobres se hacinen en Ciudad Bolívar y no tenerles que llevar una Coca-Cola por allá a los Montes de María, porque hasta funcionan este tipo de lógicas. A los habitantes de las zonas urbanas les digo: no es solo el problema de la seguridad alimentaria. Si no desarrollamos el agro, no será posible desarrollar las zonas urbanas de un país como Colombia. El país se desarrolla todo o no se desarrolla, no es posible de otra manera. Es vital el mercado interno, como lo han explicado los economistas hasta la saciedad. No hay industria donde no hay desarrollo agropecuario. Aprendamos de Estados Unidos, de Francia, de Alemania. Por qué los gringos y los franceses protegen a sus agros, ¿por estúpidos? No. Porque el agro es uno de los pilares del desarrollo.

Santos I es Uribe III

Concluyo sosteniendo que veo en esto a Santos I igual a Uribe III, aun cuando la mímica sea distinta. Segundo, insisto, lo que quieren hacer ustedes con la UAF es inconveniente. Defiendo la idea de que haya producción empresarial en Colombia, pero no comparto la concentración a ultranza de la riqueza y de la propiedad rural. Nosotros necesitamos un modelo agrario de tipo dual, de empresarios prósperos no monopolistas, como también de indígenas y campesinos prósperos. Convertir el agro en un coto de trasnacionales y empresarios monopolistas, junto a peones y siervos, me parece una propuesta regresiva, retardataria. Y dentro de esta lógica hay que mirar el caso de los desplazados.
Hay que salirle al debate sobre el tema de las tierras para extranjeros. Es probable que el Polo Democrático Alternativo presente un proyecto de Acto Legislativo prohibiendo que se les vendan o se les entreguen en alquiler tierras agrícolas a los extranjeros. Es un tema de soberanía nacional. Hay que relacionarse con el mundo, sí, pero no así. Que uno para poder hacer un negocio con los franceses tenga que acabar con el agro de Boyacá me parece inaudito. No puede ser así, hay que decírselo en la cara a europeos y gringos: no nos sirve la relación que nos están imponiendo. Y no crea el gobierno de España, y este no es un pleito con los españoles, que porque nos da unas cuantas decenas de millones de dólares para confundir y enredar, ya resolvió el problema de los lecheros colombianos. No, no es con espejitos como nos vamos a relacionar. Nos pasó hace 500 años, pero no nos puede volver a pasar. Necesitamos relaciones entre Colombia y el mundo exterior donde ellos ganen y nosotros también.

La propuesta

Debemos lanzar además, ministro Juan Camilo Restrepo, una política de autosuficiencia alimentaria. Colombia debe convertir en objetivo principal de su política no importar los 10 millones de productos del agro que está importando, este tiene que ser el eje. Ahora, discutamos cómo hacerlo, pero ese tiene que ser el eje. ¿Vamos a producir toda o casi toda la comida de los colombianos? Si la respuesta es positiva, no se podría lograr sino protegiendo al agro, y protegiéndolo con todo el arsenal de recursos económicos y macroeconómicos y microeconómicos. Pero no acostándonos, como veo al gobierno nacional, con la tendencia de que todo para los monopolios y las trasnacionales, aduciendo que esa es la única eficiencia y todo lo demás, como dice el ministro de Hacienda, son cosas de “chichigüeros”. Con este gobierno, todo se nos volvió el debate entre los “chichigüeros” y los sabios del Universo. Otro día, doctor Restrepo, con mucho gusto miraremos lo que se va a proponer para el caso de la tierra de los desplazados, pero de momento insisto en llamar a los colombianos en que se mire lo agrario de conjunto. No es buena la idea de mirarlo como con orejeras de caballo cochero, que el único tema agrario sea el de la tierra para los desplazados. No. A los analistas, a las gentes de las universidades, a los articulistas de la prensa, los llamo con toda cordialidad a que vuelvan la vista hacia la otra cara de la política de tierras y a que examinen el problema de la producción. No es suficiente la tierra para tener política agropecuaria. Es necesaria, sí, pero no suficiente. Y el debate hay que hacerlo de conjunto, porque o si no, termina la gente bautizando san Santos al doctor Juan Manuel Santos, sin haberse ganado ese título de ninguna manera.

RÉPLICA A LA INTERVENCIÓN DEL MINISTRO

Comienzo haciéndole un llamado al gobierno nacional para que atienda el caso de Segovia. Es un problema de extrema gravedad. Aquí oímos a los líderes de ese municipio, y pienso que a ellos les asiste la razón. Se trata de unas minas que los místeres de la Frontino Gold Mines, hace años, mediante documento público, les transfirieron a los trabajadores y pensionados. Y ahora el gobierno nacional se arroga el derecho de venderlas a un precio con el cual no están de acuerdo los trabajadores. Además, ministro, los echan a todos del trabajo y ahora quieren engancharlos en condiciones laborales inferiores. Luego es clarísimo que están protestando con toda justeza. Otra vez el capital trasnacional siendo privilegiado por los gobiernos colombianos en contra del interés nacional. Resulta casi inevitable recordar a Jorge Eliécer Gaitán en el famoso debate de las bananeras.

Sobre la leche cruda

En segundo término, un asunto que no mencioné sobre lo de la leche, sector en el que afortunadamente logramos que el comercio de leche cruda no volviera a mirarse hasta febrero del año entrante. El problema sigue pendiente y es grave. La mitad de la leche en Colombia se comercializa en la forma de cruda. Ya hicimos las cuentas y hay cerca de 50 mil jarreadores de leche, gente que vive de vender leche cruda. Si se aplica la norma que viene del gobierno anterior, salen todos del negocio. Y no va a haber quién le compre la leche a la mitad de la producción lechera colombiana, de pequeños campesinos que le venden precisamente a ese sector, no llamemos informal, sino popular de la economía lechera. Insistamos en que ahí hay un problema grave y más grave aún, ministro, el Conpes que se aprobó supuestamente para enfrentar a las trasnacionales. Pero las enfrenta exactamente al revés, porque lo que viene ahí es una política de respaldo a la gran comercialización. Lo que viene ahí es plata, en últimas, para la gran industria pasteurizadora, siempre teniendo en la mira cómo se saca de en medio, y además de mala manera, al sector de los jarreadores, que abastece de leche cruda a los pobres de Colombia, leche que insistamos, se hierve, como los colombianos lo hemos hecho tradicionalmente. Me imagino que a usted le tocaría criarse con leche cruda hervida, de la misma manera que me toco a mí.

Más sobre AIS

Con respecto al caso de Agro ingreso seguro, simplemente me permito recordar que cuando hice mi debate, dije principalmente tres cosas, además de las críticas. Uno, no se deben desmontar los recursos, porque le hacen falta al sector. Una cosa es el manejo que se les dio y otra muy diferente que el Estado abandone al agro y le sustraiga los respaldos. Dos, afirmé que había que cambiarle el nombre, y me alegra que aun cuando no sea lo principal, sea una de las ideas aceptadas. Realmente, el nombre nos recuerda un capítulo de vergüenza de la historia de Colombia y es bueno que desaparezca. Dejé en claro además una tesis sobre la cual, me temo, vamos a entrar también en contradicción con este gobierno, y es que mi debate no era contra la producción empresarial ni creo que la producción empresarial deba dejar de respaldarse. Lo que pasa es que ha de primar una lógica democrática. Habrá que mirar en el mundo empresarial qué tipos de empresarios se respaldan, porque no es lo mismo el empresario no monopolista que el monopolista, que viene apareciendo como un fenómeno nuevo en la vida nacional. ¿En qué consiste el debate que vamos a tener con el gobierno? Yo creo en un modelo dual de indígenas y de campesinos prósperos respaldados por el Estado y que desarrollen todas sus posibilidades. Y al mismo tiempo creo en un empresariado no monopolista, también respaldado por el Estado y que contribuya positivamente al progreso del país.

Lamentar, porque veo que será así, que el gobierno sostenga en la dirección de Proexport a la doctora María Claudia Lacouture. Pienso, primero, que no se ha debido haber puesto allí nunca, y aún menos que se deba sostener. Otro caso en el que el doctor Santos no hace lo que dice. Nos deja al director del DAS, nos deja a la doctora María Claudia Lacouture y entiendo que el doctor Sabas Pretelt sigue en el cargo, no porque él, digamos, a la brava, se empeñe en aferrarse a la embajada, sino porque ahí lo mantiene el jefe del Estado.

Sí sigue el modelo Carimagua

El tema crucial de este debate es el de las tierras, en el que usé la figura del modelo Carimagua. Sobre el tema de la tierra para los desplazados opinaré cuando el gobierno presente el proyecto de ley para que sepamos cuáles son los detalles. Obvio que a cualquiera que le hayan robado su tierra hay que ver cómo restituírsela. Pero el diablo está en los detalles. Y son los detalles los que a veces hacen que una cosa salga o no salga. Ya veremos entonces qué va a presentar el gobierno y sobre todo veremos qué va a aprobar el santismo aquí. Porque no me sorprendería que una cosa haga el santismo a la hora de presentar el proyecto y otra a la hora de aprobarlo y entonces se queden con las dos partes positivas, para ellos, de la política. Pero lo miraremos en su momento.
Dije que había una segunda pata del modelo de tierra y me alegra que se ponga, por lo menos, el debate. Ya veremos qué puntos de vista hay, pero sí es clave que sea un debate nacional que se desarrolle con toda la seriedad. Afirmé además que el segundo aspecto de la política de tierras del gobierno era lo que yo llamaba el modelo Carimagua. No lo dije por molestar. Informa el ministro que ahora en la hacienda Carimagua van a hacer alguna cosa. No, no me refería a ese asunto puntual, sino al modelo. ¿Qué es el modelo Carimagua? Un modelo de gran plantación, en eso se resume. También usó en esos días el ministro Arias la figura del modelo malayo, un modelo de plantaciones de decenas de miles o centenares de miles de hectáreas, que de alguna manera pega a su lado a peones y a aparceros, porque los empresarios mano de obra han de tener, pero en la idea de la gran escala y de la gran plantación.
Lo que expliqué de las posiciones del presidente Uribe, de quien fue ministro el doctor Santos, las respuestas suyas al cuestionario, ministro, y lo que usted acaba de exponer, me confirman que mi figura del modelo Carimagua no es mala. Lo ilustro un poco para los colombianos que escuchen esto en algún momento. Buena parte del asunto consiste en tierras del Vichada que son hoy baldíos y está discutiéndose quién se va a quedar con ellas, si campesinos y pequeños y medianos empresarios o grandes empresarios. Ese es el gran debate que hay en últimas. El gobierno afirma que la UAF se volvió un estorbo, y recordemos que la UAF es una medida de economía campesina que apunta a una cantidad de tierra que produzca dos salarios mínimos, que en el caso del Vichada son 900 hectáreas, en la zona cafetera un tamaño menor, pero la idea es campesina. Aquí lo que se quiere hacer es salirse de lo campesino e introducirse en lo empresarial. Son dos maneras distintas de atender el caso. La política apunta a alquilar esas tierras, pero en proporciones bastantes mayores, lo que ya abre un debate. No es economía campesina la que se va a promover, sino economía empresarial. Ahora, ¿qué tipo de economía empresarial? Está claro por las respuestas y por lo que dijo el doctor Juan Camilo Restrepo que se trata de producción a gran escala. El ministro trae el ejemplo de Brasil, un ejemplo excelente en ese sentido por ser lo predominante en el agrobussines, como lo llaman allá. Luego yo no estoy errado en la figura cuando afirmo que lo que quiere el presidente Santos es el modelo Carimagua, porque el modelo Carimagua son 17 mil hectáreas.
Los extranjeros y la gran plantación
Cuando el doctor Restrepo dice además, en lo de las tierras a los extranjeros, que él en principio estaría porque no fueran vendidas sino entregadas en alguna forma de alquiler o de concesión, está confirmando la idea de la gran escala, porque es obvio que ninguna trasnacional se va a venir a tomar una finca de doscientas o trescientas o quinientas hectáreas, sino tan solo una gran plantación. Entonces me ratifico en la idea de que una de las políticas del gobierno de Juan Manuel Santos, que viene del gobierno anterior, porque leí lo que dijo Álvaro Uribe al respecto sobre haciendas de 40, 45 mil hectáreas, es la del monopolio agrícola. Y creo que el tema hay que discutirlo. Es ni más ni menos el debate que hay que hacer y hacerlo con toda claridad y con toda franqueza. Qué tipo de empresariado vamos a tener en los Llanos Orientales, senadora Maritza, un empresariado de tipo mediano o incluso grande, o monopolios y trasnacionales. Son dos caminos completamente distintos.
Insisto en señalar que me parece un error catastrófico entregarle en venta o en alquiler las tierras de Colombia al capital extranjero. Esa idea que ustedes promueven, que se ha venido promoviendo en Colombia desde hace rato, de que da lo mismo ser colombiano que extranjero, no resiste análisis y empuja al país hacia situaciones extremadamente complicadas de pérdida de soberanía nacional que nos terminan costando después un ojo de la cara. Porque además aquí hay un punto que los agricultores y los ganaderos deben pensar. Los recursos no son ilimitados, como han intentado hacer ver quienes afirman que hay tierra de sobra. Primero, no es de sobra, y segundo, aquí hay una lucha por los recursos. Aquí se nos instala en cualquier sitio del país una trasnacional o un monopolio nacional con cien mil hectáreas y con enorme capacidad para absorber el crédito nacional, escaso por demás. Hay una lucha por los recursos que no es solo la lucha por la tierra. Hay incluso problemas de mano de obra que pueden aparecer, como ya se presentan en la Zona Cafetera, que está compitiendo por recursos de mano de obra escasa con el Magdalena Medio, donde están los plantíos de la palma africana.
Meter un elefante en una fiesta de hormigas, y lo digo con todo cariño por las hormigas, que somos los colombianos, es un paso que debe ser meditado con toda seriedad, porque es más complejo de como se ha querido plantear, para no hablar de la soberanía nacional. Soy de los que siguen creyendo que sin soberanía nacional un país no tiene nada. Y esta política nos la arrebataría.
Con los TLC no se puede jugar
En el tema del libre comercio, el doctor Restrepo reconoce que las cosas pueden irse de castaño a oscuro, pero añade que, finalmente, de todos modos hay que mantener los tratados firmados y la política suscrita. Solo habría que mirar unos problemas de letra menuda. Yo le añadiría, de la letra menuda y de la no menuda, porque esos tratados de libre comercio arrasan con el agro nacional y no hay truco que valga para impedirlo. A países vecinos más o menos pequeños el gobierno nacional se les puede parar y bravearlos, como se dice, y decirles, saben qué, no les dejo entrar sus productos porque aquí nosotros somos los grandes de la región. ¿Pero eso se lo van a decir a Estados Unidos? Cuando Estados Unidos ponga en vigencia el TLC y llegue con sus barcos para llenar de arroz a Colombia, ¿se va a parar el gobierno de Colombia y le va a decir al gobierno de Estados Unidos que ese arroz no entra y se inventa una teoría? Cuando empiecen a despachar los pollos procesados mecánicamente y sin pellejo y todos los desechos que entren a arruinar la industria avícola, ¿será que el gobierno de Colombia va a decirles que no, que aunque sea eso lo que consagra la letra del Tratado, no les va a dejar entrar los pollos? ¿Lo mismo va a pasar con el maíz, con todas las cosas, con la leche? Una vez entren en vigor los tratados con Europa y con Estados Unidos, ¿el ministro entonces va a decir, no, es que a la leche de ustedes le falta una molécula, un protón, y a sacar un pretexto cualquiera para impedir que entre? No. Doctor Restrepo, va a entrar. Salvo que la paremos.

Lástima que se fue el doctor Antonio Navarro, porque le iba a proponer que encabezara desde ya la organización de los lecheros de Nariño para entrar en rebeldía cuando los tratados entren en vigencia. Porque ya les quitaron el trigo, les quitaron la cebada, no les queda en las tierras frías sino la leche. Casi todos ellos son indígenas, ¿qué van a hacer? No va a quedar sino la posibilidad de la rebeldía nacional. Un gobierno sensato debería más bien decir que esos tratados no se pueden suscribir, porque a esa política no le sobrevive el agro nacional y no van a valer astucias. Las normas son las normas y ellos son las grandes potencias y tienen con qué hacer cumplir unos tratados que son contratos. Esto no se va a resolver con abogados buscando una cláusula para decir, señores, aquí les faltó una coma. No. Esos tratados, además, los redactaron los gringos y los europeos y son perfectos para lo que se proponían. Pensar que un abogado nuestro va a encontrar una coma para hundirlos francamente no se puede creer.

Fíjese, doctor Juan Camilo Restrepo, que cuando yo le digo a usted que este gobierno tiene muchísimo de mímica, cinco en mímica y uno en políticas, no estoy exagerando. Es que estamos hablando de asuntos cruciales. Ustedes le dan tierra a un desplazado y después lo inundan de importaciones y qué hace él con la tierra. Repito la frase del indígena: los indios no somos lombrices, no comemos tierra. Los colombianos no somos lombrices, no comemos tierra.

Otras carencias

Este gobierno no ha movido un dedo para intentar controlar la revaluación y eso es mortal para la producción agropecuaria, tanto para la que produce para exportar como para la que se defiende de las importaciones. Es un problema que no se atiende como se debería, porque solo se puede atender si el país se sale del marco del libre comercio y el neoliberalismo. Ahí está el ejemplo chino. Exporta mucho más que Colombia, cuenta con reservas inmensas en dólares y, sin embargo, no hay un fenómeno de revaluación. Pero es que aquí no hay la voluntad política. Ahora, contra revaluación, si es que no se cambia la revaluación, diría que aranceles. Una política sensata sería decir que los aranceles subirán en la misma proporción en que se revalúe la moneda. El arancel es al final la gran arma para no permitir que a un país lo inunden de productos importados.

El presupuesto del Ministerio de Agricultura, así se quede igual el año entrante al de este año, no es de locomotora, sino de Renault 4. Usted ese día estaba cordial y dijo que parecía de vagoneta. Sí, le puedo aceptar lo de la vagoneta. He oído a gente afirmando que es un presupuesto de carro de balineras. En todo caso, es un presupuesto insuficiente. Insuficiente para todo, porque si le dan tierra a un desplazado, qué, ¿lo montan en una flota y lo despachan para su lote? ¿Cuánto va a valer instalar a los desplazados si es que esas tierras se les terminan entregando? Aquí necesitamos plata. Entiendo el problema de la voluntad política, pero ese presupuesto es por completo insuficiente.

Empresarios “chichigüeros”

Entonces quedando a la espera del resto del debate, el relacionado con el tema de las tierras de los desplazados, lo que veo me lleva a la conclusión, y cuánto diera porque las cosas fueran distintas, de que vamos a seguir en el mismo drama agropecuario. Un país inundado de importaciones, un sector agropecuario empobrecido y lleno de desempleados. Pero eso sí, una política de concentración cada vez mayor de muchas de las tierras de Colombia en esos monopolios y esas cosas descomunales que el gobierno quiere montar. Y ojo, la plata de las regalías, lo mencioné aquí en el debate, al servicio de esa política. Es un capitalismo de monopolio, de trasnacional, la concepción propia de la globalización, doctor Juan Camilo Restrepo, usted lo sabe. Usemos la frase del ministro de Hacienda: no le gusta a este gobierno una economía “chichigüera”, ni siquiera de empresarios “chichigüeros”, porque aquí hay un poco de empresarios que ya son “chichigüeros” con su camperito, con sus doscientas hectáreas, de pronto socios de algún club, pero esos también se volvieron “chichigüeros” y esa categoría hay que crearla. Si el club no es en Wall Street, tampoco sirve en el modelo económico global que se está montando. Creo que es un modelo que le arrebata a Colombia cualquier posibilidad de salir adelante. Colombia es un país con posibilidades de ser uno de los mejores de la Tierra, pero con esta política no se puede. Llevamos 20 años y cada año la profundizan, la concentran más, en una lógica plutocrática. Y con esa lógica los hechos están ahí: nos sobra la tierra, nos sobra la gente, nos sobra todo, que es la triste realidad que estamos viviendo.

Que se estudie y se debata en serio

Me ratifico entonces en mis comentarios y llamo a los colombianos, especialmente a la gente de la Academia, a examinar el conjunto de la política agraria nacional y a leer los documentos. Llevamos tres meses oyendo hablar del proyecto de tierras y desplazados, y esta es la hora en que el Ministerio no lo ha presentado, pero hay que ver los panegíricos que uno lee a diario, incluso de gente honrada y buena, sobre la maravilla de política. Y les pregunta uno que cuál es y me responden, no se sabe, pero es una maravilla. No. El debate es con la letra menuda, leyendo cada inciso, cada artículo, a ver qué es lo que quiere decir. Porque si no, el debate se vuelve absurdo. Creo que tengo la razón en lo que estoy diciendo, pero al final lo que me propongo es, digamos, que por lo menos se abra el debate en los medios de comunicación. Es el colmo que los medios de comunicación no digan ni una palabra sobre el tema de la gran producción que se quiere impulsar, al que he llamado el modelo Carimagua. Cómo así que el país va a terminar vendido a inversionistas extranjeros en sus zonas rurales y nadie lo cuestiona. Bueno, si el gobierno tiene la razón y eso debe ser así, díganlo. Que los editorialistas lo digan, pero que el debate se ponga sobre el tapete. Senadores, es lo mínimo que tenemos que lograr en la Comisión Quinta, que aquí haya un debate informado sobre el tema del agro, como también sobre el de las regalías. Y siguen con el cuento de que se las van a robar, cuando lo que hay es una política de centralizar las regalías, de que Bogotá decida todo el gasto, de que no haya plata para los proyectos “chichigüeros” y nos dicen que el debate es un debate simplemente de asuntos de corrupción e ineficiencia.
Ya habrá tiempo para discutir los demás temas de la política agropecuaria que se nos quedan entre el tapete.

http://www.moir.org.co/La-gran-produccion-y-el-libre.html

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